OTAN

Juegos de guerra de Putin a las puertas de la UE

Rusia inicia junto a Bielorrusia uno de los ejercicios militares más ambiciosos desde la Guerra Fría, con movimientos de tanques y el despliegue de 12.700 soldados –aunque la cifra podría ascender a 100.000, según la OTAN– en la frontera con Polonia y Lituania.

Vehículos del Ejército bielorruso en una localización no revelada
Vehículos del Ejército bielorruso en una localización no reveladalarazon

Rusia inicia junto a Bielorrusia uno de los ejercicios militares más ambiciosos desde la Guerra Fría, con movimientos de tanques y el despliegue de 12.700 soldados –aunque la cifra podría ascender a 100.000, según la OTAN– en la frontera con Polonia y Lituania.

Rusia dio ayer el pistoletazo de salida a unas maniobras militares a gran escala a las puertas de la Unión Europea que, según expertos, serían los mayores ejercicios que realiza el país desde el fin de la Guerra Fría. En el marco de «Zapad 2017» (Occidente 2017), en las que participan las Fuerzas Armadas rusas y bielorrusas en regiones colindantes con la UE se desplegarán –de acuerdo con Moscú– unos 12.700 efectivos (7.200 soldados bielorrusos y 5.500 rusos), 70 aviones y helicópteros y casi 700 piezas de armamento y vehículos militares, incluidos tanques y lanzaderas de misiles, además de diez buques de la Flota rusa del Báltico.

Sin embargo, desde la OTAN ya han denunciado que se trata de las mayores maniobras desde la caída de la URSS en las que toman parte más de 100.000 militares y no la cifra dada desde Rusia.

Los ejercicios, que se prolongarán hasta el el 20 de septiembre, se celebran en polígonos militares en el oeste de Bielorrusia y las regiones rusas de Leningrado, Pskov y Kaliningrado, el estratégico enclave que posee Moscú en el corazón de la UE, al estar situado entre Polonia y Lituania.

Moscú y Minsk sostienen que las maniobras son «puramente defensivas» y que en ningún momento representan una amenaza para los miembros de la OTAN, que, sin embargo, critican desde hace meses la falta de transparencia en torno al número de efectivos que ha movilizado la operación «Zapad 2017» y su verdadero objetivo. Y es que desde la Alianza Atlántica recuerdan que unas maniobras similares a las actuales dieron paso en 2008 a la invasión de la región separatista georgiana de Osetia del Sur y en 2014 a la anexión de Crimea.

Oficialmente, los ejercicios se centran en la lucha antiterrorista y sus participantes deben enfrentarse a «grupos extremistas que han penetrado en el territorio de de Rusia y Bielorrusia para cometer atentados terroristas», según explicó el mando militar ruso. Así, Alexandr Fiomin, viceministro de Defensa ruso, asegura que «Zapad no hay que interpretarlo en su más amplio sentido político como un término geográfico que incluya a los países occidentales, es decir, la Unión Europa y la OTAN», porque su nombre hace referencia «a la parte occidental de Rusia y Bielorrusia». El dirigente castrense también afirmó que los países bálticos, que fueron entre los primeros en dar la voz de alerta por el gran despliegue ruso junto a sus fronteras, pueden «dormir tranquilos». Moscú lleva tiempo reivindicado el derecho a realizar ejercicios militares en su territorio y tachando de infundados los temores que despiertan entre sus vecinos.

El Kremlin incluso tachó ayer de «absoluta provocación» la «alimentación de las pasiones» en torno a «Zapad 2017». «Es una práctica habitual de todo país, una práctica habitual de la realización de este tipo de ejercicios», señaló ayer el portavoz de la Presidencia rusa, Dimitri Peskov. De hecho, Peskov remarcó que «Zapad 2017» se realiza con el pleno respeto de las normas del Derecho Internacional en la materia y no descartó una visita del mandatario ruso, Vladimir Putin, a uno de los polígonos donde se celebran las maniobras. El presidente ucraniano, Petro Poroshenko, dijo con anterioridad que los ejercicios ruso-bielorrusos son, en realidad, «preparativos para una guerra ofensiva a nivel continental». El líder ucraniano no descartó además que las maniobras pudiesen ser utilizadas como «cortina de humo» para una invasión del territorio Ucrania.

Por su parte, Varsovia denunció que «hay indicios» de que las maniobras conjuntas iniciadas tienen «carácter ofensivo», frente a lo declarado por Moscú. El viceministro de Defensa de Polonia, Michal Dworczyk, expresó en el Parlamento su «preocupación» ante estos ejercicios militares. En su opinión «se trata de unas maniobras que no son transparentes, tanto por la falta de información sobre el número de soldados como por las incertidumbres que rodean el escenario elegido», añadió el titular de Defensa. Otro de los países que lo siguen de cerca, Lituania, indicaron ayer que el mundo está ante «la preparación demostrativa de una guerra contra Occidente», según señaló la presidenta lituana, Dalia Gribauskaite. Mientras que las autoridades letonas, por su parte, han llamado a su población a tener paciencia para poder «sobrevivir» a una semana difícil.

El otro país involucrado, Bielorrusia, que comparte con Rusia las críticas de Occidente por las maniobras iniciadas ayer, se suma a los argumentos del Kremlin y también ha defendido el derecho a realizar ejercicios militares en su territorio, cuyo objetivo no es atacar a nadie, sino «aprender a combatir», aseguró su presidente, el autoritario Alexander Lukashenko, conocido como el último dictador de Europa.