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La maldición de Picasso

La Razón
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Es verdad que hay una extensísima bibliografía alrededor de la larga vida y la no menos extensa producción artística de Pablo Picasso. Pero, aunque parezca increíble, a estas alturas del partido, pese a que el pintor lleva muerto desde 1973, no esxiste una biografía definitiva. Ni una. Sí tenemos aproximaciones y trabajos divulgativos de gran nivel –como Roland Penrose, Rafael Inglada o Pierre Daix–, así como alguna tragedia de grandes proporciones –como Arianna Stassinopoulos Huffington–, pero no hay una biografía completa.

Sí hubo dos autores que se quedaron a las puertas y son Josep Palau i Fabre y John Richardson. Estos dos han dejado tras de sí muy buenos recorridos por la biografía picassiana, pero sin completarla. Richardson falleció la pasada semana dejando tras de sí tres tomos que son de lectura obligatoria y que bebn de su relación de amistad con el autor de «Las señoritas de Aviñón». Picasso fue su principal fuente y, en los últimos años, el archivo personal del maestro. Pero el último volumen, en el que debía explorar llevarnos desde los años treinta hasta 1973 ha quedado sin concluir. A Josep Palau i Fabre le ocurrió lo mismo: también pudo entrevistar en numerosas ocasiones a Picasso, pudo consultar sus extensos fondos documentales y realizó una serie de voluminosos estudios que concluían con la realización de «Guernica». No pudo ir más allá para desgracia de todos. Así que nos encontramos con una especie de maldición, como si Picasso no permitiera que los grandes especialistas indagaran más allá de los años treinta. Urge esa biografía.

Les añadiré un pequeño detalle. Conocí mucho a Palau y entrevisté un par de veces a Richardson. Los dos vigilaban con detalle lo que hacía el otro. «Creo que Palau no acabará». «Creo que Richardson no acabará». Eso opinaban.