Literatura

Sevilla

El fin de «Caballo de Troya» de J.J. Benítez: más misterio y polémica

Hablamos con el “best-seller” navarro de su último libro, «El Diario de Eliseo», sobre los conceptos tiempo, muerte y religión

El «best-seller» Juan José Benítez, autor de la saga «Caballo de Troya», presentó ayer su nuevo libro, «El Diario de Eliseo» en Sevilla / Foto: Manuel Olmedo
El «best-seller» Juan José Benítez, autor de la saga «Caballo de Troya», presentó ayer su nuevo libro, «El Diario de Eliseo» en Sevilla / Foto: Manuel Olmedolarazon

Hablamos con el “best-seller” navarro de su último libro, «El Diario de Eliseo», sobre los conceptos tiempo, muerte y religión

Quedan casi tres meses para celebrar la llegada del 2027. Eso si empezáramos a considerar que la verdadera fecha del nacimiento de Jesús fuera el 21 de agosto del año siete antes del estipulado año 0. Entre el anacronismo y el misterio, puede que fuera la última vez que J.J. Benítez se prestara a la vida pública, bien simplemente «recibiendo» y publicando esos enigmáticos documentos o bien desapareciendo para siempre.

El escritor de las incógnitas presentó ayer en Sevilla el último tomo de la famosa saga «best-seller» «Caballo de Troya» dando fin al misterio que cautivó a más de un millón de lectores. El segundo soldado cierra la trama con sus propias memorias, «El Diario de Eliseo», en las que se resuelven todos los enigmas.

Durante una entrevista, el autor, aseguró mantenerse al margen de los proyectos del ejército estadounidense, reconoció que el viaje en el tiempo de Eliseo y Jasón, dos soldados americanos, a Palestina para convivir con Jesús fue una «filtración». Una información que da la vuelta a todo dogma católico habido y por haber. Una información que J.J. Benítez calificó de «más interesante» y «más bella» y sobre todo más veraz en comparación con los libros canónicos. Así, la resurrección, los sacramentos y el matrimonio, entre otros elementos, fueron utilizados como reclamo para la creación de una religión católica en torno a una ficticia figura del Jesús de Nazaret que nada tiene que ver con «el de verdad».

Benítez reivindicó así la vida después de la muerte considerando la Biblia como un «naufragio» del que «nos cuentan de Jesús lo que quieren». De este modo explicó Benítez la creación de la Iglesia como institución, como una intención totalmente antitética a «la que querría Jesús, conocida como «La Religión del Espíritu», más allá de dogmas, sacerdotes ni templos, señaló el escritor.

La vida, la muerte, la creación de tiempo y sus múltiples dimensiones fundamentan las pesquisas en las que se basó Benítez cuando reflexionó sobre todo aquello a lo que llamamos «misterio». Como Jesús, del que se declaró admirador, Benítez también se define como un «predicador» teniendo muy presente a sus detractores, ya que, por difundir una visión alternativa a la fe católica, le «crucificaron multitud de veces». Sin embargo, más allá de todos los anti-dogmas que puedan suscitar de una conversación con J.J. Benítez, el tiempo corresponde a ese eje principal en el que se desenvuelve el enigma del «Caballo de Troya» y de su mismo autor. Pasado, presente y futuro son concepciones de las que sólo se tiene preocupación en «este mundo», dijo este. Para muchas personas, el fin y la muerte son concepciones que van unidas, ignorar «la otra vida» donde «no haya más muertes hace que la muerte sea deseable», según Benítez, que culpó de todo ello a la falta de información sobre la muerte de la que carece el sistema actual. Siguiendo la teoría del escritor, la muerte viene a ser otra experiencia más de la vida de la que se tiene miedo ya que «no se enseña nada sobre esta» y lo que se dice «aparece tergiversado por las religiones» sin conexión aparente entre uno y otro elemento para el autor.

Así, entre multitud de realidades se movía el personaje de J.J. Benítez, intermitente entre el aquí, el ahora y el más allá. Después de una conversación donde suscitaron las dudas, la consecuencia fue el surgimiento de nuevas cuestiones, es decir, el precio de la polémica.