Reino Unido
Sunak confía en dar la sorpresa como Major en 1992
El premier «tory» espera invertir los sondeos y evitar una derrota electoral como su antecesor hace más de treinta años
Tras la rebelión interna contra Margaret Thatcher que acabó forzando su dimisión, el Partido Conservador vivió una cruenta batalla por el liderazgo. John Major se apartó del fango en los momento más delicados por un `oportuno´ dolor de muelas. Y al final fue quien acabó mudándose a Downing Street. Tras más de una década en el poder, la formación mostraba claros signos de fatiga y se daba prácticamente por hecho su derrota en las elecciones de 1992.
Ningún gobierno desde la reforma parlamentaria de 1832 había ganado cuatro elecciones consecutivas y ninguno había conseguido una victoria empezando la campaña con los sondeos en contra. Con la economía entrando además en su séptimo trimestre consecutivo en recesión y el desempleo en aumento se consideraba imposible que los `tories´ tuvieran la mínima posibilidad. Pero Major desafió todo pronóstico. Terminó ganando más votos que cualquier partido político (más de 14 millones) superando incluso los triunfos cosechados por la Dama de Hierro en 1979, 1983 y 1987.
La pregunta ahora es ¿podría Rishi Sunak repetir la proeza en 2024? Todos los sondeos vaticinan el fin de era para los conservadores tras más de trece años en el poder. Pero nada puede descartarse en política. Más aún en Westminster, donde en los últimos años ha ocurrido lo inimaginable.
Las diferencias a nivel personal entre Sunak y el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, son mínimas. Ninguno de los dos es precisamente Mr. Carisma. Al contrario de lo que ocurrió en 2019 no existen ahora cuestiones excepcionales como el Brexit, el excéntrico Boris Johnson o el miedo de los mercados ante el radical Jeremy Corbyn, bautizado en su día como el Pablo Iglesias británico.
Respecto a Exterior y Defensa –como el apoyo a la OTAN y Ucrania, las relaciones con China y Estados Unidos y el comercio– tanto conservadores como laboristas están en la misma línea. Y con la popularidad del Partido Nacional Escocés (SNP) a la deriva, la perspectiva de un segundo referéndum de independencia es prácticamente inexistente. Por primera vez en dos décadas, el desafío nacionalista no tomará un papel relevante en campaña.
Determinar la fecha concreta será clave. Muchas voces dentro del Partido Conservador consideran que octubre es su mejor opción, ya que permitiría que la inflación disminuyera y los ingresos de los ciudadanos se recuperaran. Pero otros creen que es más probable que Sunak quiera alinearse con las elecciones locales en mayo, porque el mal resultado que se espera para los `tories´ podría dificultar una campaña de otoño. Sunak evitaría así además una posible rebelión de sus filas contra su liderazgo por lo que podría replicar la estrategia que llevó a cabo Pedro Sánchez tras la debacle sufrida por el PSOE en las municipales y autonómicas de mayo.
La clave es si los conservadores acabarán perdiendo las generales, no tanto si los laboristas las ganarán. Son muchas las similitudes con el escenario de 1992, de ahí que los analistas se pregunten si podría ser posible también ahora terminar con el escenario menos esperado.
Lo cierto es que entre Sunak y Major hay grandes coincidencias. Ambos se convirtieron por sorpresa en ministros del Tesoro tras repentinas dimisiones. Ambos se mudaron luego a Downing Street tras ganar, contra todo pronóstico, un proceso de primarias. Pero también hay claras diferencias que juegan en contra del actual primer ministro.
Pese al pesimismo que existía entre las filas `tories´ en 1992, Major era una figura excepcionalmente popular. Su estilo de liderazgo era muy diferente al de la Dama de Hierro y pese a estar tantos años en el poder consiguió esa imagen de cambio soñando incluso con una nueva sociedad “sin clases”.
Decidió ponerse en situaciones “ordinarias” para demostrar que “era posible ser Primer Ministro y seguir siendo un ser humano”. Fue fotografiado comiendo en cafés Happy Eater y en partidos de liga de fútbol y rugby. Un perfil del Sunday Times lo presentó como “un hombre común en una posición extraordinaria”. Los laboristas comenzaron la campaña con una ventaja (promedio) de 4 puntos, pero había hasta once millones de indecisos.
Ahora los laboristas sacan una media de 20 puntos de ventaja y el porcentaje de indecisos es menor. Y teniendo en cuenta que Sunak tiene más dinero que el propio Carlos III (está casado con la hija del Bill Gates indio) es complicado demostrar que puede entender los problemas cotidianos de la calle. Y más aún vender que puede traer un cambio tras nombrar por sorpresa a David Cameron (el que fuera líder `tory´) como nuevo titular de Exteriores. Asimismo, ha demostrado no tener el control de su partido con continuos bandazos para contentar al grupo más radical y al más moderado sin ganar autoridad luego en ninguno de los dos bandos.
La campaña estará dominada por la economía, tema sobre el que los laboristas han mantenido una ventaja en las encuestas como el mejor partido para gestionarla tras el desastroso mini presupuesto de la fugaz Liz Truss de octubre de 2022.
Aunque la inmigración tendrá también un papel protagonista. Se trata de una cuestión especialmente simbólica para los `tories´. Recuperar el control de las fronteras se convirtió en el gran lema del Brexit. Pero la migración neta -la diferencia de los que llegan respecto a los que se van- marcó un nuevo récord en 2022, con 745.000, por encima de lo que se había estimado previamente, según los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadísticas. Y las pateras siguen cruzando en masa el Canal de la Mancha. De ahí que Sunak tenga tanta presión de sus filas para poder mandar antes de los comicios el primer avión con inmigrantes ilegales con destino a Ruanda dentro de su polémico plan.
Fue el gobierno de Boris Johnson el que en 2022 cerró un acuerdo para deportar al país africano a los solicitantes de asilo llegados por rutas irregulares. Hasta ahora, Londres ha pagado a Kigali 240 millones de libras. Pero no se ha enviado aún absolutamente a nadie. Después de que el pasado mes de noviembre el Tribunal Supremo considerara el plan “ilegal”, el primer ministro ha presentado un nuevo proyecto de ley para asegurar que “las personas desplazadas no correrán el riesgo de ser devueltas a un país donde su vida o su libertad se vean amenazadas”. Pero la tramitación en Westminster se antoja complicada.
Por otra parte, está el estado de los servicios públicos, en sucesivas huelgas a lo largo del último año, y las listas de espera para el Servicio Nacional de Salud (NHS), que han seguido aumentado. Los tribunales todavía están sobrecargados y hay un retraso importante en las reparaciones urgentes de los edificios escolares.
Algunos círculos conservadores creen incluso que es necesario una derrota para poder reconstruirse. En caso de derrota, todo apunta a que la formación tomará un rumbo aún más a la derecha en esa búsqueda de identidad. Tras perder el poder en 2010, los laboristas también se radicalizaron (llegando incluso a elegir como líder a Jeremy Corbyn) para volver luego al centro. La formación de Keir Starmer se muestra ahora cautelosa y disciplinada. Su objetivo es ganar sin probar la amargura de una primera derrota innecesaria como ocurrió en 1992. Pero una semana es un mundo en política.
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