Tribuna
Los motivos por los que Irán no quiere estabilidad en Oriente Medio
Si Israel y lo que queda de la Autoridad Nacional Palestina crean un Estado Palestino en el futuro, Teherán clamará venganza contra los traidores, dice el autor del artículo
La convivencia chiísmo y sunismo no es imposible, y las relaciones entre Irán y sus vecinos árabes del Golfo ha sido intensa entre pueblos, baste como dato que los EAU y la República Islámica de Irán no son precisamente amigos del alma, sin embargo, los intercambios comerciales son intensos, el zoco de Sharja (uno de los siete emiratos de la federación) es más un bazar persa que una medina árabe. Cabe subrayar que donde el régimen de los ayatolás no mete la mano, o no le dejan, la convivencia es muy buena, en Kuwait los chiíes, 25% de la población, están plenamente integrados y hasta tienen escaños reservados en el Parlamento, lo mismo ocurre en Omán y Qatar, en los que familias chiíes se cuentan entre las más influyentes y ricas de sus respectivos países.
En Bahréin la cosa es muy distinta, allí los chiíes son mayoría y el implacable Ministerio de Inteligencia iraní tiene penetrada la comunidad y ha provocado revueltas constantes siendo las más graves las que casi incendian el país en la mal-llamada Primavera Árabe. Irán ha tratado de desestabilizar a Arabia Saudí (17-18% de población chií), su gran enemigo/adversario/rival/competidor, y dependiendo del momento es alguna de estas cosas o todas a la vez. La más grave fue el ataque en diciembre de 1979 a la Gran Mezquita de La Meca, el lugar más sagrado para el Islam, por un sanguinario comando terrorista iraní enviado directamente por el régimen.
De no existir el régimen iraní las tensiones no desaparecerían, como ya hemos dicho, los odios y el resentimiento de más de 1.400 años están profundamente arraigados y no se esfumarán por arte de magia. Las tensiones intercomunitarias podrían reducirse cuestiones de convivencia, desordenes sociales, pero no sería combustible de terrorismo o de guerras. Además, el Ministerio de Inteligencia iraní y los Pasdarán, la Guardia Revolucionaria iraní, no colonizarían países vecinos, desestabilizándolos si fracasan en su intento de dominarlos.
De igual modo, si mañana se lograse un acuerdo global entre Israel y lo que queda de la Autoridad Nacional Palestina, para crear un Estado Palestino plenamente soberano en Gaza y Cisjordania con capitalidad en Jerusalén Este y Ramala unidas, los palestinos protagonistas del acuerdo serían tildados de traidores, Hamás no lo aceptaría nunca y éstos y los demás grupos, organizaciones y milicias terroristas de la región se conjurarían, para no cejar en su empeño de destruir el Estado de Israel y crear un Estado Palestino (más bien una República Islámica Palestina) entre «el río (Jordán se entiende) y el mar (el Mediterráneo claro…)», la señora Díaz dixit, la monstruosa divisa de los enemigos de la paz, repetida por no pocos líderes de la izquierda más dura y rancia de Europa.
España cuenta, como bien sabemos, con algunos de los más ardientes defensores de la negación de la solución de dos Estados, eso sí, disfrazados de ebúrneos pacifistas. El gran padrino iraní pondría el grito en el cielo, y clamaría venganza contra los traidores, es decir asesinarlos a simple vista, que es la más eficaz estrategia de activación de los lobos solitarios. Si no que se lo pregunten a Salman Rushdie, pues una vez lanzada la «condena de muerte» no se extingue hasta el asesinato del objetivo. La fatua del imam Jomeini se dictó en 1988 y el último y casi letal atentado contra su vida fue en 2022, 34 años más tarde. La guinda del pastel del terror sería que Hamás, Hizbulá, Huthíes y demás «proxies» iraníes redoblarían sus ataques contra Israel. Hay demasiados actores en la región a los que interesa la tensión, la violencia intercomunal, el terrorismo, la inestabilidad y hasta las guerras incluso las interminables como la de Siria.
A ciertos actores globales conviene todo lo anterior, incluso guerras cortas e intensas. Si alguno de los alumnos aventajados del terror se pasase de la raya, como los huthíes bloqueando el comercio internacional por su acoso a la navegación en el Mar Rojo, en ese momento China, por ejemplo, pediría a Teherán que los patrocinados bajasen el pistón, ya que la disrupción de la navegación por el Mar Rojo y el Canal de Suez dispara los precios de los fletes y los seguros, retrasa las entregas, dispara los precios de los bienes que vende a todo el planeta y en consecuencia, su economía se ralentiza, causando una seria gripe o el inicio de pulmonía al gigante manufacturero.
La paz y estabilidad total sólo interesa verdaderamente a quienes más la sufren: Jordania, Egipto, los Estados del Golfo (todos, sí todos, no nos equivoquemos de enemigo) con Arabia Saudí a la cabeza (no contamos a Yemen que es un Estado fallido controlado por los fanáticos de Ansar Alla es decir los huthíes). Los rusos están muy contentos con la inestabilidad, les permite vender armas a sus amigos y aliados, distrae al mundo de su agresión contra Ucrania y empuja los precios del petróleo y del gas al alza aumentando notablemente su flujo de caja. En estas aguas revueltas una potencia menguante como Rusia, pero con armas nucleares y ambiciones globales difícilmente realizables, se siente cómoda porque en el caos puede tener más influencia que en la paz y estabilidad.
Incluso Turquía está encantada con las tensiones, no olvidemos que además de la componente ultranacionalista del régimen de Erdogan tiene un vector fundamental la del islamismo radical. No olvidemos que su partido el AKP es hijo directo del movimiento de los Hermanos Musulmanes, que es como la colmena madre de todos los principales movimientos islamistas del Islam sunní. Sin embargo, este vector fundamental de la ideología de Erdogan está concebido y diseñado a la turca, es decir con una sólida base y estructura estatal, y por eso es más eficaz y más temible. A Erdogan, que no a Turquía, no caigamos en la metonimia facilona, le interesa la anarquía y el consiguiente desconcierto, pues intentará cimentar un liderazgo ideológico sobre el islamismo suní (algo que se me antoja casi imposible) y de paso, en el lío, puede entrar y salir de Siria y de Irak a voluntad y sacudirle con saña a los kurdos.
La verdad es que las fuerzas armadas turcas han luchado contra Daesh (Estado Islamico) y la influencia de Hizbulá en Siria, practicando un intento de cuadratura del círculo (ambas son enemigos jurados), si se hubiese quedado solo en eso, sin entrar en lo primero, muchos le habrían aplaudido. Lamentablemente, hoy Erdogan se ha convertido en un factor inflamable más en la región más explosiva del mundo. Al final tendrá razón el veterano periodista que le aconsejó a una alumna de master de periodismo de Columbia, cuando ella le preguntó qué le aconsejaba para su futuro profesional. Él contestó: «Especialízate en Oriente Medio, a mí me ha dado trabajo durante más de 30 años». Mucho me temo que tenemos tragedia para mucho más de 30 años más.
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