
Casas reales
Charlène de Mónaco rescata la tiara más especial de su posboda 14 años después en la gran gala del Día Nacional
La Princesa vuelve a apostar por el blanco y sorprende al recuperar una joya única, una pieza convertible creada para su boda civil y cargada de simbolismo

Cada 19 de noviembre, Mónaco vive su día grande con una agenda marcada por actos oficiales, tradición y una gala nocturna que reúne a toda la familia Grimaldi. Tras una mañana intensa, la cita de la noche volvía a situar el foco en Charlène de Mónaco, que este año ha protagonizado uno de los gestos más comentados: recuperar una de las joyas más especiales de su vida.
Un look blanco que refuerza su estilo
Fiel a la sobriedad refinada que ha hecho suya, la Princesa volvió a escoger el blanco. Un vestido fluido, elegante y luminoso, con un acabado perlado que resaltaba la pureza del diseño. Sin estridencias, sin artificios, con la sofisticación silenciosa que mejor la define. Pero por impecable que fuera el estilismo, esta vez el impacto real no estaba en el vestido.

Catorce años después, Charlène rescató la tiara convertible que estrenó en los actos posteriores a su boda con el príncipe Alberto en 2011. Aquella pieza, creada especialmente para ella, se convirtió desde el primer momento en un emblema de su identidad como Princesa consorte.
El diseño está inspirado en el movimiento del agua, algo profundamente ligado a su historia como exnadadora olímpica. Está formada por diamantes engastados que simulan el dibujo de pequeñas olas ascendiendo sobre el cabello, creando un efecto casi líquido cuando capta la luz.
Una pieza única por su versatilidad
La tiara reaparecida no solo es icónica por su valor simbólico, sino también por su capacidad de transformación. Puede lucirse como tiara clásica, como diadema lateral —como hizo Charlène esta vez— o incluso desmontarse para convertirse en uno o dos broches. Pocas joyas reales cuentan con esta versatilidad, y eso la convierte en un tesoro dentro del joyero de la Princesa.

Que Charlène haya decidido volver a lucirla ahora no es casual. Recuperar una pieza íntimamente ligada al inicio de su vida junto a Alberto es un gesto lleno de intención: un guiño a su trayectoria, a sus raíces simbólicas y al vínculo emocional con el mar que inspiró su creación.
Combinada con un recogido bajo y pulido, la tiara brilló con fuerza propia y se convirtió en la auténtica protagonista de la noche. Un detalle elegante, inesperado y profundamente personal que devuelve a la escena una de las joyas más especiales de los Grimaldi.
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