Política

Andalucía

Ficción hasta el final

“La política ficción se instaló en nuestros hogares desde hace tiempo, pero aún sorprende ver el sentido infantil con el que los candidatos se toman su presencia ante las cámaras”

Los candidatos a la Presidencia del Gobierno, en ausencia de Vox, durante el pasado debate en Atresmedia / Foto: La Razón
Los candidatos a la Presidencia del Gobierno, en ausencia de Vox, durante el pasado debate en Atresmedia / Foto: La Razónlarazon

“La política ficción se instaló en nuestros hogares desde hace tiempo, pero aún sorprende ver el sentido infantil con el que los candidatos se toman su presencia ante las cámaras”

Desde que Pedro Sánchez sacó a Mariano Rajoy de la Presidencia del Gobierno el país ha vivido en una situación extraña, como de hibernación, que desemboca en la agria convocatoria electoral del 28-A. La política ficción se instaló en nuestros hogares desde hace tiempo, pero aún sorprende ver el sentido infantil con el que los candidatos se toman su presencia ante las cámaras. Si todo fuera un juego, un artificio, no habría demasiado problema en ver cómo cuatro chicos juegan al tiro al plato con balas de fogueo. «¡Plato!». La profundidad del problema al que se enfrentan los españoles no es menor pero todo se ha quedado en una mera representación para ver quién es más de derecha o más de izquierda. Nos han agotado tanto durante esta campaña electoral con sordina cofrade que han logrado que lleguemos atolondrados, medio tontos, a una cita crucial para el futuro de España. La teoría de la rana a la que poco a poco le van subiendo la temperatura del agua hasta que la cuecen, llega un momento en el que no tiene ni fuerzas para salir de la cazuela. Qué buena está el agua, qué calentita y al final cocido. Se ha puesto de moda hablar de la España vacía, a la que nadie tiene pensado irse a vivir, la que se ve desde la autovía pero no interesa más que a los políticos en época de sequía en los sondeos. Van al campo como de excursión para buscar setas, porque no saben por dónde les puede venir el golpe y las ciudades están muy trabajadas. «Está todo muy abierto, muy abierto», te confiesan los pata negra en voz baja cuando se les pregunta por lo que cantarán las urnas esta tarde. Hablamos de España y de su futuro como nación en una Europa en claro retroceso, pero habría que mirar también cómo afectará a los andaluces la configuración de un Ejecutivo central más o menos sensible a la «extraña» situación que se vive en nuestra comunidad, aunque se mantenga que el modelo del «Gobierno del cambio» es exportable. Casado da una vuelta de tuerca más, no quiere problemas con votaciones en los escaños ni amenazas con no aprobar presupuestos y le abre la puerta a Vox para que entre en un hipotético gabinete de coalición con Cs. Sería el primer golpe del partido de Abascal, cuyo horizonte es únicamente nacional. «La nación está en peligro» se puede leer en su programa electoral, pero no explica demasiado bien qué hay detrás de las arengas de cuartel y la vuelta a la época de los Tercios de Flandes. Mal asunto, malo, para encauzar esta «primera vuelta de hoy». Aunque la campaña electoral sirve para sacar pecho, las cacas que cada uno tiene en casa parece que se olvidan, pero no. El escándalo de las tarjetas de la Faffe tiene un nuevo episodio que ahonda en la vergüenza de ver cómo el dinero público se ha dilapidado sin freno ni control durante años. Los nuevos aristócratas de carnet se han lucrado sin ningún tipo de catadura moral, sin importarles de dónde salía la liquidez con la que despachaban su colección de mal gusto. Aquello, según el PSOE-A, se trata de una anormalidad dentro de un paraíso donde los andaluces vivían en el mejor de los mundos, pero cuando se abren los cajones de los despachos aparece la realidad. Lo contó el jueves la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, en un encuentro organizado por este periódico. ¡Prietas las filas!: más de 300 ayuntamientos tienen paralizada la aprobación de sus PGOU, casi la mitad de los que hay en Andalucía. Realismo mágico y trágico porque eso se traduce en un freno para el desarrollo, el crecimiento y las oportunidades. Los chicos de Monty Python celebran este año el 40 aniversario del estreno de «La vida de Brian». Cuatro décadas de escándalo, inteligencia y sentido del humor a partes iguales con amenazas de excomunión y todo tipo de penitencias cristianas, que no han servido para mucho. «Brian’s life», recientemente pasada en televisión durante los días de Semana Santa, no es más que una sátira sobre la pequeñez humana desde el trazo que marca parte del mejor humor británico. Crucificado como Mesías sin desearlo, sin serlo, la moraleja del cuento es que al final siempre hay una buena razón para todo en la vida. Los candidatos de los grandes partidos, si fueran conscientes, se habrían dado cuenta de que en los debates no han hecho más que una parodia, una sátira de la situación política española. Su falta de profundidad y su tenacidad por quedar mejor delante de las cámaras logró incluso que Pablo Iglesias quedara como el más moderado de todos. Lo dicho, una sátira con peor gusto que la de los Monty Python. Mañana sólo nos quedará «the bright side of life».