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Tepic, el templo mexicano en Madrid para seguir comiendo de muerte después de Halloween

La bolita de calabaza, con su salsa verde de queso fresco y crema agria antecede a la tan tradicional sopa tarasca

Tepic
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Nos hemos vuelto locos con Halloween y hemos decidido hacer nuestra esta tradición sin serlo. Por lo menos, tenemos una excusa más para reservar en Tepic, uno de nuestros restaurantes mexicanos preferidos, ya que se suma a la celebración del Día de los muertos. Una de las festividades más antiguas y populares del país azteca, cuya costumbre es reunir a las familias para honrar a los que ya no están. Por eso, han replicado el ritual con el necesario altar con sus fotos, velas, muchas flores e, incluso, los platos que más les gustaban en vida a los difuntos. Cuenta la leyenda que se cree que sus almas vuelven un ratito del más allá para disfrutar del homenaje. El mismo que hemos probado y que quien lo desee puede saborear sólo hoy al mediodía, mañana y el martes. La bolita de calabaza, con su salsa verde de queso fresco y crema agria antecede a la tan tradicional sopa tarasca. Es decir, de frijol con ese picante que no debe faltar en la cocina mexicana, acompañada de la tostada de pulpo, el tamal de cochinita pibil y la enchilada roja. El típico pan de muertos armoniza de muerte con el margarita clásico, preparado por Javier Quiñones.

¿Mejor en casa? Roberto Ruiz aprovecha estos días para anunciarnos la apertura de un nuevo local con «take away», «delivery» y una terraza en la que esperar el pedido. En el nuestro, no faltan, claro, su emblemático guacamole con totopos, la quesadilla de costilla de res con chile pasilla y un par de tacos, al pastor de cerdo ibérico y de machete y el costillón de res norteña tatemado a la brasa. Pero, cuidado, que la pereza no se siente a la mesa, porque Barracuda lo toman los mariachis, que escuchamos mientras llega un equilibrado ceviche rojo de callos de lubina con salsa de chile guajillo y tostadas raspadas, los buñuelos de pato confitado con pipián verde de pipas de calabaza y las enmoladas de guajolote con mole negro de Oaxaca.

Entre buñuelos y huesos

Y, para mantener las dulces costumbres patrias, nosotros no nos privamos de las piezas que el pastelero José Fernández vende en Nunos. Nos sorprende con «Muerte por chocolate» y con la colección de buñuelos de santo, en la que incorpora los rellenos de «Rocher», cacahuete y relleno de galletas Lotus. De ahí, a por los huesos de santo y a por los buñuelos de La Mallorquina, donde probamos el recién incorporado de avellana. Las creaciones de Ricardo Vélez, de Moulin Chocolat y responsable de la cocina dulce de Lhardy llevan azúcar, huevos, harina y mantequilla y los rellena de café, vainilla, chocolate, avellana o nata. ¿El secreto? El aceite de oliva virgen extra Alma, de Almazaras de la Subbética. Entre los huesos de santo, nos quedamos con los de chocolate Ylanka, de Valrhona.