Australia

Sigue desaparecido el niño de 4 años que se desvaneció en el desierto australiano: su única pista, una huella solitaria

Gus Lamont, de cuatro años, desaparece sin dejar rastro en una remota estación ganadera de Australia, desatando una búsqueda masiva y un misterio aún sin resolv

Desierto de Marruecos en quad
Gus Lamont, de cuatro años, desaparece sin dejar rastro en una remota estación ganadera de Australia, desatando una búsqueda masiva y un misterio aún sin resolvCivitatis

La desaparición de Gus Lamont, un niño de cuatro años, ha sacudido la tranquilidad del árido paisaje de Oak Park Station, en Australia. Lo que comenzó como una tarde común en la granja familiar se transformó en un misterio desconcertante que ha movilizado a toda una comunidad.

La última vez que se vio al pequeño fue jugando en un montículo de tierra roja, cerca de la vivienda. Su ausencia repentina desencadenó una búsqueda exhaustiva, con un despliegue sin precedentes: cientos de agentes, decenas de soldados, voluntarios especializados y equipos de rastreo recorrieron miles de hectáreas de terreno inhóspito. La única pista: una huella solitaria en el polvo, demasiado difusa para ofrecer certezas.

La geografía del lugar presenta un escenario desalentador. Oak Park Station, una propiedad de 150.000 acres, es un entorno vasto y desolado donde cualquier rastro puede desaparecer fácilmente. Los investigadores han explorado múltiples hipótesis, desde encuentros con fauna local hasta intervención humana, sin hallar una explicación satisfactoria.

La familia, profundamente afectada, ha mantenido una postura de cautela y determinación. Josie Murray, abuela de Gus, ha enfrentado la situación con una mezcla de dolor y fortaleza, respondiendo a la atención mediática con un mensaje claro: “Seguimos buscándolo”.

Las redes sociales y los medios han amplificado el caso, convirtiendo la búsqueda en un fenómeno que trasciende lo local. No obstante, la familia ha sido enfática en solicitar privacidad, rechazando especulaciones e intervenciones externas que puedan entorpecer la investigación.

Los equipos de rescate han agotado prácticamente todas las posibilidades: inspecciones aéreas y terrestres, búsquedas con perros rastreadores, revisión de estanques y depósitos, y consultas con rastreadores aborígenes. La operación ha pasado de ser un rescate a una fase de recuperación, un cambio semántico que refleja el sombrío panorama.

Las hipótesis han sido sistemáticamente descartadas. La presencia de animales salvajes, la posibilidad de un secuestro en un territorio tan aislado… todo se desvanece ante la ausencia de evidencias concluyentes.