Ayuntamiento de Madrid

El infierno vuelve a las Cavas

El infierno vuelve a las Cavas
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Los vecinos de La Latina piden que se refuercen las inspecciones a los bares en las fiestas navideñas

La Latina nunca ha sido un barrio silencioso. Sus terrazas y fiestas son famosas por su concurrencia y encabezan todas las guías de ocio de la capital. Hasta ahora, su vida social y residencial convivían sin demasiados encontronazos, pero desde hace unos años la primera amenaza con acabar con la segunda. «Sobre todo en fechas como éstas, de cenas navideñas en las que el cotillón y el champán elevan aún más si cabe el volumen de las juergas nocturas», explica Jorge, vecino del barrio. «Llegan los fines de semana y medio barrio se va», se queja este residente. No se van de vacaciones, huyen del «infierno» que supone vivir en este distrito de Madrid.

A pesar de que en 2012 fue declarada Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE), «quien conozca la zona sabe que no se cumple la normativa contra el ruido», explica Arcadio Martín, vocal de la Asociación de las Cavas y Costanillas.

De jueves a domingo La Latina se convierte en un centro de reunión al aire libre, que más parece «un recinto ferial». Riadas de personas, que van de bar en bar, se entremezclan con vehículos que cada poco pitan porque apenas pueden circular por sus estrechas calles. Así lo define Martín, que lleva viviendo 19 años en el mismo barrio. «Antes no era así. Durante los últimos 12 años ha habido una permisividad exagerada por parte de las instituciones. Los bares se han multiplicado y han centrado su actividad en la noche, frente al día», añade. «Antes era un barrio para tomar el aperitivo; ahora es de “botellón”», dice Jorge.

En La Latina se congregan más de 200 bares y pubs con horario nocturno; sólo en los 300 metros de la Cava Baja se concentran 60 locales, cuya actividad no cesa hasta la madrugada. «Se ha puesto de moda celebrar aquí despedidas de soltero, en las que grupos de jóvenes vociferan y cantan a todo volumen durante toda la noche. Poco les importa que les cierren los bares», añade Martín.

La normativa

La Asociación cree, sin embargo ,que el nivel de ruido descendería si se aplica la reducción de horarios que contempla la ZPAE como la posibilidad de rebajar una hora el cierre de los bares que lo tienen establecido más tarde de las 1:30 horas de la madrugada. No obstante, aseguran que se conformarían con que se cumpliera la normativa contra el ruido y se cerraran todos los locales que funcionan sin licencia. Reclaman además a los propietarios de los bares que cierren las puertas de éstos, ya que, de lo contrario, la música se cuela en los dormitorios de todos los residentes. El artículo 59.2 de la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica tipifica como infracción grave «el ejercicio de la actividad sin mantener las puertas interiores y exteriores del vestíbulo acústico cerradas mientras no exista paso de persona por ellas».

Tras denunciar su «calvario» e «indefensión» ante la Defensora del Pueblo Soledad Becerril, hizo suyas las quejas vecinales y pidió a principios del año al Ayuntamiento que adoptara «medidas eficaces» contra los locales que se saltan la normativa. El Consistorio, por su parte, remitió a Becerril un informe de la inspección municipal en este barrio. De los 76 locales que fueron investigados, 49 no cumplían con la normativa (21 no tenía licencia, 28 contaban con deficiencias urbanísticas, nueve de ellas medioambientales). Sólo en la Cava Baja se abrieron 21 expedientes sancionadores.

Desde el Ayuntamiento explican además que, aunque se han cerrado algunos de estos locales, el ruido no cesa porque proviene principalmente de la concentración de personas en la vía pública. Además, añaden que «cerrar los locales sin licencia es una exigencia legal, pero si el interesado subsana, tramita y obtiene la licencia o la declaración responsable, el Ayuntamiento no tiene más remedio que conceder el permiso o admitir esa declaración según la nueva Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas (LEPAR)».

Para los vecinos no es suficiente. Denuncian que los expedientes sancionadores no se concluyen y que la actividad nocturna va a más; «sobre todo en estos días», añaden. «En los últimos doce años se han concedido 200 licencias y, a pesar de las buenas intenciones del Ayuntamiento, no se cumple la ordenanza del ruido». Por este motivo solicitan además que Medio Ambiente inspeccione y compruebe, mediante mediciones acústicas periódicas, los niveles de ruido nocturno principalmente; y que la Policía «actúe de oficio» y no espere a que los vecinos tengan que «llamarles a media noche».