Protestas

Kenia se enfrenta a una segunda semana de protestas con tres manifestantes fallecidos a manos de la policía

El líder de la oposición critica la falta de transparencia en el proceso electoral del verano pasado, mientras la población se manifiesta por la subida de precios

Nairobi (Kenya), 27/03/2023.- Supporters of the opposition Azimio coalition throw stones and shout slogans towards riot police (not pictured), during a nationwide protest in Nairobi, Kenya, 27 March 2023. The nationwide mass protest called by the opposition Azimio coalition leader against the current government over high cost of living and last year's election rigging claims has entered its second week, now expected to take place every Monday and Thursday of every week until their demands are met. (Protestas, Kenia) EFE/EPA/Daniel Irungu
Los manifestantes contra el gobierno entran en la segunda semana de protestas.Daniel IrunguAgencia EFE

Arde París. Arde Nairobi. Mientras las semanas de protestas se solapan en Francia, lo mismo ocurre en Kenia, donde el líder de la oposición, Raila Odinga, jalea a sus seguidores para que tomen las calles por segunda semana consecutiva. Han pasado ya dos semanas desde que miles de kenianos se echaron a las calles de las ciudades más importantes del país para protestar por un ramillete de acusaciones que pesan contra William Ruto, presidente del país desde agosto de 2022. La más grave, la negativa del Gobierno de permitir una auditoría a la Junta Electoral del país, después de que cuatro de los siete comisionados dimitiesen antes de que se anunciaran este verano los resultados electorales.

Pero también aumenta el bullicio la alta tasa de paro juvenil y el encarecimiento del coste de vida en Kenia, sumado esto a la primera muestra de violencia policial desde que Ruto asumió el poder. Tres jóvenes han muerto a manos de la policía durante las protestas y más de 200 personas han sido detenidas.

Las primeras manifestaciones ocurrieron en un clima de calma relativa, con escasos choques con la policía. A medida que el ambiente fue caldeándose, William Ruto apeló directamente al líder de la oposición, insinuando que “no puede seguir chantajeando a un país”. Con esto se refiere a que Odinga pretende provocar un alzamiento popular tras desestimar el Tribunal Supremo su apelaciónal resultado de las elecciones. Pero Odinga (ex primer ministro del país e hijo del primer vicepresidente de Kenia, Jaramogi Oginga Odinga), pese a sus 78 años y pese a haber perdido ya cinco elecciones presidenciales, no se da por aludido.

El Inspector General de la Policía keniana, Japhet Koome, prohibió la continuidad de las protestas este lunes, y, aún así, las protestas sucedieron, desarrollándose en un clima de violencia creciente entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad. Gas lacrimógeno, cañones de agua y cargas policiales se convirtieron en una imagen habitual a lo largo de la jornada. Incluso dispararon gas lacrimógeno contra el convoy de Odinga, que encabezaba la manifestación principal en Nairobi.

La situación de William Ruto es compleja. Se enfrenta a un encarecimiento del grano que escapa a su alcance y que afecta igualmente a un amplio número de naciones africanas. En el caso keniano, un tercio de las importaciones de trigo proceden de Rusia, y resulta curioso comprobar cómo lo que supone un 2% de las exportaciones totales del país (en torno a 500 millones de dólares) pueden provocar semejante desajuste en una nación que respiró aliviada después de que el proceso electoral concluyera sin incidentes graves. Odinga reconoce su oportunidad y la agarra, no la suelta.

En cuanto a la tasa de desempleo, cabe a destacar que esta se disparó en 2016, seis años antes de la toma de poder de William Ruto. Pero al nuevo presidente se le critica su escaso interés a la hora de reducirla, debido a su inclinación por traer inversión extranjera, en lugar de incentivar la economía interna.

Ovejas a 23 dólares

Los manifestantes lanzan piedras a la policía e incendian las calles, mientras las fuerzas de seguridad justifican la violencia con el hecho de que las protestas son “ilegales”. Uno de los momentos más tensos en los últimos días ocurrió este lunes, cuando una turba furiosa irrumpió en la granja familiar del expresidente Uhuru Kenyatta, conocido por dar apoyo político a Raila Odinga desde que Ruto ganó las elecciones. Talaron varios árboles sirviéndose de sierras mecánicas, robaron cabezas de ganado y prendieron fuego a la granja antes de marcharse. Periodistas de la BBC informaron horas después de que los allanadores estaban vendiendo las ovejas de Kenyatta por 23 dólares cada una. Odinga ha negado ser quien auspició el ataque a la granja de su aliado, condenando lo sucedido en una entrevista a la BBC y calificando a los atacantes de “matones contratados por el gobierno”.

En la misma entrevista, el líder de la oposición se sacudió toda responsabilidad frente a los destrozos callejeros ocasionados por sus seguidores a lo largo de las últimas semanas. Asimismo, reconoció que el encarecimiento del coste de vida es un problema global, pero que mientras otros países han intentado paliar los efectos de la recesión en sus ciudadanos, Ruto ha eliminado los subsidios, lo que ha supuesto un aumento en las dificultades que atraviesan los kenianos.

Odinga dijo estar dispuesto a reunirse con el presidente, siempre que se cumplan dos condiciones: la primera, que los servidores electrónicos de las elecciones se hagan públicos para comprobar la veracidad del proceso electoral del verano pasado, y la segunda, que se permita la selección de un nuevo comisariado electoral que involucre a todos los partidos. De no cumplirse estas condiciones, llamará a la población a manifestarse todos los lunes y jueves que vienen. Parece que el precio del pan (la causa primera que empuja a la población a la calle) no entra en su lista de prioridades a la hora de sentarse en la mesa de negociaciones.