Oriente Medio
Violencia policial en Israel contra las protestas por la reforma judicial
«La guerra civil está a la vuelta de la esquina», advierte la oposición a «Bibi»
El clima de tensión sigue creciendo en Israel. Decenas de miles de manifestantes volvieron a salir este miércoles en ciudades de todo el país, en un llamamiento a la «disrupción nacional» para paralizar el sistema. Mientras la «Knesset» se preparaba para una nueva votación sobre la reforma judicial promovida por el Ejecutivo de Benjamin Netanyahu, que debilitará la judicatura y la separación de poderes en un Estado judío que carece de constitución formal, en Tel Aviv se vivieron las primeras escenas de violencia policial contra los manifestantes desde el inicio de las protestas hace ocho semanas.
En un bloqueo de la ronda de Ayalon, algunos de los 800 policías desplegados lanzaron bombas lacrimógenas contra los manifestantes. Poco después, un agente fue filmado apretando su rodilla contra el cuello de un joven. Al menos once manifestantes resultaron heridos en Tel Aviv, entre ellos una persona que perdió una oreja tras el impacto de una granada aturdidora. La Policía usó también por primera vez cañones de agua a presión para disolver las concentraciones. Mientras los agentes aparecían montados a caballo, las masas les respondían con gritos de «¡vergüenza!». Al menos 39 personas fueron detenidas por cortar carreteras o vías de trenes por todo el territorio. «Ante la aprobación de nuevas leyes que liquidarán las funciones del Tribunal Supremo [cuyos dictámenes podrán ser revocados por mayorías parlamentarias], subimos un escalón. Israel no se convertirá en una dictadura. Estamos decididos a salvar la nación», avisaron los organizadores de la protesta. Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, exigió a la Policía mostrar «tolerancia cero con los anarquistas». El domingo, el líder de ultraderecha que dirige la Policía se mantuvo en silencio cuando colonos radicales asaltaron el poblado palestino de Hawara, donde incendiaron propiedades y agredieron impunemente a los lugareños –mataron a una persona e hirieron a un centenar–, en una acción vengativa por un atentado en el que murieron dos judíos.
Ante la sensación generalizada de que el país se encamina hacia un enfrentamiento interno, el opositor Benny Gantz urgió a Netanyahu a detener la actividad parlamentaria y negociar para calmar las aguas. «La guerra civil está a la vuelta de la esquina, y la coalición está incendiando las llamas mientras que el primer ministro solo se ocupa de sus intereses personales», advirtió el excomandante en jefe del Ejército.
Por la tarde, las concentraciones se dirigieron a Jerusalén, donde miles de protestantes atendieron a la convocatoria frente a la residencia privada de Netanyahu. El primer ministro, que acusa a la oposición de fomentar la crisis para forzar nuevas elecciones, declaró que «está prohibido golpear a policías, alterar la rutina del país y bloquear carreteras». Para «Bibi», el líder de la oposición, Yair Lapid, es quien «evita dialogar para lograr un acuerdo y desoye nuestras ofertas de diálogo».
La oposición rechaza negociar mientras el Ejecutivo sigue aprobando baterías de leyes en el Parlamento. Pese a los llamamientos del presidente del país, Isaac Herzog, que exigió a Netanyahu pausar la reforma judicial para buscar acuerdos amplios, el Gobierno avanza su plan. Para la coalición, la reforma emprendida supondrá una «mejora de la democracia» ya que alegan que la judicatura goza de excesivo poder.
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