
Opinión
Tú eres toda hermosa
Estas palabras del Cantar de los Cantares pueden aplicarse a la Virgen María en el misterio de su Inmaculada Concepción

“Tú eres toda hermosa, amada mía, no hay en ti defecto” (Ct 4,7). Estas palabras del Cantar de los Cantares pueden aplicarse a la Virgen María en el misterio de su Inmaculada Concepción. La que estaba llamada a convertirse en Madre de Dios y no debía conocer la corrupción del sepulcro, debía ser preservada del pecado original. María fue redimida anticipadamente, en previsión de los méritos de Cristo. Ella es la Nueva Eva de la que nació el Nuevo Adán, que ha vencido definitivamente al demonio, al pecado y a la muerte.
María es la “llena de gracia” (Lc 1,28). Los teólogos explican que María tuvo más gracia en el momento de su concepción que todos los santos juntos al final de sus vidas. María quedó exenta de la concupiscencia, que tanto nos aflige al resto de los mortales. El Beato Duns Scoto decía que Dios hizo este milagro porque pudo y porque quiso: “Pudo y quiso, luego lo hizo. Pudo, porque era Dios; quiso, porque era Hijo; luego lo hizo, porque era Dios y porque también era Hijo”.
La Inmaculada Concepción es un precioso regalo de Dios. Es como un arroyo cristalino que nace de una fuente corrompida. Este privilegio de María no la aleja de nosotros, todo lo contrario. María sabe que hemos sido elegidos en Cristo “santos e inmaculados ante él por el amor” (Ef 1,4). En nuestro camino hacia la santidad, ella es Madre que cuida y Maestra que enseña. Nos asiste intercediendo por nosotros para que no nos separemos de Jesús, nuestro Salvador. Una de las oraciones más antiguas de la devoción mariana dice: “Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desoigas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen, gloriosa y bendita”.
+ Antonio Prieto Lucena, Obispo de Alcalá de Henares
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