El lunes de los alcaldes
Gustavo Martín: «Queremos volver al modelo del concejo vecinal»
El alcalde de la Acebeda se define como un «escapado» de la ciudad y, después de 14 años en el pueblo con menos habitantes de la Comunidad de Madrid, se estrena como alcalde en una candidatura independiente
Hace 14 años, Gustavo Martín hizo las maletas y, junto a su mujer, dio un cambio total a su vida. De Madrid se fue a vivir a La Acebeda, un municipio inmerso en la naturaleza de la Sierra Norte que, por número de habitantes, se disputa continuamente con Madarcos el título de ser el más pequeño de la Comunidad de Madrid. Ahora, como alcalde, habla del futuro de un pueblo que vive al ritmo de lo que marcan las estaciones, y de la posibilidad de volver a un concejo vecinal en el que las decisiones se tomen entre todos.
Llegó aquí hace casi 15 años ¿Cómo es la vida en La Acebeda?
Efectivamente, soy un escapado de la ciudad. Y lo soy porque fui escapándome, poco a poco, del mundo urbano hasta que tomé la decisión drástica de irme a un pueblo que, desde 1980, tiene unos 60 habitantes. Cuando lleguamos aquí mi mujer y yo hicimos el número 61 y 62. El padrón se ha mantenido así porque se mueren las personas mayores, pero todavía algunos como yo llegan a disfrutar de esta maravilla.
Y la vida en el pueblo, ¿ha cambiado?
Pues según las huellas que quedan, y lo que cuentan los vecinos, muchísimo. Sobre todo en los últimos 50 años, porque se ha dejado de sembrar. Ahora lo que hay son pequeños huertos de aficionados para sacar algún tomate o alguna lechuga, pero poco más. Antes se sembraba centeno y cebada, y ese era el motor del pueblo. Pero la fuerza de trabajo lleva jubilada ya muchos años. Solo nos queda un joven en edad de trabajo, Sergio, que tiene algunos animales. Es un poco la figura romántica del vaquero, que tampoco quedan ya. Está claro que es una vida muy tranquila. Los que venimos de nuevas somos profesionales que llegamos aquí buscando esa separación del mundo urbano para aprender a vivir de otra manera.
¿De qué manera?
Sobre todo, la forma que nos enseñan quienes llevan toda la vida viviendo así y que, cuando estás en municipios más grandes te parece increíble, incluso lo menosprecias. Y, cuando lo conoces, te das cuenta de que resulta que son los que de verdad saben vivir, porque lo hacen con los ritmos de la naturaleza, que aquí se notan. Las estaciones son muy claras, y eso que estamos a menos de una hora de la gran urbe. No tenemos tiendas, no tenemos bancos... El pan nos llega cada mañana desde Rascafría, los martes viene el frutero, los viernes el de los congelados... Y nuestro centro de suministros es Buitrago de Lozoya.
Lo que parece es que no es una vida para todo el mundo...
Es volver a una vida más sosegada, en la que estás sujeto a un proceso más natural. Aquí te enseñan a mirar al cielo, qué significa esa nube, qué va a pasar... Poco a poco voy aprendiendo, y eso que llevo ya bastantes años. Ahora, como alcalde, también me ha tocado aprender que incluso siendo un pueblo tan pequeño, la gestión es la misma que en una gran ciudad, porque los procesos burocráticos y administrativos son los mismos sea cual sea el número de habitantes. Estamos sujetos a las mismas leyes, a los mismos límites presupuestarios... A esas grandes cifras que vienen de Europa. Tengo que hacer siete trámites para comprar una cerradura o comprar unas papeleras.
Todo esto lo ha descubierto encabezando una candidatura independiente que tiene el claro objetivo de lograr un concejo abierto para La Acebeda.
Exactamente. Queremos volver otra vez al concejo abierto, que es una asamblea vecinal en la que las cosas las decidimos entre todos, aunque luego yo, como alcalde, sea el que firma las cosas. Estamos en ese proceso, con proyectos de futuro pero también atendiendo el pasado. Nuestro objetivo es revertir ese funcionamiento del ayuntamiento convencional, con concejales, mayorías... Por un concejo abierto, que, aunque es un concepto muy antiguo, aparece en la Constitución y tiene todos los parabienes de las administraciones. Es, básicamente, volver a una asamblea vecinal en la que todos los vecinos deciden y votan con el mismo derecho que un concejal elegido en las elecciones. El concejo abierto convierte a todos los vecinos empadronados en concejales con derecho a decidir, aprobar o no las iniciativas del pueblo.
¿Qué dificultades han encontrado a la hora de llevar adelante el proyecto?
Es cierto que es un sistema que puede ser complejo, porque necesitas unas mayorías que, en algunos casos, va a ser difícil lograr porque tienes que contar con la participación de la gente. Pero yo tengo la esperanza y la energía para hacer que funcione, igual que funciona en otros sitios. Incluso aquí funcionó durante muchísimos años. Es verdad que habrá que cambiar un poco el sistema porque muchos vecinos, aunque estén aquí, no están empadronados, y otros que están empadronados no viven aquí de forma habitual. Así que habría que aclarar quién tiene la capacidad para votar, aunque tenga voz cualquer vecino. Eso hace 200 años no era así.
¿Qué más proyectos tienen para La Acebeda?
Sobre todo, creo que es importante abordar el problema de la población, aunque la capacidad de los ayuntamientos en estos temas sea limitada. En la Sierra Norte hay varios planes, por así decirlo, para revertir el vaciado que viven estos pequeños municipios, recuperar ese tejido de población. No sé si familias, pero sí habitantes. Hay muchísimos recursos para los visitantes, muchísimo turismo para que vengan a vernos. Pero falta la parte de invertir con el mismo ahínco en que vuelva a haber habitantes. Está claro que, aunque hay alguna iniciativa, es un proceso muy lento porque hay que unir tres cosas. En primer lugar, las comunicaciones, porque para todo necesitamos el coche. Por ejemplo, para ir a Madarcos, que lo vemos desde aquí y que en coche se tarda apenas unos minutos, en transporte público puede ser más de media hora. Y, por otro lado, el trabajo y la vivienda. Lo cual es complicado porque los ayuntamientos, como tal, no tenemos capacidad inversora. No podemos construir, ni comprar suelo, ni promocionar. Estamos sujetos a la Comunidad de Madrid, que hace poco entregó 15 casas por la zona. Poco a poco, pero de algo sirve. Pero si no tenemos una oferta pública de viviendas, no solo para la parte social. Aquí tenemos cuatro apartamentos para personas que tienen unos ingresos limitados, pero eso no es el futuro.
¿Cuál es entonces?
Tienen que venir profesionales, gente que venga a trabajar, a desarrollar sus artes... Y para eso necesitamos tener una oferta de vivienda de verdad, tanto en venta como en alquiler. Necesitamos que venga gente a aportar algo, no solo a extraer recursos.
Para lograr esto, las comunicaciones y los servicios son un factor fundamental, ¿cierto?
Efectivamente. Hace unos meses tuvimos una reunión en Madrid para lograr que vengan las oficinas móviles de atención al ciudadano. Ya tenemos algunos de esos servicios en La Cabrera, por ejemplo, pero necesitamos que vengan al pueblo, aunque es verdad que las nuevas tecnologías lo ponen más fácil. Es una idea que yo agradezco, y seguro que a muchas personas mayores les va a ayudar mucho. Porque la tecnología nos puede ayudar, claro, pero a veces también complica las cosas. Cuando te metes a algunos servidores te complican tanto la vida que se echa en falta estar cara a cara con una persona. Esperemos que con esa atención personalizada, que seguramente llegue para el año que viene, ese vértigo se nos quite un poco.
✕
Accede a tu cuenta para comentar