Gastronomía

El concurso en Madrid que pone en valor la cultura del vino

El domingo se celebra el premio Vila Viniteca de Cata por parejas. Quim Vila es el artífice de este prestigioso concurso

Quim Vila es el artífice de este prestigioso concurso
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Celebramos los quince años del premio Vila Viniteca de Cata por Parejas, que se celebra este domingo en El Casino de Madrid. Tal es su prestigio, que las inscripciones se agotaron en menos de cuatro minutos: «El perfil de los concursantes es muy variado, pero sí todos son súper apasionados de mundo del vino». Quien nos lo cuenta es Quim Vila, quien, junto a su socio Siscu Martí, pone en valor la cultura del vino a través del concurso más esperado y el mejor dotado. El premio asciende a 40.000 euros: 30.000 para la pareja ganadora; 7.000, para la segunda clasificada; y 3.000, para la tercera. Los 240 catadores tienen que adivinar etiquetas de todo el mundo a ciegas y en pareja, consensuando las respuestas para adivinar características, como el país de origen, la zona geográfica, la añada, el tipo de uva, el elaborador y la marca: «Hay quienes se preparan a lo largo del año y quedan una vez a la semana o cada 15 días. Uno elige el tema y catan a ciegas. Es una excusa para pasarlo bien, abrir unas botellas y cenar», continúa, al tiempo que reconoce que es él quien elije los ejemplares que, simplemente, le gustan: «No hay una lógica. La grandeza del concurso es ir sin ideas preestablecidas».

Dicho esto, comenzamos a charlar sobre la salud del sector y sobre el por qué a la gente joven le cuesta familiarizarse con esta bebida: «La parte positiva es que el enoturismo está creciendo y acerca tanto a aficionados como a iniciados. Visitar una bodega forma parte de las actividades a hacer en un viaje. Puedes pasar una mañana o una tarde visitando una bodega, catar unos vinos y comer. Es la mejor manera de conocer la historia del bodeguero», explica. El problema real Quim lo encuentra en que, por mucho que los madrileños podamos disfrutar de agradables bares de vinos con una propuesta interesante, «los jóvenes encuentran más fácil pedir una cerveza y no esperar a que le pregunten qué tipo de vino le gusta. Parece que tienes que saber para pedirlo, no es así y, además, es un freno para que se interesen». ¿Qué solución encuentra? Preguntamos: «En la escuela me llevaron a visitar varias bodegas, una actividad que ya no se hace y sería una aproximación a nuestra cultura agraria, ahora que se intenta fomentar la gastronomía de kilómetro cero y el ser respetuoso con el planeta».

Sobre qué ejemplares nos gustan, asegura que existe «una explosión en cuanto a la diversidad de territorios, de terruños, climas y lugares en los que se puede hacer buen vino. Hemos pasado de una época en la que algunas denominaciones de origen monopolizaban las cartas de vino a que en numerosos rincones históricos haya personas con proyectos increíbles, lo que ha provocado el nacimiento de nuevas y pequeñas bodegas. Si en España conviven unas 5.000 bodegas, creo que faltan 5.000 más. Sólo en Burdeos hay el mismo número y en Italia, 15.000 ofrecen enoturismo». En nuestro país, continúa, existen numerosos jóvenes, cuyos abuelos poseían viñas y la uva la vendían a una cooperativa, que es importante que inicien su proyecto y que salgan de España para vender su vino. Por ejemplo, La Ribeira Sacra, Valdeorras, Ribeiro y Rías Baixas son zonas que están en plena ebullición.

Con menos alcohol

Asimismo, Quim se centra en esa nueva generación que elabora grandes ejemplares en Gredos: «En Madrid, conviven dos estilos: las garnachas de Gredos y los creados con cabernet sauvignon, merlot y tempranillo. Esta dualidad es buena. Los hechos con la uva garnacha en tintos y con la blanca albillo real entusiasman a los sumilleres de los restaurantes de España. Es bueno que Madrid mire alrededor, porque a menos de hora y media hay grandísimos lugares con viñas históricas olvidadas. Gracias a un grupo de jóvenes, los vinos tienen una demanda a nivel internacional. En Madrid tenemos buenos vinos y antes la gente no era consciente. Cada vez, más establecimientos, cuyos sumilleres se preocupan por diseñar unas cartas que comiencen con ejemplares de proximidad. En Gredos, se juntan los vinos de Madrid con los de Ávila y Méntrida (Toledo). Es una zona geográfica, que trasciende los límites de la Comunidad Autónoma. En Madrid se elaboran vinos maravillosos», explica. E insiste en que a día de hoy no existe una tendencia clara, porque si bien hay quienes prefieren ejemplares con menos alcohol, también los hay que optan por los biodinámicos o por los naturales: «La gente está abierta a disfrutar de los mejores vinos posibles», señala.

Por último, queremos saber su opinión sobre el demandado tinto de verano. ¿Es un sacrilegio beberlo? Quim lo tiene claro. Para acercar el vino a los iniciados es necesario que cada uno lo tome como quiera, ya sea frío, a temperatura ambiente o mezclado con otras bebidas: «Si se hacen cócteles con champagne y con cava, por qué no con vino. No hay que rasgarse las vestiduras, porque hay quienes se beben un whisky de 200 euros con un refresco. Así que, el tinto de verano siempre será mejor hacerlo con un vino bueno. Estará mas rico. No todo el mundo tiene que estar súper concentrado mientras bebe vino. No tiene que ser siempre el centro de la conversación».

Vino Las Umbrías
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La excelencia en la copa

► Las Umbrías, de Comando G, «es la excelencia de la finura», dice Quim, quien también está detrás de El hombre Bala, La Mujer Cañón y La Reina de los Deseos, elaborados en Cadalso de los Vidrios. Quien busque un estilo más intenso, en Aranjuez encuentra los ejemplares de El Regajal, que cuenta con una reserva increíble de mariposas.