Medioambiente

¿Cómo podría Madrid producir más de 400.000 plantas forestales autóctonas desde sus viveros?

Sería a través de los viveros forestales públicos y del Banco de Germoplasma, que cuenta con más de 200 semillas

La Comunidad de Madrid podría producir ya en sus viveros y a través de la genética más de 400.000 plantas forestales autóctonas. Esto se debe a que es una región rica en diversidad vegetal y en ella se encuentran varias especies singulares o amenazadas. Aunque se han realizado abundantes actuaciones sobre los hábitats de estas especies amenazadas (lo que se denomina conservación «in situ»), en muchas ocasiones no son suficientes para reducir el riesgo de extinción y es necesario recurrir a técnicas de conservación «ex situ» o fuera de sus entornos.

Por este motivo, el Gobierno regional, a través del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) ha creado su primer Banco de Germoplasma de Flora Silvestre, «La Isla Forestal de Madrid (BIFORMAD)», para conservar y garantizar la diversidad genética de los árboles y pequeñas formaciones arbóreas de la región. Situado en el vivero del Gobierno regional en Arganda del Rey, se dedica especialmente a las plantas forestales y especies arbóreas que, por causas climáticas o humanas, así como por la amenaza de otros vegetales invasores, se han visto sometidas a la alteración de su hábitat natural y son vulnerables a desaparecer o ya están en peligro de extinción.

LA RAZÓN se ha puesto en contacto con Sergio López, gerente del IMIDRA para que abarque la situación actual de estas especies en extinción y los proyectos de solución a futuro.

«El catálogo regional de especies amenazadas en la Comunidad de Madrid tiene cuatro categorías distintas que agrupan 95 especies: en extinción; sensibles a la alteración del hábitat; vulnerables; o de interés especial. En peligro de extinción hay solamente cuatro de esas 95 totales, y son dos helechos y dos herbáceas. Estas están en nuestro banco de germoplasma para que, en ningún caso, llegue la desaparición», explica Sergio.

Además, Sergio argumenta que no hay ninguna teoría que relacione la contaminación y cambio climático con esta alarma de extinción: «En ningún caso hay ningún informe que avale dicha respuesta, pero sí que se están viendo comportamientos diferentes en alguna especie. Por ejemplo, el roble no sube tanto de altura, pero nada que suponga una amenaza». El problema que puede plantearse con las medidas adaptadas a través de la genética es si nace de la salubridad y sostenibilidad o si dañarán la fauna del suelo y se contaminarán sus equivalentes no transgénicos. Pero el gerente de IMIDRA argumenta que se trata de una iniciativa sostenible en el tiempo: «La genética tal y como la conocemos no la tocamos, la duplicamos y copiamos de manera completamente respetuosa en procesos naturales. Hay dos formas, a través del estaquillado o embriogénesis somática. Es verdad que esta segunda es de laboratorio, pero siempre perpetuando y preservando el valor genético de la planta porque es lo que le ha hecho valer ese tiempo. Nosotros en ningún caso alteramos la genética, en todo caso son procesos que buscan principalmente mantener y preservar la genética de esa planta. Sí es sano y sí perdura en el tiempo, pudiéndose replicar todas las veces que queramos para tener plantas con valores idénticos a los de la planta madre».

Desde el principio, el objetivo futuro que manifiestan desde el IMIDRA es obtener los máximos beneficios. Así lo expone Sergio: «Queremos crear un reservorio vegetal que no teníamos. Lo que conseguimos con este banco de germoplasma permite tener identificadas, catalogadas y duplicadas todas las especies que puedan estar o no en peligro de extinción pero que aun así queremos tener la dúplica para posibles catástrofes como Filomena. También permitirá introducir nuevamente en el monte toda esa nueva biodiversidad que nos generan las especies madres. Es una cuestión de prudencia y de previsión». Sergio menciona al Gobierno local para presumirlo de previsible, con el fin de generar estas reservas en caso de situaciones de fuerza mayor o, por el contrario, para poder repoblar en zonas de monte donde no existen algunas especies. Todo ello a partir del análisis y el conocimiento. «Ganamos en biodiversidad y estamos muy contentos con el proyecto, era muy necesario y es una manera de preservar la riqueza de la Comunidad de Madrid», concluye el gerente.

400 nuevas plantas forestales

El IMIDRA cuenta además con viveros de producción de plantas por lo que la Comunidad de Madrid estaría preparada para realizar grandes repoblaciones y poder restaurar grandes áreas degradadas por procesos erosivos o devastadas por grandes incendios. Se trata de dos viveros forestales, uno situado en la finca, «La Isla», situada en Arganda del Rey, y otro en el Escorial. En ellos se lleva a cabo la producción de plantas autóctonas de repoblación a partir de las semillas recolectadas, que se emplean en labores de restauración ecológica y recuperación en su propio hábitat cuando existe una grave amenaza o bien suponen un gran valor ecológico. Además, al ser especies del entorno, se asegura la correcta aclimatación e idoneidad genética del material forestal en el ecosistema.

En la última década, la mayoría de los trabajos se centran naturalizar las grandes repoblaciones en su mayoría monoespecíficas o con solo dos especies. La consecuencia natural de ello es pasar a estas repoblaciones de enriquecimiento en la que se van introduciendo especies muy variadas de interés ecológico que aumenten esta biodiversidad.

Paloma Martín, consejera de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura, manifestó que desde la Comunidad de Madrid disponen de numerosos proyectos e iniciativas para conservar y proteger el patrimonio natural de la región. Y que, en la actualidad, los ayuntamientos son grandes receptores de estas plantas forestales ya que tienen interés en reforestar ciertas zonas de sus municipios. Del mismo modo, se entrega planta a todas aquellas asociaciones y organizaciones relacionadas con la conservación de la naturaleza.

Biformad, pionero en la región

La Comunidad apuesta por BIFORMAD, con el fin de conservar ciertos taxones para proteger su diversidad genética. De esta manera, si alguna de sus poblaciones desapareciera, las muestras conservadas permitirían su reintroducción en el medio natural. Biformad también trabaja para la detección de las especies de escasa distribución de la región con posibilidad de desaparecer, para propiciar su recuperación y contribuir a mejorar la variedad vegetal del medio natural. En estos momentos dispone de 214 semillas, 70 de especies diferentes, 44 ubicadas en el Parque Nacional, 25 presentes en los catálogos de especies amenazadas y 81 árboles singulares. Este proyecto cumple con dos funciones simultáneas: ser elemento de conservación a medio y largo plazo a través del germoplasma vegetal, y productor de nuevos ejemplares a partir del material recogido.