
San Isidro
La Farmacia Cervantes León premiada por el patrón de la ciudad
Un lugar donde se dispensan medicamentos y, además, es un símbolo vivo de la historia de Madrid

En el número 13 de la calle del León, en pleno Barrio de las Letras, se alza la Farmacia Cervantes León, un establecimiento que ha sido testigo y protagonista de más de cuatro siglos de historia madrileña.Con una trayectoria que se remonta al menos a 1609, esta botica es considerada la más antigua de España en funcionamiento continuo en el mismo lugar.
Como parte de su compromiso con la comunidad y la tradición, la Farmacia Cervantes León edita cada año un calendario especial que refleja su rica historia y su conexión con el barrio. Con ello, este 15 de mayo, coincidiendo con la festividad de San Isidro, el Ayuntamiento de Madrid reconocerá su legado otorgándole una de las Medallas de Madrid, junto a otras instituciones y personalidades destacadas de la ciudad.
La historia documentada de la farmacia comienza con un contrato de alquiler fechado en 1609, en el que Miguel Gómez arrendaba una "Casa Botica" en la entonces calle León 5.Posteriormente, en 1700, Pedro Serrano adquirió el establecimiento, y su certificado de defunción se conserva en la iglesia de San Sebastián.Serrano es mencionado en el prólogo de la edición de 1797 de "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha" de Juan Antonio Pellicer, lo que subraya la relevancia histórica de la farmacia.El interior de la farmacia conserva elementos originales que transportan al visitante a épocas pasadas.Destaca una caja registradora de 1912 y una colección de azulejos de los años 90, inspirados en los diseños tradicionales de Puente del Arzobispo.Recientemente, se han encontrado los grabados originales que sirvieron de base para estos azulejos, enriqueciendo aún más el patrimonio artístico del lugar.
Uno de los tesoros ocultos de la farmacia se encuentra en su subsuelo: unas cuevas que albergan un pequeño museo.Este espacio, premiado por el Consejo de Europa, forma parte del proyecto "Aromas Itinerarios Salutis", el primer itinerario cultural del Consejo que incluye jardines botánicos, museos, boticas y lugares históricos relacionados con la salud.En Madrid, además de la Farmacia Cervantes León, participa el Museo de la Farmacia Hispana de la Universidad Complutense, que cuenta con piezas únicas y ha sido un referente en la conservación del patrimonio farmacéutico.

El equipo actual de la farmacia está compuesto por tres farmacéuticos y una persona encargada de la casa museo, trabajando en colaboración con la Universidad de Valencia para preservar y difundir este legado.La titular, Yolanda Legido, y el su marido, Enrique Garzo, han mostrado siempre un profundo interés por la historia, como lo demuestra cuando te adentras y observas el papiro de Ebers, uno de los tratados médicos más antiguos conocidos. “Muchas familias han pasado por esta botica, nosotros llegamos en el año 2020 y desde entonces hemos querido conocer toda su historia y recorrido, que a la vez es historia de Madrid”. De hecho, en la visita de este lugar encontramos un espacio dedicado a todas las personas que se han encargado del mismo a lo largo de los años, y no pasa desapercibido la creciente presencia femenina. Así, se rinde homenaje a sus antiguos propietarios a través de una espiral del tiempo diseñada por Tom Baton, que incluye la fórmula química de la serotonina como base y las firmas originales de quienes han regentado el establecimiento.Este reconocimiento simbólico destaca el papel de las mujeres en la historia reciente de la farmacia, marcando un salto cualitativo en su gestión.“Al principio eran todo hombres, cuando empezamos a encontrar nombres de mujeres se debía a su posición de ‘las mujeres de' y, poco a poco, llegando a la actualidad, nos encontramos con que han sido ellas quienes han protagonizado la dirección y gestión de la farmacia”, explican el matrimonio a LA RAZÓN.
Entre los objetos históricos que se conservan se encuentran, entre otras cosas, venenos y productos dosimétricos anteriores a la homeopatía, libros antiguos, una báscula de precisión francesa y un alambique, reflejo de las prácticas farmacéuticas de antaño. Además, se exhibe una piedra de sílex, utilizada en la construcción de casas y murallas en los siglos XVI y XVII en Madrid, y un pozo real que aún contiene agua a seis metros de profundidad, similar al de la Casa de Lope de Vega.

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