Coronavirus
Los bastones vuelven a golpear las aceras
Los abuelos cogen aire. Tras más de 40 días sin pisar la calle, los mayores de 70 años retoman sus paseos y aplauden que haya una franja horaria reservada para ellos
«Ha sido increíble, precioso. La última vez que salí era casi invierno y eso se notaba en la vegetación. Hoy estaba todo verde y lleno de flores». Como tantos mayores a lo largo de todo el país, Olvido Pérez lleva sin salir de casa desde que se instauró el estado de alarma. Como tantos mayores, es viuda y vive sola, pero tiene la suerte de ver a una de sus hijas cada día desde su ventana, la misma que le lleva la compra y la que se ha convertido en su compañera favorita de aplausos a las ocho de la tarde. Con sus otros tres hijos habla por teléfono todos los días. Olvido cumplió 79 años en cuarentena y se emocionó cuando todo su bloque le cantó el «cumpleaños feliz».
Ese fue para ella el segundo momento más bonito de la cuarentena. El primero lo reserva para la llamada en la que su nieta mayor le dijo que en unos meses será bisabuela. Después de estar 48 días caminando cada mañana más de una hora por el pasillo de su casa, ayer pudo por fin retomar su ruta favorita de la era prepandemia. «Parece que ha pasado lo peor», celebra. Olvido es una más entre los más de ocho millones de españoles que superan los 70 años y que desde ayer ya pueden salir a pasear entre las 10:00 y las 12:00 y desde las 19:00 hasta las 20:00 horas. Muchos de ellos tienen patologías para las que sus médicos les «recetaron» una medicina que no se vende en las farmacias: caminar todos los días.
Con muchas precauciones, y con pleno conocimiento de que forman parte del grupo que tiene más riesgo de padecer los peores efectos del coronavirus, los mayores se echaron ayer a la calle solos, en pareja o acompañados de sus cuidadores. Salieron con paso lento pero firme (algunos apoyados en sus inseparables bastones), todos con la lección aprendida de hasta dónde podían ir para no sobrepasar el límite de un kilómetro desde su hogar. «Me parece bien la franja horaria que han establecido para que podamos salir. Además, no tenemos que madrugar mucho, que luego se nos hace el día muy largo», cuenta María Fernández cuando se dispone a enfilar por primera vez en meses el Paseo de la Chopera, en la zona sur de la capital.
El único tímido reproche que sale de la boca de esta jubilada madrileña es que echa en falta que el Ayuntamiento se decida a abrir los parques. «En Madrid Río las aceras son más anchas y creo que si pusieran un camino de ida y otro de vuelta no habría ningún problema. La gente está concienciada de que el peligro no ha desaparecido», asegura. Pero, por el momento, Sanidad se ha posicionado en el mismo lado que el Consistorio: Simón asegura que si están cerrados es más fácil controlar que no se formen corrillos entre peatones.
En la misma zona dieron su primer paseo después de no saben ya cuántos días Emilio López y Josefa Heras, siempre con mascarilla y procurando no acercarse más de la cuenta a los paseantes que se cruzaron en su camino. Ellos no son una excepción y sus hijos también les prohibieron salir de casa en cuanto comenzaron las restricciones de movilidad. También son los encargados de llevarles comida y medicinas. «Nos dejan la compra en la puerta y llaman al timbre. Se alejan y, por lo menos, los podemos ver al otro lado del pasillo», dicen.
Este matrimonio está deseando abrazar por fin a sus hijos, pero aún un poco más a sus nietos. «Tenemos ocho, el pequeño tiene cuatro años y el mayor 22», subraya Josefa, que sonríe al pensar que el benjamín de la familia habrá dado un buen estirón en el tiempo que llevan confinados. «Un día cogió su mochila y le dijo a sus padres que estaba harto de ellos, que iba a buscarse otra familia», recuerda entre risas esta orgullosa abuela.
Planeando la ruta
Ambos aseguran que llevan bien la reclusión («no queda otro remedio», reconocen), pero que ya tenían ganas de salir a tomar el aire. «Yo solo salí una vez a la compra, sabíamos que teníamos que quedarnos en casa», afirma Josefa, que desde un momento se hizo a la idea de que la situación requería un esfuerzo de todos: «Por suerte, no ha pasado nada en la familia, que es lo más importante». Josefa y Emilio ya han pensado su ruta para estos días: irán desde su casa hasta Legazpi en el «turno de la tarde» y volverán, y repetirán el camino varias veces hasta que den las ocho de la tarde.
Además de para sus hijos, este matrimonio tiene sus palabras de agradecimiento sincero para sus vecinos, que han supuesto un apoyo importante en estos días tan atípicos. «Nuestros hijos nos traen la comida, pero hay cosas, como el pan, del que se encargan las chicas que viven en el edificio. Nos lo dejan en la puerta todos los días». Este es un ejemplo de la ola de solidaridad de los ciudadanos anónimos que se ha despertado en paralelo al ritmo al que crecía la gravedad de la crisis sanitaria. Aunque a sus 85 años Emilio necesita el brazo de su mujer y la ayuda de un bastón para dar su primer paseo, no ha perdido el buen humor durante la cuarentena. «La pena es que ahora que llevo la mascarilla puesta la gente se pierde mi mejor parte», bromea.
El buen tiempo que hizo ayer en la capital, sumado a las ganas que había de volver a pisar la calle, propició que a más de uno se le fuera la hora por la mañana y alargara su paseo hasta el horario reservado a los mayores y los dependientes. Sin embargo, por la tarde la situación estuvo más controlada, y los más pequeños de la casa dieron el relevo a los abuelos sin incidentes. «Nosotros decidimos salir por la tarde porque creímos que habría menos gente. Notamos más movimiento que el que veíamos en los últimos días por la ventana, pero sin aglomeraciones», afirma otro matrimonio que ayer caminó a unos metros de Josefa y Emilio.
Muchos dudaron ayer si había que seguir repitiendo el aplauso al personal sanitario a las ocho de la tarde. Aunque menos multitudinario, más de uno volvió a salir a las ventanas, esta vez cuando muchos mayores se recogían. En ese momento, algunos levantaron los brazos en señal de (pequeña) victoria. Queda menos para recuperar la normalidad.
✕
Accede a tu cuenta para comentar