Opinión
El indiscutible triunfo de Israel es imprescindible también para toda la sociedad occidental
Estados Unidos intentará que sea la corrupta Autoridad Palestina, encabezada por un negador del Holocausto quien gobierne Gaza
El triunfo de Israel es imprescindible, no sólo desde la perspectiva del Estado judío, sino para toda la sociedad occidental, aún cuando una buena parte de ella no lo comprenda en absoluto.
Algunos niños israelíes volverán a ser libres, dejando atrás más de 45 días de cautiverio, mientras que más de un centenar de terroristas o cómplices activos abandonarán las cárceles israelíes.
Todo ello fruto de un acuerdo que involucra además un alto al fuego , y la entrada a la Franja de Gaza de miles de litros de gasolina, con la cual muy probablemente el grupo terrorista Hamás podrá reanudar el lanzamiento de misiles buscando asesinar al mayor número de israelíes posibles.
En mi libro titulado “El pogrom más sangriento de la historia”, detallé algunos de los monstruosos hechos perpetrados por este grupo terrorista el sábado negro, que los ubica como destacados alumnos de los maestros del sadismo y la infinita maldad, como lo fueron en su tiempo los nazis.
El mundo le exige a Israel, que es sin duda el judío del mundo, lo que existía hasta el 6 de octubre: un cese del fuego. Pero recordemos que fue Hamás quien violó ese acuerdo e invadió al sur de Israel con más de 3.000 terroristas a ejercer toda una gama de torturas, asesinatos, violaciones, saqueos, raptos, quema viva a bebés, verdaderos festivales de sangre con los cuerpos de niñas y mujeres violadas y todo tipo de medio para generar dolor en las víctimas israelíes.
Los habitantes del modelo socialista más exitoso de la historia, los kibutz, fueron acribillados al igual que los asistentes irónicamente a una fiesta por la paz.
Gran parte de las víctimas que sobrevivieron de los kibutz, quienes apoyaron activamente las iniciativas de paz con los palestinos constataron con horror, que tras los terroristas de Hamás, muchos de sus trabajadores que diariamente cruzaban la frontera de Gaza para trabajar en los diferentes kibutz, fueron los que terminaron de consumar las atrocidades que dejó tras de sí Hamás, saqueando y quemando tanto las casas como a sus dueños, en lo que fue sin duda el pogrom más letal y mortífero desde el cierre de Auschwitz.
Muchos nos preguntamos qué pasará después del triunfo de Israel y el eventual aniquilamiento del grupo terrorista Hamás, que pese al alto coste en vidas de sus jóvenes soldados, todo indica que el poderoso Ejército israelí logrará efectivamente terminar con gran parte de su capacidad de fuego.
Estados Unidos, ingenuamente, a juicio de muchos, intentará que sea la corrupta Autoridad Palestina, encabezada por un negador del Holocausto quien gobierne Gaza, unificando así lo que podría ser eventualmente un Estado Palestino.
El problema es la corrupción, las torturas a las que someten a su propio pueblo, su falta absoluta de convicciones demócráticas, carencia de legitimidad, además de sus insólitas políticas, como la de pagar una pensión vitalicia a quienes asesinen israelíes, y el modelo antisemita de educación de sus colegios. Por cierto, esta educación judeofóbica no es patrimonio sólo de la Autoridad Palestina o de Hamás, también lo es en los países que han firmado la paz con Israel, en donde es posible encontrar por desgracia esta misma nefasta realidad.
A muchos les gustaría ver una fuerza multinacional en donde participen Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Bahréin, Egipto y Jordania. Pero esa alternativa choca, entre otras cosas, con la difícil situación interna que tienen muchos países árabes con sus grupos extremistas, o con partidos radicales que podrían convertirse en una amenaza real. Fuera de eso, muchos casos carecen de legitimidad democrática para gobernar sus países.
Israel enfrenta además a otro proxy iraní, al grupo terrorista libanés Hizbulá, que no sólo ha llevado ataques permanentes a Israel sino que tiene el triste y horroroso pasado de haber volado en pedazos la embajada de Israel en Buenos Aires y posteriormente, el atentado que destruyó a la Mutual Judía, AMIA, en la capital argentina.
El alto el fuego es un respiro para la sociedad israelí por la liberación de los rehenes y un triunfo eventual y parcial del terror de Hamás. Falta una buena parte de esta guerra por escribirse, en donde seguramente Israel hará todo lo que esté a su alcance para eliminar el activo y la capacidad de fuego de Hamás, asegurando así condiciones para que puedan volver las familias israelíes a los kibutz y ciudades del sur del Estado judío.
El indiscutible triunfo de Israel es imprescindible, no sólo desde la perspectiva del Estado judío, sino para toda la sociedad occidental, aún cuando una buena parte de ella no lo comprenda en absoluto.
El que Israel gane esta guerra, además de ratificar que su arma secreta es inexpugnable -no tenemos otro lugar-, ratifica que los valores judeocristianos prevalecerán y podremos todos seguir disfrutando de un mundo en donde prime la libertad y la democracia.
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