EE UU
Trump y Harris se acusan mutuamente de no tener un plan para EE UU en su primer debate presidencial
El debate transcurrió sin mayores propuestas por parte de ninguno de los candidatos, en parte porque así lo buscaron estratégicamente, y también porque el enfoque de los moderadores no pareció centrarse en ello
La candidata demócrata Kamala Harris tuvo la iniciativa de estirar su mano hacia su oponente, el aspirante republicano Donald Trump. Fue un incómodo saludo el que marcó la primera vez que ambos políticos se vieron frente a frente. Por su lenguaje corporal, parece que el expresidente no se lo esperaba.
Desde Filadelfia, en el estado clave de Pensilvania, ambos se enfrentaron en el primer –y tal vez único– debate de esta segunda fase del ciclo electoral de cara a los comicios del 5 de noviembre. Las preguntas fueron hechas por moderadores de la cadena ABC, organizadora del esperado evento.
Harris inició la noche hablando sobre su origen de clase media, explicando que le interesa trabajar por los estadounidenses de ingresos menores. Trump, por su parte, se mostró desde el comienzo de su intervención como el hombre fuerte que busca evitar que otros países sigan «sacando ventaja de Estados Unidos».
El primer intercambio fue sobre el estado de la economía. «Probablemente tenemos la peor en inflación en la historia del país», aseguró el republicano mientras Kamala Harris sacudía la cabeza negando las palabras de su oponente quien, además, dijo que la situación económica es mala porque los empleos los están ocupando inmigrantes hispanos que «Harris y Biden han dejado entrar por millones», sentenció, «que ahora se están tomando nuestras ciudades». Este comentario hizo referencia a supuestos miembros de la banda criminal transnacional Tren de Aragua, de origen venezolano, que aparecen en un video tomándose un edificio de apartamentos en Colorado.
Ignorando el argumento de Trump, Harris se defendió hablando del récord de «empleos bajos» que tuvo el republicano durante su Administración. También la demócrata lanzó dardos al llamado Proyecto 2025, un conjunto de políticas conservadoras promovidas por al menos 145 antiguos asesores del exmandatario para una visión sobre el futuro de Estados Unidos en una eventual nueva presidencia republicana. «No tengo nada que ver con eso», se defendió Trump.
El debate transcurrió sin mayores propuestas por parte de ninguno de los candidatos, en parte porque así lo buscaron estratégicamente, y también porque el enfoque de los moderadores no pareció centrarse en ello.
Harris acusó a Trump diciendo que su rival «no tiene un plan para ustedes, solo para los más adinerados». Y casi cada vez que hablaba, la demócrata lo miraba sin poder disimular sus expresiones faciales que negaban las palabras del republicano, a veces hasta no contener airadas sonrisas.
Trump dijo sarcásticamente que le enviaría a su rival una gorra de Make American Great Again (su lema de campaña, que traduce «Hacer a EE UU grande de nuevo»), porque según él, ella le copia tanto sus propuestas políticas «que parece que ahora está de mi lado». La contrincante demócrata se envió inmediatamente la mano a la barbilla en señal de desagrado ante el comentario. Harris se defendió de esa crítica reafirmando que sus valores «no han cambiado», aunque admitió que durante sus años como vicepresidenta ha aprendido a ser más pragmática en la política.
El aborto, el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y la seguridad nacional fueron otros de los temas que se abordaron bajo un mismo manual: Trump atacando la actuación de Harris como vicepresidenta de Joe Biden, e incluso al mismo presidente en ejercicio, de quien dijo «se la pasa en la playa».
Del lado demócrata, Harris siguió hablándole a la cara, aunque él no la mirase ni una sola vez, en una suerte de postura «fiscal vs. acusado», cuyo resultado sinceramente no quedó muy claro si funcionó a pesar de que Trump pasó al menos toda la primera hora del debate defendiéndose.
Los moderadores sacaron a relucir temas difíciles para el expresidente, como el de la elección del 2020, mientras él intentaba volver a la inmigración y la frontera todo el rato, llevándolo incluso a decir una de las citas más virales del debate. «Los inmigrantes ilegales han llegado a ciudades como Ohio a comerse a las mascotas de las familias de quienes viven allí», aseguró Trump ante la carcajada de Harris y la corrección inmediata del moderador quien afirmó haber aclarado esa información como falsa de boca de las autoridades locales.
Mientras el encuentro llegaba al clímax, Harris intentó aferrarse a las preguntas sin ofrecer mucha concreción, para luego exhortar a los espectadores a «pasar página» y superar el «caos» de Trump.
El republicano, en un momento que no está muy claro cuán planeado estaba, se desesperó tanto que dijo que «probablemente recibí una bala en la cabeza por las cosas que dicen sobre mi», en referencia al intento de magnicidio que sufrió allí mismo en el estado de Pensilvania el pasado 13 de julio.
La guerra en Gaza y las posiciones sobre Israel, el apoyo a la OTAN, la fascinación de Trump por líderes fuertes como Viktor Orbán, también fueron temas que salieron a relucir en un debate que se enfocó en todo y nada a la vez.
«He hablado con líderes mundiales que han trabajado contigo y ellos dicen que eres una desgracia», dijo Harris a Trump, quien se defendió diciendo que el líder de Hungría le había comentado que los eventos que hoy pasan en el mundo «no sucedían hace tres años, gracias a que él (Trump) estaba en el poder».
En general, los moderadores han hecho preguntas bastante más difíciles a Trump que a Harris, lo que generó más momentos de Fact Check, que seguramente serán usados por los republicanos para argumentar que hubo tendrán desequilibrio de los árbitros de este debate.
Al pie de página, a Trump no se le notó su avanzada edad y Harris logró mostrarse más presidenciable ante parte del electorado que no la conocía bien…
Pero tal vez la cereza de su noche buena fue el sorpresivo apoyo que recibió de la poderosa cantante Taylor Swift al acabar la transmisión.
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