Historia

El legado de Manuel Alvar

El pasado julio, el filólogo habría cumplido cien años. Es razón suficiente para recordarlo

La Caja de las Letras del Instituto Cervantes abre sus puertas para acoger el legado del filólogo y académico Manuel Alvar.
Los hijos del historiador participaron en el homenaje del Instituto CervantesAlberto R. RoldánLa Razón

El día 8 de julio de este año Manuel Alvar hubiera cumplido 100 años. Un siglo de vida, incluso más allá de la muerte, es razón más que suficiente para recordarlo y el Instituto Cervantes, encarnado en la figura de su Director, D. Luis García Montero, quiso hacerlo aceptando un legado de su obra en la Caja de las Letras, esa genial idea que permite atesorar lo mejor de nuestra cultura como si se tratase de joyas y bienes materiales valiosísimos.

El día 13 de septiembre se realizó el depósito de ese legado de manera solemne y muy emotiva. Luis Alberto de Cuenca, Isabel Molina y Francisco Moreno glosaron ante un nutrido público algunos aspectos de la poliédrica y enorme figura del gran lingüista, padre de la Dialectología y de la Sociolingüística del español, cuya trascendencia académica se proyecta por igual a ambos lados del Atlántico, en todos los lugares donde se habla nuestra lengua, pero también entre los especialistas de toda Europa. Pero los numerosos atlas lingüísticos (y etnográficos) nacidos de sus titánicos esfuerzos (Andalucía, Canarias, Aragón, Navarra y Rioja, Cantabria y Castilla-León, a los que hay que añadir quince volúmenes dedicados al español de América) o los variados libros en los que se recogen sus análisis y sus reflexiones teóricas sobre estas disciplinas y sobre la situación del español en el mundo, no bastan para dar cuenta de su perfil investigador. A ellos hay que sumar otros muchos sobre la historia del español, o sobre la literatura española desde la producida en la Edad Media -incluida la poesía oral de los judíos sefardíes, que recogió a principios de los años 50 en el norte de Marruecos- hasta la más reciente (Machado, Lorca, Guillén, Delibes…), o las abundantes páginas publicadas en forma de artículos en la tercera de ABC o en Blanco y Negro, donde trataba de cuestiones de historia de España, de sus gentes y sus hechos, o de crítica literaria de las novedades más señeras de los creadores de cada momento. Por último, también mereció subrayarse en ese acto su dimensión como poeta, pues dedicó no menos de diez libros a la expresión literaria personal del más alto cuño.

Manuel Alvar, catedrático de Lengua española en diferentes universidades, embajador de nuestra lengua y de nuestra literatura en todos los rincones del mundo, doctor honoris causa por 27 universidades españolas y extranjeras, director de la RAE, académico de la Academia de la Historia, Premio Nacional de Literatura (ensayo) y Premio Nacional de Investigación, etc., etc., fue un ejemplo de laboriosidad en su cátedra y de generosidad con sus alumnos, a más de doscientos de los cuales les dirigió la tesis doctoral. Sin duda ninguna, su legado enorme y prodigioso, consagrado al estudio del español en sus más diferentes y variados aspectos, merece estar en esa Caja de las Letras. Pues no en vano él fue quien dejó dicho de nuestra lengua en versos imperecederos:

Tú eres mi patria,

Madre siempre joven,

Con regazo tranquilo para el hijo

Que vuelve herido

De hilar y deshilar sus soledades.

Por ti son patria

La nube fugitiva o el mar abierto…

Sea su legado luz para los que quieran seguir sus pasos, que sin duda les habrán de conducir a mundos que nunca defraudan.