Colonia
Estos son los errores que cometes al perfumarte
¿Tu colonia ya no te huele a nada? ¿Eres de los que creen que bañarse en perfume asegura dejar una “estela inolvidable”? Aunque no lo creas, llevas cometiendo errores toda la vida.
Los perfumes, como las joyas, siempre han ocupado un lugar privilegiado en el tocador de hombres y mujeres para hacer más agradable la vida de quien lo lleva. Los expertos en psicología opinan que una buena colonia aumenta la autoestima y nos vuelve más seguros a la hora de relacionarnos. No salimos de casa sin antes perfumarnos si queremos conquistar a una pareja, celebrar algún triunfo o simplemente destacar entre los demás. Y muchas veces usamos una fragancia u otra en función de lo que queremos contar sobre nosotros mismos.
Nos gusta oler bien, y hay ocasiones en las que un aroma es tan característico de una persona como su manera de reír. La proyección que deja un perfume en el espacio y hace que todo el mundo recuerde a alguien por su aroma se denomina sillage y es por lo que la mayoría nos perfumamos “para dejar huella”. Que levante la mano la persona que no ha caminado entre gente, ha distinguido un perfume e inmediatamente no ha pensado en ese o esa que lo lleva siempre. El olfato está estrechamente relacionado con el sistema límbico, la parte más primitiva de nuestro cerebro, así que un olor puede disparar nuestra adrenalina, deprimirnos, ponernos felices o hacernos salivar.
Los inicios del perfume se remontan a la Edad de Piedra, cuando los hombres descubrieron que podían quemar hierbas y maderas aromáticas y dedicaron ese agradable olor a sus divinidades. De hecho, el término perfume proviene del latín “por” -“fumare” (a través del humo). A lo largo de las civilizaciones como egipcios, griegos o romanos, las resinas, flores o plantas eran materias con las que complacer a sus dioses.
El perfume que conocemos para el uso corporal surgió durante la época del Renacimiento y sobre todo en Francia. Perfumistas y alquimistas se esforzaban en tapar los hedores de unos cuerpos pocos dados al agua y jabón.
Tipos y características
Un Agua de Colonia tiene un 95% de alcohol en su fórmula de composición, y este gran cantidad es la responsable de que el aroma se evapore rápidamente. Por el contrario, el extracto de perfume puede llegar a tener un 15% de alcohol, por lo que será mucho más duradera y concentrada (y por ello hay que ponérsela con mesura).
Sí, los perfumes caducan. La esperanza de vida de un aroma si se conserva correctamente oscila entre los tres y los cinco años. Con el tiempo, además de evaporar su alcohol, se van a ir alterando sus materias primas y puede cambiar su color y fragancia.
Los enemigos del perfume son tres: aire, sol y temperatura. Lo mejor es conservar los frascos de perfume en su embalaje original, bien cerrados y fuera del alcance de la luz directa (el sol degrada la colonia). También es importante que no sufran grandes cambios de temperatura así que el cuarto de baño no es un lugar demasiado adecuado.
Trucos para aplicarte el perfume
Nunca compres una colonia sin habértela probado antes. Colócatela en las muñecas pero nunca frotes una contra otra porque estropearás las notas identificativas del aroma y forzarás las llamadas de salida. Espera una media hora para saber cómo evoluciona ese olor en ti, porque hay fragancias que una piel puede oler bien pero en otra no.
El PH de tu piel es particular y es por lo que una colonia puede oler distinta entre las personas. También el tipo de piel es determinante. Si tu piel es seca el olor se disipará más rápido, por lo que se recomienda comprar perfume o aceite de esencia concentrado. Si tu piel es más grasa un agua de colonia puede ser más que suficiente.
Hay que perfumarse en los pulsos, es decir muñecas, detrás de las orejas o detrás de las rodillas. La nuca es otro punto muy sutil de nuestro cuerpo. En esas zonas la temperatura corporal es más elevada y se difunde mejor el aroma.
Si quieres potenciar la duración de la fragancia ten la piel bien hidratada o aplícate una ligera base de vaselina donde vayas a pulverizar el perfume.
Perfumar el pelo es un error ya que lo puedes resecar y el alcohol que contenga la colonia le puede quitar su brillo natural.
Cambia tu perfume según la estación del año. Cuando hace más calor, son más refrescantes las colonias fresquitas, ligeras y sencillas, mientras que un perfume complejo será más adecuado para jornadas invernales.
Perfúmate con moderación. No hay nada más desagradable que tener que saludar a alguien y sentirse –literalmente- noqueado por la nube de colonia que le rodea. Además en los espacios cerrados, la suma de los diferentes perfumes de mucha gente puede llegar a provocar mareos y náuseas.
Hay empresas que solicitan un uso limitado de perfumes para no desviar la atención de los trabajadores. Hay determinadas lugares y ocasiones como entornos hospitalarios o conferencias, donde se requiere que no se usen artículos de aseo perfumados. Se pueden prevenir alergias o malas experiencias preguntando antes.
Es mejor no regalar perfumes. Al igual que con los sabores cada persona tiene sus gustos personales y que a ti te guste una colonia (aunque sea muy cara o esté muy de moda) no tiene que significar que a la otra le vaya a agradar. Recuerdo una anécdota de un hombre que regaló en unas navidades el mismo perfume a su madre y a su novia y luego no podía besar a la segunda sin que la primera le viniese a la cabeza…evitémoslo.
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