Acceso libre

La Quinta del Duque del Arco, el otro Palacio de La Zarzuela de Madrid

Un palacio con cascada en el Monte del Pardo que recuerda en su construcción a la residencia de los Reyes

Quinta del Duque del Arco
Quinta del Duque del Arco. David JarDavid JarFotógrafos

Madrid es Villa y Corte. Y por esto último, nobles y grandes burgueses buscaron, desde un principio, instalarse cerca del Rey y el Gobierno. Una voluntad que propició la creación de palacios y quintas en las afueras, como la que nos ocupa. El origen de la Quinta del Duque del Arco, se remonta al año 1717, cuando la finca de Valrodrigo fue adquirida por Alonso Manrique de Lara y Silva uno de los cortesanos favoritos de Felipe V.

El Duque del Arco ordenó la construcción de una edificación cuyo aspecto se asemejaba al del Palacio de la Zarzuela, del arquitecto Juan Gómez de Mora. Todo acompañado de un conjunto de jardines, donde lucen de manera principal fuentes y hasta una cascada de aire baroco. Sobre los jardines se desconoce tanto el autor como el año exacto de su construcción.

Durante el invierno estos jardines están más apagados, al no tener la cantidad de flores con las que se adornan cada primavera. Sobre las fuentes los datos son bien distintos. Se apunta que fueron diseñadas por el francés Claude Truchet, otros dicen que pudo ser Esteban de Marchand, sucesor de Carlier en La Granja, proyectista del parterre de Aranjuez y de la huerta de Migas Calientes -esta última predecesora de lo que luego sería el Real Jardín Botánico del Paseo del Prado-. Otra opción con la que se especula es con la figura de Trucher, militar con formación de ingeniero, incluso tampoco se sabe a ciencia cierta la fecha en la cual se empezó a plantar el jardín ya que no hay documentos que así lo atestigüen, se piensa que podría ser hacia 1726.

Con todo, tras el fallecimiento del Duque en 1737, la viuda y heredera, María Ana Enríquez de Cárdenas, condesa de la Puebla del Maestre y de Montenovo, dono la finca a los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio en 1745, los cuales lo incluyeron en el Real Sitio de El Pardo. Aquello cambió el destino del palacio y lo alejó de posibles situaciones de especulación, tan habituales en todas las épocas.

Quinta del Duque del Arco. David Jar
Quinta del Duque del Arco. David JarDavid JarFotógrafos

La quinta fue declarada Monumento Nacional en 1935. El tiempo pasó y la gran casa fue, entre otras cosas, la residencia de Manuel Azaña, presidente de la Segunda República. Al igual que el Palacio Real fue declarado Palacio Presidencial, estos lugares regios estaban ocupados por las altas instituciones del Estado cuando tuvo lugar el inicio de la guerra en 1936. Cabe apuntar que , aunque Manuel Azaña abandonó la residencia, ésta fue objetivo de los ataques del Ejército de Franco, ya que se convirtió en alojamiento de las fuerzas republicanos en el norte de la capital.

El palacio, que como decimos sufrió graves daños durante la contienda civil, fue reconstruido entre 1940 y 1941 e inaugurado en octubre de 1942 por Francisco Franco como Academia de Mandos Isabel la Católica, una academia de instructoras para la Sección Femenina especializada en formadoras para música, la cultura y las bellas artes.

Quinta del Duque del Arco. David Jar
Quinta del Duque del Arco. David JarDavid JarFotógrafos

Cabe apuntar, para aquellos que quieran conocer esta rara joya del Patrimonio Nacional, que actualmente, en la casa de oficios está alojado el Colegio Público de Educación Especial La Quinta, de la Comunidad de Madrid. El palacio, por su parte, se alquila, al igual que los jardines, por Patrimonio Nacional, para eventos y recepciones privadas, no siendo posible su visita.

Los jardines, por otro lado, son de acceso libre y gratuito, y las fuentes solo se ponen en funcionamiento los sábados y domingos por la mañana.

Quinta del Duque del Arco. David Jar
Quinta del Duque del Arco. David JarDavid JarFotógrafos

Unos espacios, estos jardines, que son de los mejores ejemplos del desarrollo de la jardinería barroca de patrocinio nobiliario en España. El lugar perfecto para vivir ese otro Madrid que buscaba estar aislado de las intrigas de la Corte sin perder el contacto con ella. Lejos pero muy cerca del Rey.