Política

Terrorismo yihadista

El peligro para España del retorno de 132 "moujahidines"

La intención del "Califato"es tratar de conseguir por otros medios sus objetivos de implantación de la Sharia (interpretación rigorista de las normas coránicas) en todo el mundo

Agentes de los Mossos d'Esquadra, durante el dispositivo desplegado en Barcelona / Efe
Agentes de los Mossos d'Esquadra, durante el dispositivo desplegado en Barcelona / Efelarazon

La intención del "Califato"es tratar de conseguir por otros medios sus objetivos de implantación de la Sharia (interpretación rigorista de las normas coránicas) en todo el mundo.

El Estado Islámico, el Daesh, ha ordenado a los miles de «Foreign Terrorist Fighter» (FTF) (terroristas extranjeros que se unieron a la banda yihadista) que regresen a sus países de origen y cometan atentados, según mensajes interceptados por los servicios de información.

La intención del «Califato» es tratar de conseguir por otros medios sus objetivos de implantación de la Sharia (interpretación rigorista de las normas coránicas) en todo el mundo. Fracasada la guerra convencional que desarrollaron en Siria e Irak, han pasado a la guerra subversiva, mediante golpes de mano, atentados terroristas y una campaña de difusión de sus ideas a través de las redes sociales.

El principal peligro para nuestro país proviene de los 132 FTF (españoles la mayoría de origen marroquí) que salieron de territorio nacional y se encuentran en ignorado paradero. Se trata de individuos con un alto nivel de formación en técnicas de combate, utilización de armas, fabricación de artefactos explosivos caseros; además, están absolutamente fanatizados contra todo lo que representa la cultura occidental.

El número de españoles que, según los datos de que disponen las Fuerzas de Seguridad del Estado, se unieron al Estado Islámico es de 234. Además de los 132 antes citados, 57 han muerto en combate o se han suicidado. Hay ocho retornados de origen español y 16 de otras nacionalidades. Un total de 12 de origen español están en la cárcel y siete más de otras nacionalidades.

Los FTF españoles podrían disponer de documentaciones falsas y haber establecido contactos con personas afines que residen en nuestro país, con el fin tener una cobertura antes de intentar cometer atentados.

Las Fuerzas de Seguridad vigilan a estos posibles contactos por si en algún momento aparece un FTF. Sin embargo, se puede dar el caso de que estos individuos, por su entrenamiento, en el que se incluyen estrictas normas de clandestinidad, utilicen sistemas propios para ocultarse o pasar inadvertidos hasta el momento de cometer atentados. Es el caso del marroquí, con conexiones en nuestro país, que fue detenido el pasado mes de diciembre en la localidad catalana de Mataró. Utilizaba casas «okupadas» (que habitan anarquistas e individuos de los grupos antisistema) para vivir. Se movía sin documentación con el fin de hacer más difícil su identificación. M. M. S., de 33 años, había participado en Siria en «la planificación y desarrollo de una base de misiles de largo alcance».

Había entrado en España en junio de 2018, después de recorrer varios países. Su llegada al continente, según fuentes antiterroristas consultadas por LA RAZÓN, se habría realizado mezclado entre inmigrantes, como ocurrió con los terroristas que cometieron los atentados de París en noviembre de 2015.

Los 132 FTF que aún no han sido localizados cuentan con la ventaja de conocer nuestro idioma y costumbres, por lo que se pueden mover por el territorio nacional con relativa facilidad.

Con ser estos individuos los que constituyen un peligro más definido, no hay que olvidar, según las citadas fuentes, a los 700 marroquíes que, según se estima, aún militan en el Estado Islámico; ni a los 700 franceses, que se encuentran en la misma situación.

En definitiva, se trata de terroristas con un nivel de entrenamiento igual al de los de origen español y que en cualquier momento se pueden desplazar a nuestro país para perpetrar atentados.

Un total de 1.634 combatientes marroquíes se incorporaron a las filas del Daesh; 615, resultaron muertos y 285 volvieron a su país de origen, casi todos arrestados y presentados ante la justicia de ese país. En el caso de Francia, la cifra de los que se unieron a la banda yihadista se estima en unos 1.700.

En una reciente publicación del Estado Islámico, se indicaba que «cualquier incrédulo que hace la guerra contra el Islam y los musulmanes debe ser muerto sin piedad ni remordimientos (...) deben darse cuenta de que los soldados del Califato solo se rinden ante Alá, creador de todas las cosas y maestro del Universo.

Por lo tanto, no hay posibilidad de que se rindan a los humanos». Por todo ello, concluyen que el «infiel no tiene más remedio que aceptar su eventual derrota».

«Los mártires se han convertido en la rutina diaria de los creyentes –agrega– Tienen la semilla para la venganza, crecida en los corazones afligidos de las viudas, huérfanos y la juventud. Si Alá quiere, los frutos están listos para la cosecha».