Guerra civil

#KeepEyesOnSudan: La ONU estipula 25 millones de personas en situación de vulnerabilidad

La guerra en el país africano concluye su primer mes con una consecución de pactos incumplidos, violaciones y un número creciente de refugiados y víctimas civiles

Renk (South Sudan), 15/05/2023.- South Sudanese returnees who fled the violence in Sudan, stand in line as they wait for some water to arrive at the transit area set up by the UNHCR in the Upper Nile State town of Renk, South Sudan, 15 May 2023. According to the United Nations, some 200,000 people have fled the conflict in Sudan between 15 April and 12 May 2023. Around 40.000 are in South Sudan, and about two million people were internally displaced. Leaving behind them the armed conflict between the Sudanese military and the RSF (Rapid Support Forces) militia which started one month ago today, most of the refugees in South Sudan are South Sudanese returnees, part of the some 800,000 who had previously fled the war in South Sudan and who are now returning to a country which is barely out of conflict itself, with tensions still remaining in many areas. EFE/EPA/AMEL PAIN
South Sudanese who fled Sudan wait at Renk transit campAMEL PAINAgencia EFE

Este lunes se cumplió un mes desde que comenzó la tercera guerra civil sudanesa. Como viene siendo habitual en lo que respecta a los sucesos que atenazan al continente africano, el interés mediático por el conflicto fue diluyéndose tras el término de las evacuacionesde los extranjeros atrapados en el país, unido esto al fracaso consecutivo de cada una de las treguas negociadas entre ambos bandos por mediación de Estados Unidos y la Liga Árabe y la perspectiva de una prolongación del conflicto. El recuento oficial de civiles asesinados desde el inicio de los combates, aunque a todas luces incompleto, sobrepasó durante el fin de semana pasado las 600 personas, mientras el número de sudaneses que han huido a las naciones vecinas superan los 180.000.

Jartum, la capital, viene señalada como un enclave vital para obtener una victoria definitiva; la región de Darfur, al oeste, queda convertida en el bastión de los paramilitares de las RSF y se trata de la zona más afectada por la violencia que nace del conflicto. Es en estos dos puntos donde se reúnen la mayoría de los combates.

Wagner, ¿expulsados del país?

El caos aumenta en los focos citados. Tras la agresión sufrida hace dos semanas por el embajador turco en Jartum, grupos de hombres armados “atacaron y vandalizaron” este martes y este miércoles las embajadas de Kuwait y de Jordania, según informaron los ministerios de exteriores de sendos países. La condena a los hechos ha sido firme, aunque ineficaz debido a que se desconoce la autoría de los ataques. Otro hecho destacable de los últimos días ha sido la decisión de la policía sudanesa de unirse a Al Burhan en los combates. La policía sudanesa ha sido históricamente neutral en los conflictos previos que han sacudido a esta nación castigada por la ambición de unos pocos: que hayan decidido tomar partido ha supuesto un duro golpe para las RSF, en especial en lo que respecta a su relación con el pueblo sudanés, que ahora mira cómo el cuerpo de seguridad más próximo a la población civil se posiciona en contra de los paramilitares.

En lo que respecta a la sonada presencia de mercenarios Wagner en el país, fuentes sobre el terreno informaron el pasado sábado que las tropas de Al Burhan abatieron a cuatro mercenarios rusos en Sudán. Pese a que dichas informaciones no han sido verificadas, el ejército regular emitió un comunicado ese mismo día indicando que se estaba llevando a cabo “una extradición segura” de “mercenarios extranjeros” que hasta entonces permanecían en la nación africana.

A la pugna del poder entre los generales de Sudán se añaden desde hace días los choques de índole étnico que llevan sucediéndose en los últimos años y que parecen haberse incrementado a raíz de la violencia reciente. Podría hablarse así de un conflicto dentro del conflicto y que los detractores de las RSF acusan a la discriminación racial de la que hacen gala los paramilitares (de mayoría árabe), pero también a la incapacidad actual del gobierno de Al Burhan de mantener la seguridad a lo largo del territorio nacional. Así, el pasado lunes rebrotó la violencia entre las etnias hausa y nuba en la ciudad de Kosti, capital de la provincia sureña del Nilo Blanco, provocando la muerte de 25 personas.

Acusaciones cruzadas

Pese a ello, el ejército regular asegura en sus comunicados diarios que la situación del país se encuentra estable, exceptuando las regiones de Darfur y la capital. Ambos bandos continúan haciendo uso de un discurso donde ambos se señalan como libertadores del pueblo sudanés. Las RSF acusan además a Al Burhan de aliarse con el ex dictador sudanés, Omar Al Bashir, tras sacarlo de prisión durante los primeros días del conflicto, y de asociarse a través de este con los residuos de la Hermandad Musulmana que quedan en Sudán.

Varios sudaneses entrevistados en Yeda (Arabia Saudí), aunque favorables a la causa de Al Burhan, han reconocido a este periodista que la relación entre el general y el ex dictador siempre ha sido cercana, pero temen que una unión demasiado visible entre ambos dirigentes podría debilitar las relaciones de Al Burhan con Egipto: debe tenerse en cuenta que Al Bashir mantuvo una estrecha relación con Mohammed Morsi, líder de la Hermandad Musulmana en Egipto antes de que esta organización islamista fuera ilegalizada en el país de los faraones.

Los ataques a infraestructuras básicas se han sucedido a lo largo de los últimos días pese a lo firmado la semana pasada en Yeda. El ejército regular bombardeó este martes un hospital en Jartum bajo la sospecha de que era allí donde el general Hemedti estaba siendo tratado tras ser herido en combate. El número de víctimas civiles tras el ataque todavía no se ha concretado, pero ya es este el segundo hospital bombardeado desde el 15 de abril. Se mantiene igualmente la dinámica donde unidades paramilitares de las RSF se posicionan cerca de zonas residenciales para forzar al ejército regular a bombardear áreas civiles y acusarles así de “genocidas”. El ejército regular señala a su vez que las RSF están utilizando escudos humanos, y ha promovido en las últimas semanas una serie de normas para garantizar la seguridad ciudadana en la medida de lo posible.

Ante los rumores de la muerte de Hemedti tras el ataque al hospital, el líder de las RSF envió una grabación donde aseguraba encontrarse sano y, todavía más, luchando en primera línea, calificando como falsas las informaciones sobre su asesinato o que hubiera sido herido en los días previos. Al Burhan quiso ser menos. Este miércoles se mostró en Jartum rodeado de tropas fieles a él, saludando al aire y con una sonrisa beatífica mientras sus soldados le coreaban entusiasmados. Estos dos hombres de moral intachable han conseguido, entre otros logros, que los médicos sudaneses que quedan en las zonas afectadas por los combates hayan dado la alarma sobre el número de violaciones que están atendiendo y que supuestamente tienen como culpables a los combatientes de ambos bandos.

Sólo en la provincia de Darfur Sur, según la organización Strategic Initiative for Women in the Horn of Africa (SIHA), hasta 30 mujeres han sido víctimas de abusos sexuales. Las acusaciones en este caso apuntan contra las RSF, aunque estos han considerado que las violaciones las llevaron a cabo miembros del ejército regular disfrazados con uniformes de los paramilitares.

Tanto sudaneses como sujetos interesados en que el conflicto permanezca en el foco internacional han promovido en las últimas semanas la difusión por Twitter del hastag #KeepEyesOnSudan (mantén los ojos en Sudán). Esta iniciativa pretende remarcar que la guerra en curso tiene como primeras víctimas a los civiles sudaneses, que todavía no han querido involucrarse en los combates mientras el número de desplazados internos superó este miércoles las 800.000 personas. La oficina de Naciones Unidas para la inmigración ha solicitado una ayuda adicional de 209 millonesde dólares para suplir las necesidades de las 25 millones de personas que estiman en una situación de vulnerabilidad, tanto en Sudán como al otro lado de sus fronteras.