De la ciudad al campo

La repoblación “fantasma” de Estremera

El censo de este pueblo del sureste de Madrid ha experimentado uno de los mayores crecimientos de la Comunidad durante la pandemia. Sin embargo, los vecinos critican que esto no repercute en sus negocios: “Compran casas, pero no dejan dinero en las tiendas. Las calles siguen vacías”

El éxodo rural es un fenómeno que la pandemia ha fomentado de manera exponencial. Los pueblos se han convertido en el refugio de los que, cansados por las restricciones urbanitas a causa de la Covid, han optado por instalarse en pueblos donde la perenne necesidad de mascarilla y distancia social pasa a un segundo plano. Parece que el aire libre cotiza al alza y ya tendencia a la baja que los padrones de los pequeños municipios llevaban experimentando en las últimas décadas ha dado un vuelco. Uno de los casos más significativos es el de Estremera que en este último año ha sumado 200 nuevos vecinos, algo inédito a tenor del agonizante desplome estadístico de los últimos años.

“Ahora tenemos censadas más de 1500 personas, 1509 si no me falla la memoria, mientras que hace un año no llegábamos a las 1.300. Firmo una media de cinco nuevos empadronamientos al día. No sé si seremos el pueblo que más ha crecido, pero dudo que lo hayan hecho más que aquí”, explica Carmen Sánchez, la alcaldesa, que justo antes de conversar con nosotros acaba de estampar su rúbrica en un nuevo par de documentos de residencia. “Todo comenzó con el confinamiento, muchas personas empezaron a llegar a sus segundas residencias y decidieron quedarse. Con el paso de los meses han optado por censarse aquí para así poder tener cobertura sanitaria y también el permiso de desplazamiento a sus centros de trabajo, ya que la mayoría sigue trabajando fuera. Por otra parte, las llamadas para comprar casas y terrenos han sido muy numerosas”, detalla la socialista.

El mercadillo de Estremera donde acuden los vecinos a comprar
El mercadillo de Estremera donde acuden los vecinos a comprarRuben MóndeloLa Razón

De hecho, tanto la política socialista como los vecinos nos confirman que ya no hay viviendas disponibles para compra ni alquiler. “Mira, esa casa de dos plantas la acaba de alquilar una familia numerosa, y la de al lado también”, ratifica Mariano Moral, al que conocen en el pueblo como “Juanin”. “Las casas que antes estaban cerradas, ahora tienen inquilinos. De hecho, yo que paseo mucho con mi mujer por el pueblo, he comprobado cómo han ido viniendo nuevas personas al pueblo. Eso sí, por las calles no los vemos. Los carteles de se vende han volado y hay muchos más coches que antes”, afirma este lugareño.

Sin embargo, según aseveran los vecinos “este aluvión de gente” no se traduce en un repunte de los negocios. Reyes del Amo, que regenta uno de los bares del pueblo, dice que “por aquí no pisan para consumir. Es cierto que a veces entran a preguntar si hay terrenos en venta, pero poco más. En verano sí se notó un poco más de clientela y, por ejemplo, el carnicero siempre comentaba que tenía muchos pedidos a domicilio”, recala la hostelera mientras sirve un café a un cliente que acaba de entrar. Sentada en la terraza está Montse, que lleva residiendo en Estremera más de tres décadas: “Donde sí he visto más caras nuevas es en el campo. Cuando voy a pasear con el perro me cruzo con gente que no conozco. Y es que los recién llegados parece que se quedan más en sus casas, en los patios. También se han dado casos en los que personas que tenían aquí una vivienda en estado selvático, porque llevaban años sin venir, lo han estado arreglando para instalarse ahora. Pero siguen trabajando fuera e, incluso, sé que muchos se traen la compra de fuera. Así que esto tampoco repercute mucho en nuestro día a día. Lo que me gustaría es que esta gente hiciera más vida en el pueblo”.

Jóvenes y divorciados

En El Rincón de Higuerlop, un restaurante, hostal y estanco regentado por los hermanos Ruth, Noemí y Rubén la desconfianza de este incremento poblacional es notoria: “Se nota en que, de repente, aparece gente nueva y te consultan sobre inmuebles a la venta Eso es todo. En ocasiones, algunos de los que finalmente compran sí que se pasan por el bar. Es gente de mediana edad, de unos cuarenta años. Pero son contados los que vienen por aquí”, asegura Ruth. Su hermana Noemí, apunta que donde más se ha vendido es en la urbanización La vega, a cinco minutos en coche del centro de Estremera: “Lo que queda sin vender es porque está muy viejo y cuesta mucho reformarlo”.

El hecho de que en este pueblo del sureste de Madrid tenga uno de los colegios bilingües pionero en zonas rurales es también un buen reclamo, aunque Rubén achaca el relativo éxito poblacional de su pueblo a que “al estar tan cerca de Castilla y La Mancha, hay quien ha optado por censarse aquí por los beneficios que puede aportarles el estar en Madrid. Por ejemplo, en la política de vacunación contra la Covid o la asistencia sanitaria. No creas que la gente elige Estremera por que sí”. La duda que a todos les suscita es si estos buenos datos censales se mantendrán en el tiempo o la gente irá regresando a la ciudad una vez se estabilice la pandemia: “Eso nunca lo sabremos, quizá descubran lo bien que se vive en el pueblo. Posiblemente se mantenga, sobre todo los más jóvenes, porque aquí la vida también es más barata”, dice optimista Julio Montejano.

Pese a haberse levantado las restricciones Covid y los bares hayan abierto, los nuevos habitantes prefieren quedarse en casa
Pese a haberse levantado las restricciones Covid y los bares hayan abierto, los nuevos habitantes prefieren quedarse en casaRuben MóndeloLa Razón

Carmen, la alcaldesa también confía “en que no se vayan y valoren la calidad de vida que hay en el pueblo”. Reconoce que “no se nota este crecimiento de población porque no se puede salir por la pandemia, es más, hemos estado confinados durante varias semanas porque éramos el pueblo con mayor incidencia acumulada, espero que cuando se normalice sí veamos a los nuevos vecinos por la calle”. Según la regidora, el precio de las viviendas es, de igual manera, un atractivo: “Aquí se han vendido pisos por 60.000 euros y chalets por 140.000 algo impensable en la ciudad u otros pueblos cercanos como Arganda del Rey. Es verdad que tienes que usar coche para moverte, pero sacrificas el viaje por una vivienda amplia, con patio y jardín”.

En la mencionada urbanización La Vega nos encontramos con Manuel Aldama y su esposa que están arreglando su terreno. Ellos ya llevan tiempo aquí y nos confirman que en este último año se han vendido unos cuatro chalets “que para una población grande puede parecer algo insignificante, pero en un pueblo no”. “Ahora sí que se nota que hay más actividad. Sé que varias personas se han comprado terrenos y están arreglándolo. Según he podido saber la mayoría de los nuevos son o parejas jóvenes o divorciados”, explica Raquel, que barre las inmediaciones de La Posada de Don Quijote. Según la alcaldesa “se está trabajando mucho para crear vivienda nueva, pero no es sencillo por las licencias urbanísticas, hacemos lo que podemos” y es que, ni en el mejor de sus sueños hubiera imaginado que la situación de la España vacía revirtiera. Menos aún con motivo de una pandemia.

La despoblación ha sido un palo tremendo en las últimas décadas, pero parece que en estos momentos empezamos a ver la luz. Es algo lento, pero parece que la tendencia ha cambiado”, dice la regidora. Es más, detalla que los servicios de transporte público que conecta Estremera con el resto de municipios se había ido limitando cada vez más: “Los jóvenes migraban a otras ciudades más grandes porque aquí no hay trabajo. Tengo claro que en este sentido yo no puedo hacer mucho más porque no tenemos industria, pero si podemos ofrecer una buena calidad de vida y a buen precio. Si ya tuviera empleo éste sería el paraíso”. Y es que, Estremera custodia esa esencia de pueblo, la tranquilidad, libertad y silencio que en tiempos de bullicio tanto se ansía: “El cambio y nuestro futuro lo marca la gente. Nosotros estábamos avocados a la desaparición y ahora nos estamos recuperando. Esto es una ilusión muy grande”, concluye Carmen.