Testimonio

El grito de uno de los familiares en la lista de Hamás: «Estamos negociando con terroristas. Hasta que le liberen no sabremos si está vivo»

LA RAZÓN conversa con el familiar de uno de los rehenes de Hamás incluido en la lista de intercambio, que está en vilo a la espera de saber si sigue con vida

El grito de uno de los familiares en la lista de Hamás: «Estamos negociando con terroristas. Hasta que lo liberen no sabremos si está vivo»
El grito de uno de los familiares en la lista de Hamás: «Estamos negociando con terroristas. Hasta que lo liberen no sabremos si está vivo»Cedida

«Estamos emocionados. Muchísimo. Pero desconocemos cuándo le liberarán y ni siquiera si está vivo». Quién pronuncia estas palabras es Roberto Meyer, israelí de origen mexicano. El nombre de su suegro está incluido en el listado de 33 rehenes israelíes que fueron secuestrados por Hamás y que serán liberados en las próximas semanas como parte de un intercambio de secuestrados por criminales, activistas u homicidas. No ha habido suerte. Su nombre no está incluido en el próximo intercambio de rehenes. Su agonía sigue.

El anuncio de su inminente liberación le llena de esperanza ante la posibilidad de que pronto vuelva a su país. No podrá volver a su casa, ya que su hogar fue destruido por los bárbaros aquella fatídica mañana del 7 de octubre.

Un año y tres meses después del ataque, los familiares de los secuestrados continúan alzando su voz y reclamando esfuerzos para volver a abrazar a los suyos. Aunque exhaustos, no pierden la esperanza ni la fe, pese al cansancio y falta de apoyo de algunos sectores del gobierno israelí. «Todos sentimos que aquel día nuestra vida se paralizó para siempre», asegura a LA RAZÓN en una entrevista telefónica desde Tel Aviv, ciudad a la que se mudó con su mujer después de que los yihadistas arrasaran con todo el kibutz Be’eri, a cinco kilómetros de Gaza, epicentro de los ataques de los terroristas.

Su voz, a la par que emoción, también transmite incertidumbre y miedo. «Hay personas en la lista que ya han dicho que están muertas», recuerda Meyer que piensa en los hermanos Bibas, de dos y cinco años, los rehenes más jóvenes de los 251, que se desconoce si continúan con vida. En noviembre de 2023, el grupo islamista llegó a decir que habían muerto como consecuencia de un ataque aéreo israelí en Jan Yunis. En febrero de 2024, un vídeo grabado varios días después del secuestro, mostraba a Shiri y los niños vivos. «No podemos confiar en Hamás de ninguna manera», repite constantemente. «Son terroristas», insiste con resignación.

El suegro de Roberto, Ohad Ben Ami, fue secuestrado junto a su mujer, Raz, en su casa y trasladados a la Franja de Gaza. De hecho, una de las primeras imágenes que difundieron los terroristas fue la suya. Aparece en camiseta y calzoncillos, zarandeado por dos terroristas, que le llevan en volandas mientras va descalzo. Su suegra, por su parte, regresó a casa desde los angostos y lúgubres túneles de Gaza 54 días después como consecuencia del primer alto el fuego pactado entre Israel y Hamás. «Cuando volvió fue todo muy difícil. Físicamente llegó mejor de lo que pensábamos, pero ,por dentro, psicológicamente, tiene un daño y dolor enorme. Le está costando mucho incorporarse de nuevo al mundo», describe.

 Ohad Ben Ami
Ohad Ben AmiCedida

Mientras su suegro y casi otro centenar de rehenes continúa bajo el yugo terrorista, Roberto y su mujer sobreviven con un fuerte sentimiento de culpa. «Hoy en día cuando comes, cuando tomas agua... ¡es terrible! Porque inevitablemente piensas en los rehenes y en que ellos no tienen nada. Te sientes horrible», describe.

Los testimonios de los supervivientes demuestran las torturas a las que son sometidos durante su cautiverio: violaciones, uso como escudos humanos, servilismo, hambruna... «No tienen alimento. Comen una vez al día, a lo mucho, y lo más básico. Una rebanada de pan con queso untado. El agua es muy limitada. Media de botella de un envase de 33 centilitros. Y no porque no haya agua sino porque los terroristas de Hamás lo hacen para torturarles. Las condiciones sanitarias son las peores. Están aislados. Hay muy poco contacto. Muchas personas que regresaron ni siquiera sabían que otras estaban dentro porque no se ven», lamenta.

Raz
RazCedida

Como en todas las guerras, la propaganda es de las armas más letales para ganar una batalla. En este contexto, Roberto Meyer pone el acento en la desinformación en las redes sociales y algunos medios de comunicación. No en vano, la agresiva y mortífera respuesta israelí contra la Franja de Gaza se ha cobrado la vida de decenas de miles de personas y ha destruido un parte del territorio.

Roberto seguirá sin abrazar a su suegro. «Sabemos que forma parte de la lista pero no es seguro. La espera se puede alargar durante seis semanas», insiste. «Estamos hablando con terroristas y les encanta hacer de personas buenas, pero todos sabemos que son unos monstruos. Que el mundo abra los ojos y sean conscientes del daño que nos están haciendo», concluyen.