La semana
Caos a la madrileña: San Isidro castiga al Gobierno con plagas, parones e investigaciones
Los socialistas han vivido su semana «horribilis», marcada por la imputación al delegado del Gobierno en la región
A las puertas de San Isidro, al delegado del Gobierno, Francisco Martín, todo se le vuelven pulgas. Y con perdón de AENA, que ha salido al paso para negar que los mostradores de facturación del aeropuerto de Barajas fueran clausurados por una plaga de chinches o pulgas, como denunciaron los trabajadores. «Es un bulo», replicaron los gestores del aeropuerto, pero los sindicatos insisten: hay insectos y personas sin hogar durmiendo entre las terminales. Así lo notificaron en un comunicado que ha puesto el foco en las personas sin hogar que viven en el aeropuerto y su traslado a espacios menos visibles.
Mientras Madrid se prepara para la fiesta, en Moncloa viven su semana «horribilis». El delegado del Gobierno tendrá que declarar la víspera de San Isidro, investigado por su implicación en el caso de Cristina Álvarez, asesora de la mujer del presidente, Begoña Gómez. El juez Juan Carlos Peinado ha imputado al ex secretario de la Presidencia del Gobierno por ser el «superior jerárquico» de la asesora de Moncloa encargada de realizar las gestiones particulares de Begoña Gómez.
La investigación llega cuando el foco vuelve a iluminar al entorno más cercano del presidente, con la petición de explicaciones al Gobierno por el gran apagón, el parón de esta semana en los trenes... «Si gobernase el PP, la izquierda estaría incendiando las calles desde el primer día», ha dicho la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. Lo que ella define como «una calamidad diaria», el PSOE lo intenta convertir nuevamente en confrontación: renovables o nucleares, o incluso en un «caso» para Ayuso por pedir el nivel 3 de emergencias para Madrid en el momento del apagón.
En la Asamblea de Madrid han vuelto a repetir esta semana el argumentario oficial con el que atacar a la líder popular, una práctica habitual del delegado del Gobierno, que ha hecho del enfrentamiento con la presidenta su principal argumento. Su última pelea por el titular fue el pasado Dos de Mayo, cuando cargó contra Ayuso por «apropiarse de una fecha que no es su cumpleaños», según dijo tirando del guion socialista. No ha sido la primera vez. Martín no dudó en señalar a la pareja de Ayuso como «presunto defraudador fiscal», copiando así las acusaciones de otros dirigentes del Gobierno y del PSOE como Óscar López o incluso el presidente Pedro Sánchez.
La ofensiva viene de varios frentes. Óscar Puente, ministro de Transportes, también ha acusado a Ayuso de ser «tóxica para España» y de marcar el ritmo de toda la política nacional. Según él, «todo el país baila a su son». Así las cosas, a los socialistas madrileños les queda poco espacio para la creatividad. Las sesiones parlamentarias en Vallecas son cada vez más broncas sin que ello mejore sustancialmente sus expectativas electorales, a juzgar por las últimas encuestas.
El malestar y las fisuras en el Grupo Parlamentario por el férreo control de Óscar López se han instalado en las filas socialistas madrileñas, según ha desvelado esta semana este periódico. La portavoz socialista, Mar Espinar, es irreconocible en su nuevo estilo bronco en la Asamblea de Madrid, según algunos compañeros que recuerdan y valoran sus intervenciones en su etapa en el Ayuntamiento de Madrid.
Este año pisará la pradera como portavoz socialista de la transición de Juan Lobato a Óscar López. Chulapos, barquillos y discursos cruzados, un clásico para el día grande de Madrid y un escaparate político al que quiere volver Mónica García. La ministra ya ha avisado que retornará a la Cámara madrileña tras su paso por el Departamento de Sanidad, lo que aventura los peores augurios para Sumar. Y allí también apunta Puente, como peón fuerte de Pedro Sánchez, para intentar el asalto madrileño.
En el ecuador de la legislatura, la pradera se presenta este año como el centro de los experimentos políticos, máxime tras la publicación de las últimas encuestas en las que el PP revalida mayorías absolutas en la Comunidad y en el Ayuntamiento.
Con las calles tranquilas y la indignación contenida por apagones, colapso en los trenes o insectos en Barajas, la ciudad celebra desde esta semana las fiestas más tradicionales. Nada que ver con las calles tomadas por sacrificar Excalibur, el perro de la enfermera infectada con ébola que calentó las siguientes convocatorias a un año de las autonómicas y municipales de 2015. Hoy, a dos años para la cita electoral, los partidos preparan ya su hoja de ruta para ganar Madrid. En la memoria aún resuena aquella proclama lanzada por el socialista Antonio Miguel Carmona: «Y si hay que hundir otro Prestige, se hunde».