A la caza del voto indeciso
¿Por qué Madarcos es el pueblo con mayor tasa de participación de Madrid?
Tan solo tres vecinos se quedaron sin votar en 2019 “y es porque viven en el extranjero”, dice un vecino. Como contrapunto, en Berzosa del Lozoya, solo acudió a las urnas el 53% de los lugareños
La tasa de abstención se presenta ante las elecciones del próximo martes como la espada de Damocles que mantiene en vilo a los candidatos. Una vez más, los partidos apuran las horas para movilizar a sus seguidores haciendo una intensa campaña y no desperdiciar ni un voto. Tradicionalmente, la izquierda es la que suele salir peor parada en cuestión de participación y según las últimas encuestas un 31,5% de la población madrileña no acudiría a votar.
Por este motivo acudimos a dos municipios antagónicos en cuestión de abstención para tomar el pulso a sus ciudadanos a tres días de los comicios. En Madarcos casi el total de la su población no falta a ninguna cita con las urnas (en 2019 votaron el 92,5% de los vecinos), sin embargo, en el vecino Berzosa del Lozoya se registró la tasa más baja de toda la Comunidad: solo el 53% de sus residentes votó. ¿A qué se debe esta abismal diferencia?
Nos desplazamos hasta el primero de ellos, un pequeño pueblo a más de una hora de Madrid capital, en la sierra norte, donde residen en la actualidad poco más de 40 habitantes. Nada más aterrizar nos encontramos con Juan, el juez de Paz de Madarcos que nos confirma que «aquí vota todo el mundo, solo se quedan fuera tres personas. Siempre los mismos y son personas que aunque están censadas en el pueblo, residen fuera».
Él lleva 30 años en el puesto y será, una vez más, quien custodie los resultados una vez se realice el recuento el próximo martes: «Yo votar, votaré, como siempre, aunque tengo dudas. Antes era más fácil, ahora que si vienen los verdes, los antifranquistas... es un lío. Eso sí, he dejado de ver los debates y leer las noticias porque estoy harto de los políticos». Al igual que en la mayoría de los pueblos de la sierra norte, aquí tiran más para la derecha. De hecho, tan solo se carteles de campaña de la candidata del PP. «Bueno, el resultado siempre está ajustado, pero es cierto que la derecha suele gobernar en el pueblo. Eso sí, yo soy más de izquierdas», confiesa Jaime Sánchez, que regenta el bar La Fragua.
Él también reconoce que su falta de interés por la política ha ido «in crescendo» y la pandemia se ha llevado de por medio los debates ideológicos que otrora los lugareños mantenían caña en mano a la hora del vermut: «La covid ha cambiado mucho el modo de relacionarse con la clientela. Pero bueno, algo se comenta. Aquí cada uno tiene su ideología y todos sabemos de qué pie cojea cada cual, pero no hay ningún problema, todos nos respetamos».
De «los tontos, al pintamonas»
Al igual que Juan, este hostelero dice que los tres que no votan nunca es «porque residen en el extranjero» y, precisamente es por ellos por quien la mesa electoral debe permanecer abierta durante todo el día. «Solo me ha tocado una vez estar en la mesa electoral y la verdad que se hace largo porque con los pocos que somos... Pero claro, si no vota el 100% no se puede cerrar, así que hay que estar hasta última hora allí», comenta con buen humor.
En el Ayuntamiento, Rosa y Tere hacen una pausa en sus labores para comentarnos cómo están siendo los preparativos: «Ya tenemos listo todo el material que nos han enviado desde la Comunidad: mascarillas, geles, pantallas... han mandado un montón», dicen, al tiempo que confirman «el afán participativo del medio centenar de residentes de Madarcos». «Aquí, a la gente le gusta ejercer su derecho al voto. Y en el día a día igual. Es un pueblo muy activo, pequeño, pero muy bien avenido y con gente muy motivada», apuntan las funcionarias.
Un «modus vivendi» que, según las estadísticas, contrasta con Berzosa del Lozoya, donde prácticamente la mitad de sus censados no acudió a votar en los pasados comicios. «Esto de las elecciones me parece una vergüenza», espeta el primer vecino con el que nos encontramos al llegar a este municipio de unos 200 habitantes. Aquí, en 2019, se contabilizaron 96 votos válidos y uno nulo de los 181 ciudadanos con derecho a voto en la localidad. Mientras varios hombres y mujeres hacen cola en el camión de verduras y hortalizas que surte a Berzosa los miércoles y los sábados, nos cuentan que «nos sentimos manejados por todos los políticos». Tampoco les gustan los medios de comunicación. «No comprendo cómo en plena pandemia se atreven a adelantar unas elecciones. Es una vergüenza. Eso es lo único que tengo que decir», dice con seriedad un hombre de mediana edad.
Alfredo Medina nos atiende con amabilidad. Él lleva 12 años viviendo en Berzosa y explica que la elevada abstención «quizá se deba a que hay mucha gente censada aquí que reside fuera. Sin embargo, este año, por el coronavirus, muchos se han instalado en el pueblo, así quizá suba la participación. Habrá que esperar». La votación se realiza en el centro de salud del pueblo, que en el día de nuestra visita se encuentra cerrado. «Yo suelo cambiar de partido en función de quién me dé más confianza. Veo los debates y leo mucho lo que se publica en las redes sociales, porque es verdad que en Berzosa no se habla mucho de política». Él prefiere no desvelar cual será la papeleta que elegirá en esta ocasión.
Por su parte, Jessica, que atiende en el supermercado, reconoce que prefiere quedarse al margen en temas políticos: «Normalmente voto nulo, quizá este año también. Lo que sé es que a Vox no les apoyaría nunca». ¿Y a Mónica García? «¿Quién es? Es que no estoy muy enterada», confiesa. «Yo les fusilaba a todos los políticos, hay mucho tonto. La ideología ya no existe», espeta un cliente que acaba de pagar su compra.
En plena faena pillamos a Alejandro y Julián, el primero dice ser más de izquierdas y el segundo de derechas. «No creo que haya ningún partido que me represente, son todos el mismo perro con diferente collar. Soy de izquierdas, pero ’'el coletas’' me parece un populista», dice Alejandro. Su compañero sí tiene claro a quién votará: es un partido que todavía no ha estado nunca en el poder. Veremos a ver en esta ocasión, pero vamos al Iglesias ni soñarlo, es un pintamonas. No es ético ni coherente», comenta antes de que una mujer que parece ser su supervisora les apreste para que sigan trabajando y dejen de hablar de las elecciones.
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