Gastronomía
El brunch de MamaQuilla: desde La Habana con amor
Este restaurante de cocina latina estrena un brunch dominical de temática cubana con cócteles, música en directo y una opción de menú infantil para familias
En la bulliciosa y culturalmente diversa ciudad de Madrid, los brunches han pasado de ser una moda de importación anglosajona a convertirse en una costumbre más que arraigada para muchos. Si bien es cierto que ese popurrí entre desayuno y comida en el que el café y lo dulce preceden al plato principal y donde pedir vino es casi sacrilegio (para eso están los cócteles) no me parece la experiencia gastronómica más fina del mundo, lo cierto es que es un buen plan para pasar la resaca del sábado y una aceptable alternativa al aperitivo de un domingo en familia.
Entre las múltiples opciones que pueden encontrarse en la capital, destaca la propuesta de MamaQuilla (José Abascal, 61). Este restaurante rinde culto a la tradición culinaria de los países latinoamericanos y a la forma de vivir y disfrutar de sus gentes a través de una cocina de base latina pero ejecutada con materia prima nacional y con el toque maestro de dos chefs de envergadura: Joaquín Serrano, curtido con figuras de la talla de Joan Roca, Dani García, Diego Guerrero y Ricardo Sanz, y Jorge Velasco, quien ha pasado los últimos diez años en el dos estrellas Michelin Ramón Freixa.
Por un precio de 30 euros por persona, su brunch dominical (disponible desde las 13.30 h y amenizado con música en directo) se inspira en la cocina cubana y comienza con tres primeros: un jugoso taco de ropa vieja, ensalada de mango como en Cayo Blanco —con aliño de hierbas frescas y cacahuetes— y chips de plátano frito con salsa de berenjena y queso. Como plato principal se da a elegir entre tres opciones: sándwich cubano tamaño XL —de carne de cerdo ibérico adobada, pepinillos encurtidos en casa, jamón york, queso y mostaza—, corvina macerada con especias y asada en hojas de plátano o pollo Santiago adobado salteado con arroz y verduras. El postre –aquí las cosas sí siguen un orden lógico–, el flan cremoso de huevo y queso acompañado de sopa de maracuyá y chantilly de haba tonka. Y aunque soy más de comer con vino, aquí la propuesta sí pide a gritos ser regada con uno o varios cócteles: hay desde mojitos, caipiriñas y daiquiris hasta otras combinaciones refrescantes y atrevidas con ricos rones, piscos, tequilas y mezcales como base. Ojo, que para quien prefiera acudir a su extensa bodega se puede elegir entre más de 200 referencias de todo el mundo y tienen gran peso los espumosos, ideales para armonizar el brunch.
Los niños de hasta 12 años también cuentan con una propuesta culinaria especialmente pensada para ellos; por 15 euros, podrán disfrutar de un primero —sándwich tostado de jamón y queso o croquetas melosas de jamón—, un segundo —arroz a la cubana con pechuga de pollo y huevo frito o milanesa de pollo con patatas— y un postre —yogur con frutas caribeñas o helada de chocolate y pistacho—, además de una bebida. Todo en MamaQuilla, y su brunch no iba a ser menos, refleja la intención del proyecto: la de rendir homenaje a una cocina de raíces, hecha a fuego lento con tiempo y con amor.
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