Opinión

Vals diplomático al son de Ucrania

La cumbre del G-7 en Japón busca acabar con las lagunas jurídicas que permiten a Rusia esquivar las sanciones económicas

Los líderes del G-7, en Hiroshima (Japón)
Los líderes del G-7, en Hiroshima (Japón)Europa Press

Los líderes del G-7 se reúnen esta semana en Hiroshima para endurecer su postura frente a Rusia 15 meses después de su invasión de Ucrania y adoptar una postura unida contra la superpotencia china. La cumbre de tres días, que comienzó este viernes 19 de mayo, abarcará todo tipo de temas, desde la energía a la inteligencia artificial, pero la atención se centrará en las lagunas jurídicas que permiten a Moscú mitigar el impacto de las sanciones del G-7 sobre su economía. El objetivo es evitar a toda costa que las sanciones, que tienen un coste para las economías de los siete países más industrializados sean eludidas en beneficio de otros países, principalmente China.

Los «siete líderes» deben mostrarse cautelosos ante Pekín, por un lado, demostrando unidad respecto a Taiwán y, por otro, queriendo que las cadenas de suministro dependan menos de China, al tiempo que intentan evitar avivar las tensiones. Aunque en apariencia no se trate de un G-7 «anti-chino», según fuentes diplomáticas, está claro que el selecto club de los Estados más industrializados tratará todos los asuntos teniendo en cuenta la posición de China al respecto, pero también su condición de «rival sistémico» que va más allá del marco militar-geopolítico de la OTAN.

De hecho, la reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G-7 celebrada en abril pasado, se centró en Pekín con una advertencia contra sus «actividades de militarización» en el mar de China Meridional. Los ministros también insistieron entonces en que no había ningún cambio en su postura sobre Taiwán después de que el presidente francés, Emmanuel Macron, de regreso de un viaje a China, dijera que Europa debía evitar verse atrapada en «crisis que no son propias».

En aras de la seguridad económica, se espera que la cumbre de Hiroshima apruebe la retirada de las cadenas de suministro cruciales de la influencia china. Washington ya ha adoptado una postura firme al respecto, bloqueando el acceso de Pekín a los semiconductores más avanzados y al equipo necesario para fabricarlos, y ha convencido a Tokio y La Haya para que hagan lo mismo.

La UE afirma que busca un enfoque multidimensional en sus relaciones económicas con China, reduciendo los riesgos de intentos chinos de coerción económica dirigidos a Lituania, Japón y Australia, siendo las materias primas claves de la geopolítica china. La UE ya ha enfadado recientemente a Pekín al proponer que se reduzcan las exportaciones de tecnología sensible a ocho empresas chinas sospechosas de enviar estos productos a Rusia. Se espera que en la Cumbre de Hiroshima se pidan medidas similares para colmar las lagunas de las sanciones que los países del G-7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá) han impuesto a Rusia.

Ahora bien, desde hace varios días asistimos a dos movimientos diplomáticos relacionados entre sí. En primer lugar, la gira por Europa del ministro chino de Asuntos Exteriores, que defiende la causa de su país como mediador en el conflicto ruso-ucraniano. En realidad, su visita a las cancillerías europeas pretende subrayar, entre otras cosas, la importancia de su peso geoeconómico y la dependencia europea de las materias primas chinas. Pekín presiona, Pekín amenaza –de forma apenas velada– a los países europeos.

En segundo lugar, se ha elaborado una lista inusualmente larga de invitados no pertenecientes al G-7 para la cumbre japonesa. Los líderes de India, Brasil e Indonesia figuran entre los participantes. Aunque la guerra de Ucrania ha dado al G-7 una renovada prominencia, Japón y otros países del grupo consideran que hay que hacer más para atraer a los Estados no alineados que se muestran reacios a tomar partido frente a la invasión rusa. El G-7 siente tanto más la necesidad de apertura, cuanto que el propio G-20 está en punto muerto, con China y Rusia oponiéndose a cualquier referencia a la guerra de Ucrania.

China y, en menor medida, Rusia están aumentando su influencia en el Sur gracias a la ayuda económica y a sus mensajes antioccidentales. Por tanto, el reto de asociar a estos grandes países del «Sur global» va mucho más allá del marco del conflicto en Ucrania. De hecho, los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) se han agrupado frente al G-7 y pretenden asociar a los mismos países invitados a Hiroshima, así como a una docena más.

El objetivo declarado de los países BRICS es transformar la estructura «occidentocéntrica» del actual orden económico mundial en un sistema internacional policéntrico o multipolar. Con una población total de más de 3.200 millones de personas, más de cuatro veces la de los siete países del G-7, los BRICS constituyen un vasto mercado económico. Su importancia en la economía y geopolítica mundial no ha dejado de crecer en las últimas décadas, en detrimento del G-7. Una vez más, la invasión de Ucrania ha acelerado los movimientos de las placas tectónicas del orden mundial. Japón está acostumbrado a las sacudidas sísmicas, Europa menos...