Moda

Celia Bernardo, empresaria y fundadora de la marca de moda Celia B: “Quiero frenar la desaparición del color de nuestras vidas”

En conversación con La Razón, la fundadora de Celia B repasa los hitos que marcaron su camino, el valor de la artesanía en su universo y el regreso a la ciudad como punto de partida para una nueva etapa de expansión estética y personal

Celia Bernardo, fundadora de Celia B: “Quiero frenar la desaparición del color de nuestras vidas”
Celia Bernardo, fundadora de Celia B: “Quiero frenar la desaparición del color de nuestras vidas”Cortesía

Después de años construyendo un universo propio, lejos del minimalismo dominante, Celia Bernardo vuelve a Madrid con un discurso cada vez más claro: el color no es un adorno, es una postura ante el mundo. En conversación con La Razón, la diseñadora repasa los orígenes de su estética, la huella profunda de Shanghái en su forma de trabajar y el papel de la artesanía como lenguaje contemporáneo y, también, como resistencia.

De la intuición a una marca con identidad

Su decisión de dedicarse a la moda no llegó de golpe. Fue, más bien, un camino que se fue revelando con el tiempo. Antes de la universidad, su interés estaba más ligado al estilo en sentido amplio: el arte, la música, lo visual. De niña se disfrazaba sin parar, de adolescente convivían en su imaginario el espíritu hippie, los años 70 y el grunge.

El verdadero cambio llegó al mudarse a Madrid con 18 años. Descubrió el placer de buscar piezas con historia en el Rastro y en Malasaña, y también el impulso de transformar lo que ya tenía. Sus estudios de Publicidad y RRPP no terminaban de alimentar esa parte creativa que empezaba a reclamar otro lugar.

Hubo un punto de inflexión muy concreto cuando comenzó a diseñar y vender accesorios en Ibiza, alrededor del año 2000. Pendientes, collares, broches. El contacto directo con la gente y la respuesta espontánea a su trabajo le dejaron una certeza íntima: "Quizás podía vivir del diseño", aseguró.

Shanghái y el salto hacia una propuesta propia

Su paso por la moda rápida también la empujó, poco a poco, hacia otra dirección. Antes de China, tenía la idea de trabajar con comunidades artesanas en América Latina. Pero la oportunidad vital fue otra. "Llegó Shanghái y, con ella, un escenario perfecto para dar forma a una marca nacida desde la libertad creativa", señala.

Allí empezó a crear ediciones limitadas con telas que reunía en sus viajes, piezas de crochet hechas por ella misma y accesorios que traían la energía del Asia que estaba descubriendo. Quería diseñar desde la curiosidad y el juego, lejos de lo previsible. En ese gesto inicial ya estaba el ADN de lo que vendría después.

De esa etapa no se lleva una enseñanza aislada, sino una forma de entender el trabajo. "La cultura china fue decisiva para construir mi empresa", dice. Su compromiso con el esfuerzo, la innovación y la visión a largo plazo sigue siendo una base real de la marca. Hoy mantiene un equipo en Shanghái con el que está en contacto diario, y su viaje anual a China es uno de los momentos que más valora dentro del calendario personal y profesional.

El color como lenguaje emocional (y como resistencia)

Para Celia Bernardo, el color es origen y motor. No es un recurso decorativo ni una decisión secundaria: es una herramienta creativa esencial. Sus primeras prendas nacían con frecuencia desde el estampado, casi siempre intenso, vibrante, con voluntad de presencia.

Esa alegría estética no es casual: responde a una manera de mirar el mundo. Diseñar, para ella, es una forma de expresar una visión vital y de construir un entorno propio. "Tengo esa necesidad de crear porque me gusta estar rodeada de lo que me hace sentir bien", explica.

En plena era del monocromo global, su propuesta se vuelve cada vez más consciente. Lo dice sin rodeos: "Me parece importante frenar la desaparición del color de nuestras vidas". Y esa elección también habla de independencia, de carácter y de la voluntad de no diluirse en un paisaje cada vez más homogéneo.

Artesanía, textura y el valor de lo hecho a mano

La artesanía es parte estructural de su narrativa creativa. Uno de los motores que la empujaron a fundar la marca fue, precisamente, la tristeza de ver cómo ciertas tradiciones textiles desaparecían en zonas del norte de Laos o en distintos puntos de la India. Un fenómeno global que ella asume como casi imposible de revertir por completo, pero frente al que decidió actuar desde su lenguaje.

De ahí su insistencia en bordados, ganchillo, pompones, apliques, detalles manuales y una relación muy orgánica con el color. "La estética de Celia B está influida por las culturas originarias y por esa forma de construir belleza sin miedo al exceso", asegura.

En ese marco, su idea de prenda statement no entra en conflicto con la atemporalidad. Al contrario: considera que una pieza con identidad fuerte puede ser la más duradera precisamente porque no depende del ciclo de tendencias, sino de una forma más profunda de entender la belleza.

Madrid, el nuevo showroom y el deseo de expandir el universo

Su nuevo showroom en Malasaña funciona como una declaración de intenciones. No quería un espacio neutro, sino el "continente perfecto" del mundo Celia B. Un lugar que hablara de su visión no solo de la moda, sino también del interiorismo.

Diseñó lámparas, textiles y cuidó cada elección como si estuviera construyendo una colección en otro formato. Y no es un gesto puntual, ya que reconoce que le interesa expandirse hacia el diseño más allá de la ropa.

Los viajes siguen siendo su combustible creativo. Busca tejidos, arquitectura, mercadillos, exposiciones. Observa, colecciona referencias y las transforma. También la música ocupa un lugar emocional importante, especialmente cuando artistas a las que admira eligen sus piezas para escenarios internacionales.

Una marca que conecta con mujeres que no se esconden

En su recorrido, ha habido mercados que la sorprendieron -Arabia Saudí fue uno de ellos-, pero con el tiempo esa conexión se volvió lógica: son públicos que entienden el maximalismo desde una sofisticación propia.

Esa lectura cultural también está detrás de su reciente cápsula para Ramadán, creada con guía local y pensada para un mes donde el vestir tiene un peso ceremonial y diario."La respuest ha sido muy positiva y el proyecto seguirá creciendo con nuevos hitos en la región", señala.

Pero si hay una brújula clara en su visión de futuro es el vínculo emocional con sus clientas. Celia Bernardo recibe mensajes constantes de mujeres que le cuentan cómo se sienten al llevar sus prendas: más seguras, más vistas, más poderosas. Y esa reacción resume lo que quiere sostener en el tiempo.

Le gustan las mujeres que disfrutan, que rompen moldes y no piden permiso para ocupar espacio. En definitiva, mujeres que no se esconden. Porque, en su universo, vestirse también puede ser una forma íntima y luminosa de resistencia.