Brexit

Sunak saca adelante con una amplia mayoría el nuevo Protocolo de Irlanda

Solo 22 diputados "tories" y siete unionistas del DUP votaron en contra del acuerdo con la UE

El "premier" Rishi Sunak, durante la sesión de control parlamentario
A sign from Unionists Against Northern Ireland Protocol hangs from a lamp post close to Larne Port, Northern Ireland. HarrisAfp

El "premier" Rishi Sunak consiguió hoy que la Cámara de los Comunes aprobara por una gran mayoría -515 votos a favor frente a 29 en contra- el llamado Acuerdo de Stormont, el nuevo pacto que ha cerrado con la UE para poner fin a la polémica que existía respecto a los nuevos controles aduaneros que hay que ejecutar en Irlanda del Norte tras el Brexit.

En concreto, lo único que se sometía a votación era el llamado `Freno de Stormont´, la herramienta que permitirá a la Asamblea de Belfast objetar ante la futura legislación comunitaria que se deberá seguir aplicando en la provincia británica a fin de proteger el mercado único. Pero eso es suficiente para que el nuevo marco pueda ser adoptado formalmente en la reunión prevista para este viernes en Londres entre James Cleverly, el ministro de Exteriores, y Maros Sefcovic, el vicepresidente de la Comisión Europea.

Fue a finales de febrero, tras meses de negociaciones, cuando Sunak y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaban la ansiada fumata blanca dando así el comienzo de un “nuevo capítulo” en las relaciones bilaterales, alejado de las amenazas que en su día vertió Boris Johnson y que a punto estuvieron de iniciar una guerra comercial.

Durante la larga saga del Brexit, el inquilino de turno de Downing Street siempre ha tenido problemas para conseguir que Westminster diera luz verde a lo pactado con Bruselas. Sin embargo, en esta ocasión, la temida gran rebelión del núcleo duro de los `tories´ euroescépticos no se materializó. De los cien de los que se llegaron a hablar finalmente sólo un total de 22 conservadores votaron en contra, entre ellos, el propio Boris Johnson y su fugaz sucesora Liz Truss.

Los rebeldes se sumaron a los norirlandeses unionistas del DUP, que ya habían avanzado su rechazo. Los protestantes no aceptan que la provincia británica quede ahora con un estatus diferente al del resto de Reino Unido por lo que se siguen negando a formar un Gobierno de coalición en Belfast, donde la Asamblea lleva ya más de un año paralizada. Se antoja difícil que la situación vaya a cambiar antes del 10 de abril, cuando se cumple el 25º aniversario del acuerdo de paz entre católicos y protestantes. Por lo tanto, si la nueva fórmula diseñada ahora por Londres y Bruselas sigue sin desbloquear la crisis política en Irlanda del Norte podría considerarse un fracaso.

Lo cierto es que el Brexit siempre planteó un auténtico reto para la frontera entre la República de Irlanda (miembro de la UE) y la provincia británica de Irlanda del Norte, la única terrestre que existe ahora entre Reino Unido y la UE, aparte de la de Gibraltar. Más allá de los problemas logísticos para proteger el mercado único, se planteaban las delicadas cuestiones históricas, ya que el Acuedo de Viernes Santo -que acabó con el sangriento conflicto entre católicos y protestantes- deja claro que no puede haber una “frontera dura” en la isla.

En su momento, Johnson decidió `mover´ la frontera al mar de Irlanda, pero eso obligaba a realizar controles a los productos que llegaban desde Gran Bretaña. A fin de encontrar una solución, Sunak ha apostado ahora por el pragmatismo, pese a su convicción euroescéptica, y Bruselas ha mostrado una gran flexibilidad. Y gracias al acercamiento entre ambas partes se ha conseguido reducir los chequeos considerablemente gracias a la creación de dos canales. Uno verde, con chequeos mínimos o inexistentes, para los productos que viajen desde Gran Bretaña (Escocia, Inglaterra y Gales) a Irlanda del Norte. Y uno rojo para los productos cuyo destino final sea la República de Irlanda (miembro de la UE), a los que deberá aplicarse controles aduaneros, sanitarios o fitosanitarios. Sunak ha conseguido además que todo lo relacionado con el IVA o con subsidios estatales a empresas de Irlanda del Norte quede bajo el control de Londres, y no de Bruselas.

En cualquier caso, la provincia británica sigue quedando con un estatus diferente al del resto de Reino Unido, más alineada a la normativa comunitaria. Y esto genera gran preocupación ante los unionistas norirlandeses del DUP, que temen que esto allane el camino a un referéndum de reunificación en la isla, petición histórica de los católicos del Sinn Fein que, el año pasado, quedaron por primera vez como la formación más votada en las elecciones `regionales´.