Oriente Medio

Hamás pide a los Estados árabes que envíen más armas a Gaza

Desde Doha, Ismail Haniyeh reclama asistencia ante la creciente destrucción de sus fábricas militares en la Franja

Transcurridos más de tres meses de operación antiterrorista, el líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, pidió ayer a los países musulmanes ayuda en forma de armas para combatir contra Israel. “El papel de la nación musulmana (...) es clave”, aseguraba el jefe de la organización islamista palestina, y “ha llegado el momento de apoyar a la resistencia con las armas, porque esta es la batalla de Al Aqsa [en referencia a la mezquita situada en la Ciudad Vieja de Jerusalén, tercer lugar más sagrado del islam] y no sólo la batalla del pueblo palestino”, aseguró desde su refugio en Doha –allí reside desde 2020— en un discurso transmitido a los medios en Gaza. Un llamado al mundo islámico apelando al componente religioso con el que hasta ahora la organización islamista suní ha tenido escaso eco.

“Nuestro pueblo palestino y resistencia han decidido que una realidad como esta no puede ser confrontada con medios convencionales”, insistió el jefe político de Hamás, una responsabilidad para la que fue reelegido en mayo de 2021 para cuatro años más. “Hamás existe en Gaza, Cisjordania, Jerusalén y en la diáspora, así como en la conciencia de la nación y los pueblos libres del mundo, y no podrá ser erradicado”, aseveró Haniyeh desde Doha en un llamado al mundo islámico.

Mucho se ha especulado en los últimos tres meses sobre dónde y cómo ha sido capaz la milicia palestina de hacerse con un arsenal e infraestructura –empezando por la extensa red de túneles construida— como los empleados contra Israel en los últimos años. Clave ha sido, sin duda, la instrucción y la logística proporcionadas por la República Islámica de Irán, némesis de Israel y apoyo fundamental de su proxy palestino, a los milicianos de Hamás y la Yihad Islámica.

Y la financiación procedente de Qatar, régimen amigo de la organización islamista, clave para el sostenimiento del entramado administrativo del gobierno de facto de Hamás en la Franja desde 2007, y de la comunidad internacional en forma de ayuda a la población gazatí. Si el poroso y extenso territorio de la península del Sinaí había sido la puerta de entrada tradicional de armas en Gaza, en los últimos años el control ejercido por el régimen de Al Sisi había reducido las posibilidades para el eje Teherán-Hamás. Lo cierto es que la mayor parte del arsenal, fundamentalmente cohetes y otros proyectiles, han sido construidos en el interior de la Franja.

Entretanto, una semana después de la eliminación del número dos de Hamás, Saleh Al Arouri, en el sur de Beirut, se estrecha el cerco contra los principales líderes de la organización islamista una vez Israel da por concluida la segunda fase de la guerra. Ahora el objetivo de

las Fuerzas de Defensa de Israel no es otro que destruir el arsenal y centros logísticos de Hamás en el sector sur de la Franja, donde se cree que se esconden sus principales líderes militares, a la cabeza de ellos Yahia Sinwar, líder de Hamás en Gaza y anterior jefe de la rama militar de la organización, y el esquivo Mohamed Deif, cerebro de la matanza de los kibutz. Turquía y Líbano son los otros refugios de los líderes de la organización.

Apenas horas antes de que el secretario de Estado Antony Blinken partiera para la región para una nueva visita desde que comenzara la guerra entre Israel y Hamás, el Departamento de Estado hizo pública una recompensa de 10 millones de dólares por la cabeza de varios individuos vinculados a Hamás en Oriente Medio. Uno de ellos, Elhassan Mohamed Khair –más conocido como Hamza—, personaje clave en las finanzas de Hamás, fue objeto de sanciones por parte de la Administración Biden horas después de la matanza terrorista del 7 de octubre. Presumiblemente en Sudán, la Inteligencia estadounidense cree que mantiene estrechos lazos tanto con Hamás como con Al Qaeda.