Literatura

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Dos en el infinito

La exposición titulada «Borges & Kodama: infinito encuentro» protagoniza la cuarta edición de «Málaga 451»

Dos en el infinito
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«El viejo del laberinto», como le llamaban los compañeros de clase, aquel señor que le hablaba en su infancia, era para sus amigos un tostón, un aburrimiento más que no alcanzaban a comprender. ¿Qué hacía ella perdiendo el tiempo, agotando su juventud junto a él? No lo comprendían, ni tampoco que prefiriera quedarse en casa leyéndole textos en griego a salir a pasear con los muchachos de su edad. A esa pesadez, para sus amigos de Buenos Aires, ya la había conocido en otras vidas anteriores, en encuentros previos a esta existencia en la que viajaban, escribían, leían, recibían premios y se lo pasaban tan ricamente mientras el resto del universo, cómo no, se preguntaba qué podía suceder entre unos seres tan distantes. Para muchos el misterio sigue abierto, pese a que ambos no le dieran importancia ni a las preguntas ni a las respuestas que debían ofrecer. En su propia existencia se guardaba toda la explicación. Sin cuestionarse nada es mejor vivir, tomando lo que llega, lo que debe quedarse y dejando marchar lo que no es de uno. Pura filosofía budista, puro cuento fantástico, pura confluencia del universo, puro Aleph. A los dos, Jorge Luis Borges y María Kodama, se les ve pasando por la vida como personajes de papel, leves, que se posan en uno u otro escenario sin tener demasiada conciencia ni del sitio, ni de la peligrosidad de la circunstancia, ni de la importancia de sus personas. Con dicha actitud aparecen en la plaza de San Marcos de Venecia o se fotografían aprovechando el espejo de una barbería en Estambul. También en el interior de la cesta de un globo después de tomar tierra o en entre los anaqueles de una biblioteca. La muestra «Borges & Kodama: infinito encuentro» la forman 51 instantáneas recopiladas a lo largo de los años y que llegan a La Térmica para recordar la vida que ambos compartieron durante el tiempo que estuvieron juntos. La mayoría de ellas pertenecen a archivos privados que las han cedido, pero otras fueron realizadas por la propia Kodama que siempre iba a los viajes acompañada de su cámara. Quizás fuera lo que más les gustaba hacer a este dúo que siempre andaba de un lado para otro del planeta asistiendo a actos formales, académicos, citas que trufaban la mayor de las veces de peripecias dignas de incluirse en algunos de los cuentos del escritor. Recordó ayer su viuda cómo actúo cuando le presionaron desde Suecia para que no fuera a recibir el doctorado de la Universidad de Chile en tiempos de Pinochet: «Le agradezco señor todo lo que dice, pero hay dos cosas que no puede permitirse un hombre: sobornar y dejarse sobornar». A cambio, nunca le dieron el Nobel de Literatura.

Desde el principio de su relación, ambos se dedicaron a aprender el uno del otro, pero en especial a pasarlo bien. Llegaron los años de alumna, las traducciones, lecturas en inglés y siempre aparecía la capacidad para una reírse de la realidad. Así estaban en una ocasión cuando coincidieron en un hotel con Mick Jagger. El músico se arrodilló delante de Borges, le tomó la mano, le llamó maestro. El argentino reconoció su voz y le dijo que María Kodama amaba la música que hacían los Stones. Aquello enloqueció al británico. Sorpresa, animación, sentido de lo lúdico, intimidad en el viaje y siempre el concepto de infinito, en cuyo final se unen las vidas paralelas. A Borges no le importa abrazar a un tigre, saludar a un rockero de mediana edad o disfrazarse en una fiesta de estudiantes en Estados Unidos. El caso era vivir, que es lo más importante cuando uno quiere ser escritor. La síntesis y el sentido de esta serie fotográfica se puede encontrar en el prólogo de «Biblioteca personal», libro que vio la luz en 1988. «María Kodama y yo hemos errado por el globo de la tierra y del agua. Hemos llegado a Texas y al Japón, a Ginebra, a Tebas, y, ahora, para juntar los textos que fueron esenciales para nosotros, recorreremos las galerías y los palacios de la memoria, como San Agustín escribió». «Borges & Kodama» se completa con la proyección de la película «Borges: el eterno retorno», dirigida por Patricia Enis y Fernando Flores en 1999 en la que se esboza la visión del escritor respecto a Argentina, su pasión por los libros, el concepto del paso del tiempo y la presencia en su vida de los fantástico.

La exposición forma parte de la cuarta edición «Málaga 451: la noche de los libros», que desde las 18:00 horas contará invitados especiales como Jean Echenoz, un escritor imprescindible en el panorama europeo, Ben Brooks, referente literario de toda una generación de lectores que hablará sobre el amor adolescente, Javier Castillo, malagueño responsable del último fenómeno editorial en nuestro país, o Antonio Escohotado, un filósofo imprescindible en la reivindicación de la libertad y del pensamiento. La poesía dedicada al Sur vendrá recitada por Benjamín Prado, Elena Medel, Ángelo Néstore, Violeta Niebla y Luz Prado. Habrá lugar también para debates sobre la actualidad con Manuel Jabois, Nacho Carretero, Héctor Abad, Rosa Montero o Manuel Vilas y el ensayo estará representado por dos imponentes pensadores como Eloy Fernández Porta y Elvira Roca. La unión entre música y la literatura tendrán un importante lugar en la programación de Málaga 451 con los directos de Niño de Elche, La Bien Querida, Miriam Reyes + Los Pilotos, Elphomega, Bárbara Pareja Jazz Quartet en el Escenario Cervezas Alhambra que concluirá con la sesión sobre la música disco de Doctor Soul y Jesús Bombín. Estos últimos, además, inaugurarán de forma previa el espacio «Música y literatura» que contará con la presencia del novelista islandés Sjón, letrista de Björk. El crítico musical Simon Reynolds, José Luis Ortiz Nuevo y Luis Lapuente protagonizarán encuentros sobre el glam o la música disco.