Concierto

Belén Aguilera: “Es el mejor día de mi vida”

La artista ofreció un viaje emocional y musical sin precedentes en el Movistar Arena

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Belén Aguilera

“Es el mejor día de mi vida, es un sueño cumplido, lo habéis hecho realidad”. Estas palabras las pronunció, en reiteradas ocasiones, una Belén Aguilera que explora un mundo interior tan inmenso como lleno de magnetismo.

La artista, que recientemente publicó su nuevo disco “Anela”, conmovió a todo un Movistar Arena; a quienes, entre risas y llantos, comentaban “estar experimentando todas las emociones posibles”. Y así ha sido (y sigue siendo) su trayectoria musical, que despierta tormentas y sosiegos a través de unas letras que a nadie dejan exento. Durante el concierto pudimos presenciar y compartir todas sus caras: la salvaje, la guerrera, la sensible, la abatida, la fortalecida, la más comprensiva, la más agradecida y la más feliz. Todo ello alejado de un concierto al uso, sino más bien en una especie de película, una experiencia inmersiva en toda regla y con una sublime puesta en escena como pocas se han visto.

La pasada noche, Belén Aguilera transformó el escenario en un universo emocional donde se entrelazaron sus canciones más recientes con las que forjaron su identidad artística. En dos horas de espectáculo, interpretó temas de Anela como “Laberinto”, “Eclipse / Salvamento” y “Dama en apuros”, haciendo temblar de emoción a una entregadísima audiencia. También hubo espacio para los clásicos que la alzaron: sonaron “Antagonista”, “Licántropo” o “La Tirita”. Todo sucedió en un ambiente cinematográfico, con alguna pausa dedicada al agradecimiento hacia la familia, los amigos, la abuela Sole y el equipo que ha conformado este gran ansiado proyecto: su primer (y seguro que no último) Movistar Arena.

Entre transiciones que sumaron más de 20 canciones se unieron artistas invitadas como Samuraï, Julieta o Métrika. Y también los pelos se pusieron de punta cuando, por sorpresa, escuchamos “Como una ola” de la gran Rocío Jurado, cantada por la propia Belén.

El final, marcado por un nivel artístico sin precedentes y una voz hipnótica incuestionable, no pudo ser otro que un estado de shock unánime. La apuesta por el talento femenino, por abrirse en canal ante los miedos, las inseguridades o los duelos; también ante el empoderamiento, el amor o la amistad, marca un antes y un después en una artista en constante evolución. Aunque, sentada frente al piano que siempre la acompaña, sigue creando la misma magia que el primer día.