
Bienestar
La advertencia tajante de los dermatólogos: este es el peor error que puedes cometer en la ducha
La ducha diaria, un gesto de higiene que damos por sentado, puede ser el peor enemigo de nuestra piel si no se realiza correctamente. Los expertos señalan los errores más comunes, desde la temperatura del agua a la elección de la esponja

La esponja de baño, ese objeto omnipresente en duchas de todo el país, puede ser el enemigo silencioso de una piel sana. Su textura porosa y el ambiente húmedo del cuarto de baño la convierten en un caldo de cultivo ideal para las bacterias, pero el principal problema reside en su uso. Frotar la piel de manera enérgica con estos utensilios, ya sean de malla o las llamadas redes africanas, supone un riesgo de irritación cutánea que puede derivar en una afección conocida como "acné mecánico", especialmente en las pieles más sensibles.
Frente a esta realidad, la respuesta de los dermatólogos es sorprendentemente sencilla: usar las manos. Esta técnica, aunque pueda parecer menos efectiva, es la forma más segura de aplicar el limpiador corporal sin dañar el delicado equilibrio del microbioma de la piel. Se trata, en definitiva, de abandonar la idea de una limpieza agresiva y apostar por el método más suave y recomendado para la higiene diaria, garantizando que se elimina la suciedad sin comprometer la salud dérmica.
De hecho, para quienes buscan una exfoliación ligera, la alternativa más segura es una toallita pequeña. La condición indispensable, sin embargo, es que se utilice una toallita limpia en cada ducha para evitar la transferencia de bacterias al cuerpo. La doctora Rachel Nazarian subraya que la fricción excesiva puede ser contraproducente, una idea que desaconseja el uso vigoroso de cualquier herramienta que pueda agredir la epidermis.
Más allá de la esponja: la elección del limpiador
Por otro lado, la selección del producto es tan crucial como la técnica. Los especialistas aconsejan sustituir el jabón tradicional por limpiadores suaves, cuyas fórmulas con pH neutro o ligeramente ácido respetan la barrera protectora de la piel. Ingredientes como las ceramidas o el ácido hialurónico son excelentes aliados para mantener la hidratación. El ritual se completa con duchas que no superen los diez minutos y con agua tibia, nunca caliente.
En el caso de pieles con tendencia acneica en el cuerpo, el cuidado debe ser más específico. Se pueden utilizar limpiadores que contengan ácido salicílico o peróxido de benzoílo, pero su aplicación debe limitarse exclusivamente a las zonas afectadas para no resecar el resto del cuerpo. La clave reside en un tratamiento localizado y preciso que aborde el problema sin generar otros nuevos.
Finalmente, las pieles con afecciones como el eccema o la psoriasis requieren la máxima delicadeza. Para el eccema, se recomienda emplear siempre las manos y un limpiador hidratante sin perfume. En cuanto a la psoriasis, es fundamental evitar a toda costa la fricción sobre las placas escamosas y consultar siempre a un médico para que paute el producto de higiene más adecuado para cada caso particular.
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