
Bombas
Rusia está creando nuevas bombas de precisión y lo está haciendo de forma improvisada
Una nueva amenaza para la retaguardia ucraniana: Rusia ultima la producción en serie de bombas soviéticas modernizadas, ahora con propulsión propia para alcanzar objetivos a doscientos kilómetros de distancia

Rusia ha abierto una nueva brecha tecnológica en el conflicto de Ucrania, desarrollando bombas guiadas cuyo alcance amenaza con dejar muy atrás a las capacidades defensivas de Kiev. Mientras los proyectiles planeadores ucranianos apenas alcanzan los 60 kilómetros, Moscú ya está probando armamento capaz de golpear objetivos a distancias de hasta 200 kilómetros. Esta asimetría supone un desafío de envergadura para el ejército ucraniano, que se vería forzado a reubicar sus centros de mando y logística lejos del frente. Esta nueva capacidad ofensiva rusa agrava la ya de por sí compleja tesitura bélica del país, en un momento clave en el que Ucrania se enfrenta al que podría ser su peor año en la contienda.
En concreto, el Kremlin está impulsando un programa para modernizar su vasto arsenal de la era soviética, convirtiendo antiguas bombas en proyectiles de precisión de largo alcance. El objetivo estratégico es claro: superar las barreras antiaéreas ucranianas para poder golpear objetivos en la retaguardia con una efectividad y desde una distancia nunca vistas hasta ahora en este tipo de munición. La producción en serie de estas armas modificadas ya estaría en fase de preparación. Este desarrollo armamentístico es un ejemplo del tipo de amenaza que ha impulsado a otras naciones europeas, como Alemania, que ahora busca adquirir sus propios misiles de largo alcance.
De hecho, este avance no es una mera especulación, pues ha sido confirmado por la inteligencia de defensa ucraniana. Sus informes alertan de que las fuerzas rusas se encuentran en plena fase de pruebas con varias municiones aéreas experimentales. Entre ellas destacan el misil Grom-E1, con un alcance ya probado de 120 kilómetros, y una nueva versión de su conocido kit de guiado UMPK, cuya evolución es la que más preocupa en Kiev, según recoge el medio United24media.
La clave de la nueva amenaza: un motor de bajo coste
En esencia, la innovación rusa consiste en añadir un sistema de propulsión a lo que antes era una simple bomba planeadora. Este cambio transforma por completo el arma, que pasa de depender de la altitud y la velocidad del avión lanzador a convertirse en un proyectil autopropulsado. Esta capacidad no solo multiplica su radio de acción, sino que permite a los cazabombarderos rusos lanzar desde una distancia segura, fuera del alcance de las defensas antiaéreas ucranianas desplegadas en el frente. Esta conversión de armamento convencional en proyectiles de precisión se enmarca en la creciente tendencia hacia la munición inteligente, capaz de alterar significativamente el campo de batalla.
Asimismo, para llevar a cabo esta modernización, los ingenieros rusos barajan dos opciones. Una de ellas implicaría el uso de motores turborreactores, posiblemente de origen chino, aunque la vía más plausible parece ser otra. Todo apunta a que Moscú optará por cohetes de combustible sólido, una solución más simple y económica que facilitaría una producción a gran escala, un factor decisivo para el esfuerzo de guerra del Kremlin.
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