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IA..

Ramón Tamames
Ramón TamamesGonzalo PerezLa Razón

Todo el mundo sabe que IA significa «inteligencia artificial», cuyo padre científico es Alan Turing. Quien, entre otras muchas cosas, descifró la clave de la máquina «Enigma», de los submarinos de la Alemania nazi.

Esa fue una de las referencias que hizo el pasado martes Juan Miguel Villar-Mir en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en la intervención anual a que estamos comprometidos todos los Académicos. El tema de la presentación: «Digitalización de la sociedad e inteligencia artificial». De una forma directa, hablando en vez de leer, con la palabra justa y creciente interés en lo que decía, el ponente se refirió a las nuevas tecnologías. E ilustró sus posibilidades con la mención de algunos casos notables: diagnósticos médicos, operaciones aeroportuarias, tiendas autónomas sin cajeros, nuevos traductores cada vez más sofisticados, robots en los hospitales para teleoperaciones, sentencias judiciales rápidas, e incluso juegos de azar y envite y sobre todo el póker.

En el curso de su disertación telemática, el Prof. Villar-Mir hizo la crítica de la escasa atención en España al I+D+i. Con conocimiento de causa, por haber presidido varios años Cotec, la entidad que procura impulsar la parte del PIB dedicada a ello; que es sólo del 1,2%, con el propósito, siempre incumplido, de llegar al dos, la media europea.

Hizo también el orador el repaso de algunos grandes innovadores españoles. Entre ellos, Torres Quevedo, con su jugador de ajedrez, mucho antes del propio de IBM; Juan de la Cierva, con el autogiro, precursor del helicóptero; e incluso relacionó a Isaac Peral con la ciencia más antigua, a través del célebre teorema de Arquímedes, aquel de «todo cuerpo sumergido en un líquido…». Realmente, fue una sesión de excelencia.