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¿Por qué los adolescentes tienen más depresiones y trastornos de ansiedad?

La doctora María Martín coordina la unidad de Crisis de Adolescentes (UCA) del complejo de salud mental Benito Menni
La doctora María Martín coordina la unidad de Crisis de Adolescentes (UCA) del complejo de salud mental Benito MenniMiquel GonzálezShooting

La unidad de Crisis de Adolescentes de Benito Menni atiende al doble de jóvenes con problemas mentales que hace 10 años

A 18 kilómetros de Barcelona, en Sant Boi de Llobregat, las Hermanas Hospitalarias atienden en la Unidad de Crisis de Adolescentes de Benito Menni (UCA) los casos más complejos de jóvenes con problemas mentales del país. La UCA tiene ya 25 años, pero desde 2003, además, el centro cuenta con una nueva Unidad de Subagudos Adolescentes, única en toda España, donde se asisten los casos más complejos, que requieren un tratamiento más prolongado. La doctora María Martín, coordinadora de la Unidad de Crisis de Adolescentes, cuenta que mientras revisaban la historia de los casos tratados para agruparlos por diagnósticos, con motivo del 25 aniversario de la puesta en marcha de la UCA, les llamo la atención un dato: el número de jóvenes con depresión y trastornos de ansiedad ha aumentado en los últimos diez años.

Martín compartió este hallazgo con colegas de otros centros, que le corroboraron que también han visto un aumento de cuadros depresivos y de ansiedad en adolescentes. ¿Por qué? La doctora empieza explicando que «la adolescencia es un periodo donde el niño se prepara para ser adulto, durante el que se ve sometido a un sinfín de cambios que le generan estrés y que pueden desembocar en una mayor inestabilidad emocional». Cuenta también que hoy, la adolescencia es más larga que hace unos años. En primer lugar, la pubertad se adelante porque los niños se alimentan mejor, pero también se alarga. «Hace años, bien porque la gente se casaba, tenía hijos, trabajaba y se independizaba antes, maduraba también antes», dice. «Hoy en día, hay adultos que con 23 y 24 años tienen actitudes infantiles y comportamientos bastante inmaduros. Los roles adultos se adquieren más despacio y tarde. Y la prolongación de una situación de inmadurez o falta de autonomía, a la que se suman factores estresantes del entorno en el que vivimos, como los cambios económicos, sociales y tecnológicos de los últimos tiempos, pueden precipitar la aparición de trastornos depresivos y ansiosos», reflexiona Martín.

En los casos más delicados, estos cuadros van acompañados de trastornos de conductas graves que tienen en común conductas agresivas, fugas de casa, peleas con los compañeros de clase y violencia intrafamiliar.

Entre las patologías psiquiátricas que más se derivan a este centro, hay jóvenes con trastornos de conducta, que abusan de tóxicos, con cuadros depresivos, psicóticos, trastornos del espectro autista o tentativas de suicidio. Y aunque no se puede diagnosticar por debajo de los 18 años, también ven trastornos de personalidad.

Otra cosa que llama la atención al equipo médico es que se encuentran con casos más complejos. «Antes atendíamos cuadros puros de esquizofrenia, por ejemplo, jóvenes que aterrizaban con una patología clínica. Y ahora tenemos una patología clínica a la que se suman factores externos, sociales y económicos, que complican el tratamiento». La crisis económica ha golpeado a las familias, que tienen menos capacidad para sostener al adolescente, y sin un hogar estructurado y una red social que sostenga al joven, «es más difícil darle el alta», precisa el doctor Joan Orrit, director gerente del Complejo Asistencial en Salud Mental Benito Menni.

Educar y poner límites, claves para que las familias ayuden a sus hijos

Uno de los descubrimientos más sorprendentes de la neurología, ha sido constatar que el cerebro del adolescente tiene una segunda época de aprendizaje, más allá de la primera infancia. Entre los 13 y 18 años, cambia su anatomía, los hábitos se implantan mejor y podemos corregir fallos educativos. Pero factores sociales como el estrés pueden incidir en este desarrollo. Un estrés continuado puede provocar que la amígdala del cerebro, que participa en la gestión de las emociones, disminuya de tamaño. ¿Qué pueden hacer las familias para prevenir un trastorno psiquiátrico? «Educar», dice la doctora María Martín. «Poner límites y hacerlo con una actitud positiva, siendo conscientes de que los hijos no son clones de sus padres». Las familias, los educadores o los pediatras son los primeros en detectar un posible trastorno. Si se complica, pueden derivarse a la UCA de Benito Menni, donde se realiza un tratamiento individualizado por un equipo multidisciplinar. Un entorno sin la familia y muy organizado, ayuda al adolescente a calmarse y ordenar sus pensamientos.

CIFRAS

7.500

Pacientes ha atendido la UCA en sus 25 años de historia

30

Días de media están los adolescentes –de 12 a 18 años– que ingresan en la Unidad de Crisis de Adolescentes (UCA). En la Unidad de Subagudos de Adolescentes (USA), referente en toda España, la estancia hospitalaria es de 75 días de media.

24

Años. Los médicos alertan de que hay adultos con 24 años que tienen actitudes inmaduras. La adolescencia empieza antes y acaba más tarde. Una sociedad con más estrés (tecnológico, economico y social) agrava los trastornos.