Gastronomía
Un San Isidro con el estómago lleno
Reservar mesa en Casa Ciriaco para disfrutar de su pepitoria es tan buen plan como acudir a la llamada de Javier Goya en Sua
La fiesta vuelve a la pradera, ya abarrotada de chulapos y chulapas, con sus claveles y sus mantones, y con ganas de dedicar su chotis a San Isidro. El hambre de volver a rendir tributo a nuestro patrón lo notan los hosteleros. Así que, mientras leen estas líneas escojan donde acudir. Es domingo y es día 15. Si es de los que no se piensa perder la enorme torre formada por tres mil flores, que se repartirán en la plaza de Lavapiés, acuda a media tarde. Porque, a partir de las ocho y media, les esperamos en Sua, espacios con el sello de Triciclo. Javier Goya, Javier Mayor y David Alfonso homenajean a nuestras tabernas favoritas en una propuesta (65 euros), que comienza con un cóctel cañí, creación de Alberto Villaroel, al frente de Vendittas, local que, si no conocen, no tarden. Pero hoy, sin movernos del 22 de Moratín, probaremos el emblemático arenque con pepenillo y Perrins, de La Ardosa; los mejillones con vermut y olivas, de El Doble; el mejillón tigre, de La Elisa; la gamba blanca al ajillo, de El Abuelo, y la tajada de bacalao, de La Revuelta. Por supuesto, los minutejos de oreja crujiente, de Los Minutejos y la pepitoria, de Casa Ciriaco, reconocido hace unos meses como el plato castizo por excelencia por la Academia Madrileña de Gastronomía. Claro está, es protagonista del restaurante centenario de la calle Mayor, regentado por Carlos Figueroa. Mario Sandoval siente predilección por esta festividad y en Haroma, rincón gastronómico del Hotel Heritage, ha diseñado un menú (65 euros) en el que el ravioli de rabo de toro bravo estofado con su solomillo, piñones, foie y albahaca es el plato estrella, como defensor de la carne de bravo que es, a la que considera la más sana y sostenible. Para probar sus embutidos (salchichón, chorizo y cecina), reserve en Coquetto. Disfrutar de la versión castiza del cocido a los pies del Palacio Real y del Teatro Real es posible en el Café de Oriente, donde lo borda Roberto Hierro y hasta mañana la idea es armonizarlo con Bollinger Special Cuvée. Siguiente parada: Media Ración para probar las rosquillas de Alcalá, de Antonio del Álamo. Mientras las degustamos, nos desvela su secreto: las hace con hojaldre, azúcar y yema de huevo: «Su nombre procede de su preparación en Alcalá en el siglo XVI antes de hacerse famosas en Madrid, donde se encontraba la Corte Real», explica.
Olla gitana
Si a Botín vamos a comer cochinillo asado, en el también centenario Café Gijón no nos perdemos los callos a la madrileña y en Casa Alberto, tan mítico en el barrio de Las Letras, optamos por el imprescindible rabo de toro. Y, si en Casa Pedro nos recomiendan los garbanzos con boletus, a la Posada de la Villa volvemos para saborear el emblemático cordero asado. A la Taberna Antonio Sánchez, fundada en 1787, lo que la convierte en la más antigua de Madrid, se va a comer caracoles en salsa, recuerden, lo mismo que en el mítico bar del 106 de la calle Toledo, y la tradicional olla gitana, un guiso elaborado a partir de garbanzos y alubias, cocidas aparte, pimiento, cebolla, acelgas, tomate y ajo, al que se incluye rabo y oreja de cerdo, chorizo y morcilla. En la misma Plaza Mayor, en Arrabal, nos aseguramos un vermut y un par de gildas. A pocos metros, en Los Galayos, barra que forma parte desde mañana del programa de Degustatapas, del Gastrofestival recién iniciado, lo suyo es optar por el dúo ganador formado por el tercio de cerveza con el crujiente de falsa morcilla por cuatro euros. No olviden tomar rumbo a Galería Canalejas para asistir a su particular verbena. Recibirá un clavel de camino a El Goloso, donde probar los bombones de chocolate blanco con violeta, un homenaje a los clásicos caramelos, que nos siguen entusiasmando y adquirimos en La Violeta. Y, como fin de fiesta, los barquillos hechos, a ritmo de chotis, por la última generación de barquilleros de España.
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