Nutrición

Desayunos salados o dulces: ¿cuál es mejor para controlar el apetito?

Más allá del clásico debate entre dulce y salado, la primera comida del día esconde las claves para controlar el peso, estabilizar el azúcar y mantener la energía durante toda la jornada

Dulce o salado, el «brunch» es una costumbre cada día más practicada en Valencia
Los auténticos villanos del desayuno son los productos ultraprocesadoslarazon

La eterna batalla entre el desayuno dulce y el salado es, en realidad, un debate que desenfoca el verdadero problema. La cuestión fundamental a primera hora de la mañana no reside en el sabor, sino en la calidad de los alimentos que elegimos para empezar el día. La ciencia nutricional apunta a que una elección bien fundamentada, ya sea tirando a un extremo u otro del espectro gustativo, puede ser perfectamente saludable.

De hecho, los auténticos villanos del desayuno son los productos ultraprocesados, que se esconden en ambas trincheras. Tanto los embutidos industriales, cargados de sodio y grasas saturadas, como la bollería o el pan blanco con mermeladas azucaradas, comparten un mismo efecto perjudicial: picos de insulina y un impacto negativo en la salud cardiovascular. Son estos alimentos, y no su sabor, el verdadero enemigo a batir.

En este sentido, un desayuno salado bien planteado ofrece ventajas considerables. Platos que incluyen huevos o aguacate, por ejemplo, proporcionan proteínas y grasas saludables que generan una mayor sensación de saciedad a lo largo de la mañana. Este factor no solo es un potente aliado para el control del peso, sino que también ayuda a mantener estables los niveles de glucosa en sangre, un aspecto de especial relevancia para evitar los altibajos de energía.

La opción dulce: más allá de la mala fama

Por otro lado, la alternativa dulce no tiene por qué ser sinónimo de una mala elección, a pesar de su reputación. El secreto para convertirlo en una opción saludable es dar esquinazo a los azúcares refinados y los carbohidratos simples. Por el contrario, la clave está en los ingredientes que se combinan: la avena o el pan integral aportan carbohidratos complejos, mientras que el yogur, los frutos secos o la fruta fresca suman proteínas, vitaminas y fibra.

Asimismo, una comida matutina de estas características puede suponer un rápido impulso de energía, algo ideal para quienes afrontan una jornada con actividad física o tareas de alta exigencia mental. La glucosa presente de forma natural en la fruta y la energía de liberación lenta de los cereales integrales se convierten en el combustible perfecto que el cerebro y los músculos necesitan para rendir al máximo nivel.

En definitiva, la disyuntiva real no es dulce contra salado, sino comida real frente a ultraprocesados. La recomendación de los expertos es clara: priorizar ingredientes frescos y poco procesados para construir una dieta equilibrada desde la primera comida del día, adaptando la elección a las necesidades y preferencias de cada individuo.