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Medio Ambiente
Hambre
Seguimos con la idea global esbozada hace varias semanas, al referirnos a la Armonía a que deben llegar los humanos para conseguir la paz perpetua, que ya en 1795 preconizaba el filósofo alemán Immanuel Kant, en el más célebre de sus ensayos. Y vimos, en sucesivos viernes de La Razón Verde, que frente a esa armonía están el armamentismo, la desglobalización, y el calentamiento global. Quedando por referirnos, hoy, al cuarto elemento nocivo: el hambre de la pobreza. Oficialmente, según la FAO, los hambrientos y malnutridos en situación extrema en la Tierra, son actualmente unos 850 millones de personas, algo más del 10 por 100 de los pobladores del mundo. Con puntas de crecimiento esporádico muy fuertes por las hambrunas que de tiempo en tiempo se declaran en Sahel o en el Cuerno de África. Aparte del hambre y la mala alimentación en las áreas pobres de los países desarrollados, que no son pocas.
Entre los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas para 2030, figura acabar con la pobreza, pero aún no se tiene la seguridad de que esa meta pueda alcanzarse. Por la sencilla razón del crecimiento demográfico, en el sur de Asia, y sobre todo en África; en la que, desde sus 1.200 millones de habitantes actuales, llegará a los 3.800 en 2100. Eso significa que las presiones migratorias desde el continente negro serán muy fuertes. Acuciando, además, el problema alimentario por la desertificación que está promoviendo el calentamiento global. Se ha dicho muchas veces que hay dos problemas opuestos en nuestro tiempo: la obesidad entre los desarrollados, y el hambre en el Tercer Mundo. Ahí, la mayor solidaridad consistiría en mejores dietas y no desperdiciar comida en los países ricos, y producir y distribuir mejor en los pobres; que deberían dejar de serlo en 2030.
UNOS 850 MILLONES DE PERSONAS, ALGO MÁS DEL 10% DE LA POBLACIÓN MUNDIAL, PADECEN HAMBRE Y DESNUTRICIÓN EXTREMA
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