Tabernarios

Mazarino, el rey del aperitivo

El picoteo que acompaña a la caña es famoso

Taberna Mazarino
Taberna MazarinoEnrique CidonchaLa Razón

Los clientes fijos de Mazarino (www.mazarinobar.com) son legión. El motivo es claro: es uno de esos bares míticos que en cuanto entras se respira tal ambiente que te envuelve y el espacio es tan sumamente acogedor, que el reloj se para y no sabes cuando vas a salir. Y es justamente ésta la filosofía de este lugar de siempre, que reabrió el pasado 27 de enero. La de atender de una forma impecable al comensal, que, incluso, el personal de sala le llama por su nombre y al habitual le sirve “lo de siempre” sin necesidad de abrir la boca. Es refugio de parroquianos del barrio de Chamberí y del de Salamanca, que sólo tienen que cruzar el puente de Juan Bravo para estar a gusto sentado a la mesa.

Todos acuden a la llamada de ese lugar en el que lo mejor es la libertad de poder acudir cuando te venga en gana sin mirar la hora, ya que aquí no hay turnos que valgan ni la presión de que te levanten de la silla. Tras un estudiado lavado de cara, por eso de mantener la estructura original y devolver al espacio los tonos claros, que un incendio fulminó, al frente de esta nueva etapa se encuentra Pablo Caruncho, también alma de L’Entrecote Café de París, concepto muy diferente, que también merece la pena conocer. La hora punta y por lo que es famoso Mazarino es por su aperitivo, aunque el desfile de comensales comienza desde primera hora para tomarse el primer café de la mañana, todos deseosos de hacerse un hueco en una terraza en la que da el sol durante todo el día. Un apunte, quien acude, sabe a lo que viene. El picoteo que acompaña a la caña es cortesía de la casa, de ahí el precio (5,50 euros), pero es que en un momento la rodean las raciones de salchichón y chorizo ibérico, de queso semicurado, aceitunas, cacahuetes y quicos. Al llegar el segundo trago, es el momento de los boquerones en vinagre. No, ningún platillo se repite. Ya les he contado, es difícil abandonar el establecimiento, así que lo suyo es continuar con ese gin tonic, destilado o cóctel, que se le antoje, para armonizar con un rico sándwich mixto, cortado en triángulos, que tan bien entra. En resumidas cuentas, es posible dejar pasar las horas picoteando y bebiendo, pero si aun así el hambre aprieta, la carta anuncia platos caseros bien ejecutados. Los mismos que componen el menú del día (25 euros). Hoy y todos los miércoles David (Lucio, Carta Marina) hace cocido. Ejemplos de primeros son las judías pintas con oreja, el pisto manchego con huevo y la ensalada primavera como primeros, mientras que entre los segundos destaca la corvina a la plancha con verduras, el pollo al curry con arroz y el ragout de ternera con patatas fritas, aunque siempre es posible pedir la merluza de pincho a la romana y el escalope, que no falla. Como postres, lo suyo es dejar hueco al flan, al pudin, a la tarta de manzana o a cualquier pieza de fruta de temporada. En cuanto a los vinos por copas, Blanco Nieva, Terras Gaudas y Montenovo es la selección de los blancos y entre los tintos desfilan las copas de Trus y Marqués de Murrieta, una etiqueta de la D.O Ca Rioja, que nos entusiasma y tan bien acompaña tanto a unas maravillosas gambas blancas de Huelva como a la clásica ensaladilla, al montado de solomillo o a unos maravillosos calamares en su tinta. Muy demandados son también el steak tartar y la hamburguesa, sobre todo esos días en los que no toca disfrutar de la sobremesa y se necesita comer rápido, incluso el chef prepara la versión vegana de ésta. En definitiva, Mazarino es de esos bares en los que el tiempo se para.

Taberna Mazarino
Taberna MazarinoEnrique CidonchaLa Razón
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El montado de solomillo
Es uno de los bocados imprescindibles para degustar a cualquier hora, tanto si quieres almorzar rápido como si la gula ataca entre caña y caña. Tanto el pan como la carne son de muy buena calidad, otra de las prioridades de Pablo Caruncho.