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Dos muertos en un ataque con cuchillo en un suburbio de París

El Estado Islámico reivindica el ataque, pero los investigadores atribuyen el crimen a un problema familiar motivó el doble crimen

Agentes de la Policía francesa mantienen acordonada la zona después del ataque, ocurrido en la localidad de Trappes, a las afueras de París / AP
Agentes de la Policía francesa mantienen acordonada la zona después del ataque, ocurrido en la localidad de Trappes, a las afueras de París / APlarazon

El Estado Islámico reivindica el ataque, pero los investigadores atribuyen el crimen a un problema familiar motivó el doble crimen.

El Estado Islámico reivindicó ayer el ataque que llevó a cabo un hombre que mató con un cuchillo a su madre y a su hermana, e hirió gravemente a otra mujer. Sin embargo, las autoridades francesas se inclinan más por la hipótesis de un drama familiar. Según el ministro del Interior, Gérard Collomb, es más bien la obra de una persona «desequilibrada».

A las 9:30 de la mañana, la Policía recibió una llamada alertando sobre la agresión con arma blanca a dos mujeres en la ciudad de Trappes, a unos 20 kilómetros al suroeste de París. Cuando los policías llegaron se encontraron a una mujer muerta y a otra gravemente herida, entre la vida y la muerte, que fue trasladada rápidamente en helicóptero a un hospital.

El agresor se había refugiado en una vivienda, que resultó ser la casa de su madre, con la que estaba viviendo. Desde una ventana comenzó a gritar a los agentes amenazándoles con matarles y profiriendo gritos de «Alá es grande». Finalmente, salió de la casa, armado con el cuchillo y con una actitud amenazante. El hombre no obedeció a las advertencias de la Policía, que finalmente le mató de varios disparos. Cuando las Fuerzas de Seguridad entraron en su domicilio se encontraron con que también había asesinado a su madre.

El agresor, Kamel S., no es alguien totalmente desconocido por la Policía, y estaba fichado por apología del terrorismo, como confirmó el ministro del Interior, por hechos que se remontan a 2016. Efectivamente, hace dos años perdió su trabajo como conductor de autobuses cuando tuvo un enfrentamiento con una de las personas que viajaban con él. El 15 de julio, un día después del atentado en Niza en el que murieron 86 personas y 458 resultaron heridas, Kamel detuvo el vehículo y se enfrentó a una pasajera con un discurso incoherente en el que hacía referencias a Alá. Este incidente y el hecho de que no respetara los horarios de trabajo le valieron un expediente disciplinar en la compañía, y tres meses después le echaron del trabajo. No fue condenado por este incidente, pero quedó inscrito en el fichero de los «radicalizados».

Como subrayó Gérard Collomb ayer, el hombre tenía «un problema psiquiátrico que parecía importante», por lo que presentaba un perfil más cercano al de un desequilibrado que al de alguien «comprometido» y que pudiera «responder a órdenes o consignas de organizaciones terroristas».

Sin embargo, el ataque fue reivindicado inmediatamente por el Estado Islámico a través de su agencia de propaganda, asegurando que el atacante había respondido a las llamadas para «apuntar a los ciudadanos de los países de la coalición» militar internacional que combate a Al Qaeda en Siria e Irak.

Drama familiar

La Fiscalía no ha difundido de momento la calificación de acto terrorista y, entre tanto, las investigaciones quedan en manos del fiscal de Versalles y no del de París. «Sabremos algo más cuando se haya podido examinar su teléfono, su vivienda... para ver la naturaleza del conflicto que podía existir en el seno de la familia», insistió el ministro.

Y es que el ataque podría quedar reducido finalmente a un terrible drama familiar. El agresor, con problemas psiquiátricos, puso una denuncia el año pasado contra su familia por un asunto de la herencia de su padre fallecido hace unos años. Pero los policías no aceptaron a trámite la denuncia porque consideraron que era poco realista.

Uno de sus amigos de infancia confirmó ayer en la cadena BFMTV que el agresor tenía problemas psicológicos, y a ello se le habían ido acumulado las dificultades desde que vivía separado de su mujer y sin ver desde hace tiempo a sus hijos. «Ha tenido problemas en el trabajo, problemas familiares, problemas con su mujer», recitó el hombre, convencido de que todo esto le había llevado a explotar. Insistió en que su amigo, el agresor, «no tiene nada que ver con el terrorismo». A juicio de este conocido, intentaba llamar la atención, «eso formaba parte de su carácter, le gustaba hacerse el interesante». Los servicios antiterroristas de Francia siguen de cerca la investigación sobre le caso.