Andalucía

AP-4: Un año menos, un año más

La Razón
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El delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, se ufana en su patria chica por la firmeza del ministro De la Serna, chicuco como tantos gaditanos de corazón, en su decisión de no prorrogar la concesión privada de la AP-4, que ostenta el dudoso honor de ser la autopista de peaje más antigua de España: es fascinante la pertinacia recaudadora de los distintos gobiernos, desde Carrero Blanco (1972) hasta hoy, empeñados en cobrar por circular entre dos de las provincias más pobres del continente. Dijo ayer el jerarca en Cádiz que, cuando acabe 2018, «quedará ya un año menos» para liberar de cargas el tramo Sevilla-Jerez pero uno no puede menos que escandalizarse por justo lo contrario: la próxima Navidad llegará y habrán sangrado al automovilista un año más, sin que el cacareado desdoble de la Nacional IV cubra aún el tramo Los Palacios-Trebujena. Era ministra del ramo Ana Pastor cuando el ejecutivo, que contaba entonces con una aplastante mayoría absoluta, concedió a los conductores de la Baja Andalucía la merced de rebajar la cuota ¡5 céntimos!, y todavía se pregunta el PP los motivos por los que su penetración electoral en estas comarcas es tan complicada. Se conoce que la prioridad era rescatar las radiales, faraónicas y superfluas, de Gallardón, donde la cantidad de amigos que se jugaban los cuartos era inversamente proporcional a los coches que las surcaban. El memorial de agravios crece, así, regalando munición a los demagogos, comodísimos en la simplona controversia nosotros/ellos. Mientras la Junta regala horas de holganza a sus empleados, Rajoy nos atiza 7,20 euros por cada excursión a la playa, y otro tanto en la vuelta. Con la de hogazas de pan de Lebrija que podríamos comprar en la estación de servicio «El Fantasma» con ese dinero.