Salud

Embarazo activo: la capacidad de entrenar fuerza antes y después del parto

La ciencia constata los enormes beneficios del entrenamiento de fuerza en el embarazo, una práctica que reduce el dolor y mejora el bienestar pero que choca con la falta de actualización de muchos ginecólogos

Ejercicio con pesas
Ejercicio con pesasistock

A pesar de que la evidencia científica es cada vez más rotunda sobre los beneficios del ejercicio de fuerza durante el embarazo, una barrera inesperada frena su generalización: el propio ámbito sanitario. Muchos ginecólogos y matronas aún arrastran viejos temores y no cuentan con la formación médica actualizada para pautar con seguridad esta clase de entrenamientos, privando a muchas mujeres de una herramienta de primer orden para su bienestar. Se perpetúa así la anticuada idea de la gestación como un periodo de reposo casi absoluto.

De hecho, esta cautela choca frontalmente con las ventajas demostradas del trabajo con pesas. Esta práctica no solo ayuda a controlar el peso gestacional, un factor clave para prevenir complicaciones como la diabetes gestacional o la hipertensión, sino que también ha probado su eficacia para reducir la incidencia de los habituales dolores lumbares y pélvicos. Por si fuera poco, los estudios confirman que contribuye a un mejor estado anímico de la futura madre.

En este sentido, las recomendaciones generales apuntan a un mínimo de dos sesiones semanales de fuerza. La duración ideal de cada una es de aproximadamente una hora, con una intensidad que puede ir de moderada a vigorosa, pero siempre bajo la supervisión de un profesional cualificado que sepa adaptar las cargas y los ejercicios a las particularidades de cada trimestre y de cada mujer.

La seguridad, una prioridad innegociable

Por ello, existen ciertas directrices que son fundamentales para garantizar un entrenamiento sin riesgos. La más importante es, a partir del segundo trimestre, evitar la posición supina (boca arriba), ya que puede comprometer el retorno venoso. También resulta crucial integrar ejercicios específicos de core y suelo pélvico, descartando por completo los abdominales clásicos, que pueden llegar a ser contraproducentes.

Asimismo, el cuidado se extiende más allá de los nueve meses de gestación. La reanudación de la actividad física en el posparto debe ser un proceso paulatino y prudente. Antes de volver a entrenar, es imprescindible contar con la valoración del suelo pélvico por parte de un fisioterapeuta especializado. Precipitarse en este regreso puede acarrear más problemas que beneficios, por lo que el asesoramiento experto y la paciencia son los mejores aliados en esa etapa.