Elecciones en Estados Unidos
El voto latino pierde la fe en Harris y mira de reojo a Trump: "Somos ciudadanos de segunda"
El Partido Demócrata no tiene asegurado el voto mayoritario de los hispanos, que sienten que han sido olvidados por Biden. "Trump es un loco peligroso, pero sabe de economía", dicen algunos
Treinta y seis millones de latinos, la cifra más alta de la historia, tienen derecho el próximo martes a elegir al presidente en Estados Unidos, según la estimación de Pew Research Center. Saber cuántos de ellos irán a votar (en 2020 lo hizo el 66%, más que nunca) y, sobre todo, a quién apoyarán parece difícil de aventurar. Por si acaso, el Partido Demócrata, tradicional depositario de sus afectos, no debería vender la piel del oso antes de cazarla.
“El voto latino no tiene tanta fuerza como para darle la vuelta a unas elecciones -explica Henrik Rehbinder, periodista y analista de La Opinión de Los Ángeles y El Diario de Nueva York-, pero sí marca la diferencia cuando el recuento está muy ajustado”. Es decir, exactamente lo que ocurre en estas elecciones, en las que al menos media docena de estados se moverá en el filo de la navaja.
A la influencia que pueda tener en ellos el colectivo latino, Rehbinder le introduce tres matices. Primero, es cierto que este colectivo es pro demócrata, pero no lo es tanto como el de otras minorías. “Apoyó mucho a Obama y Hillary Clinton, pero es un voto pendular que se mueve entre el 60% para los demócratas y el 30% de los republicanos, algo muy distinto al afroamericano, que es 90% demócrata”, explica.
Segundo matiz: no es tan poderoso como para darle la vuelta a un país como Estados Unidos. “Se le veía como un gigante silencioso que de un momento a otro iba a transformar todos los estados -explica- pero ha sido mucho más lento de lo que se creía. De momento, ha empezado determinando la elección de los concejales, pero ir más allá es otra cosa distinta”.
Y tercero y último: el colectivo latino no es un ente monolítico que se mueva en una misma dirección. Tiene muchas aristas, y es ahí precisamente donde Donald Trump puede encontrar una grieta en la que, aunque parezca mentira, cazar votos precisamente en aquellos a los que tanto critica.
“Así como los votantes latinos de Pensilvania son demócratas por tradición, los de Florida son republicanos. Hay un alto nivel de republicanos entre los cubanos, los nicaragüenses y otros grupos nacionales. Es evidente que los republicanos están ganando adeptos en todas las comunidades latinas”, explica el portorriqueño Antonio Mejías-Rentas, que lleva 40 años ejerciendo como periodista en Estados Unidos.
“Suena discordante escuchar a un hijo de un inmigrante indocumentado nacido en los EEUU hablar de forma denigrante de los inmigrantes apiñados en la frontera sur, esperando que sus casos de asilo sean procesados y diciendo que la única inmigración buena es la ‘legal’ y que hay que deportar a los ‘ilegales’”, asegura.
Esos votantes sienten que los feroces ataques de Trump contra sus compatriotas no van con ellos. “Se hacen la siguiente reflexión: ‘aunque vine sin papeles, no está hablando de mí. Cuando habla de forajidos y delincuentes, no se refiere a mí’”, explica Rehbinder, que reconoce que “muchas veces el inmigrante es más americano que el mismo americano, porque siente que trabajó duro y encontró aquí las oportunidades que tenía en su país. Por eso sale con la bandera americana y es más trumpista que Trump”.
Esta actitud puede ser la vacuna perfecta contra los reiterados ataques del candidato republicano a los inmigrantes. Da igual que diga que se comen a los perros o que Puerto Rico es una “isla de basura” perdida en el océano. “Ya dijo una vez que quería hablar con los daneses para cambiar Groenlandia por Puerto Rico -recuerda Rehbinder-. Los demócratas quieren que este estado asociado a la Unión se incorpore y sea el estado 51. Los republicanos, si se puede hundir, que se hunda”.
Otra baza a favor para Trump es que, más allá de los discursos oficiales, los latinos no siempre tienen motivos para estar agradecidos al Partido Demócrata. Mejías-Rentas pone dos elementos opuestos en la balanza y no encuentra grandes diferencias: “Trump tiene una conducta inmoral, pero nadie deportó tantos indocumentados como Obama”.
Este veterano periodista percibe que los republicanos están ganando terreno entre los latinos y admite que tienen motivos de sobra para sentirse utilizada por los políticos cada vez que hay unas elecciones.
En las calles de una ciudad como Los Ángeles, donde el 47% de sus habitantes son latinos, se percibe esta sensación de desencanto con los demócratas cuando se pregunta por quién van a votar este martes. “Cada vez que viene una campaña electoral los políticos nos cortejan, pero no resuelven nuestros problemas, como la seguridad, la comida, la renta o la sanidad. Nos seguimos sintiendo ciudadanos de segunda”, explica el mexicano Juan Hernández, voluntario de una organización vecinal.
Su compatriota José, que lleva 22 años en EEUU, es más directo. “Trump es un pinche racista, pero Kamala Harris dice muchas pendejadas y no respeta a los inmigrantes que levantaron este país. No tengo ninguna emoción por votar”, afirma mientras hace un alto en su trabajo montando un set para la grabación de una serie de televisión.
Al volante de un Uber, el salvadoreño José, a punto de jubilarse, no duda en tildar a Trump de “loco peligroso”, pero le concede un mérito que no atribuye al Joe Biden: “Sabe de economía, y al final eso es lo importante”. Como tantos otros, como la mayoría, no aclara a quién va a votar, pero da una pista: le gustaría para EEUU un presidente como el de su país, el expeditivo Nayib Bukele.
De la faceta de Trump como economista también habla el mexicano José Luis Morán. “Todo está muy caro y Biden no hizo nada. Trump sí sabía de economía”.
Ninguno de ellos desvela a quién van a votar. Si apoyan, como han hecho casi siempre, a los demócratas, será sin mucho entusiasmo. En lo que pese su estado de ánimo va a estar una de las claves de estas elecciones.
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