Medio Ambiente
La rebelión de los drones que nadie esperó: «eco» y sostenible
De herramienta militar o «juguete» volador al aliado más inteligente en la lucha contra el cambio climático
Sábado 14 de agosto de 2021. Uno de los mayores incendios de la historia de España comienza con algo tan inoportuno como un coche averiado en la cuneta de la carretera N502 (Ávila-Córdoba). Las llamas comienzan a extenderse sin control y, en menos de una semana, se pierden más de 22.000 hectáreas. Cerca de un año después, una bandada de drones inteligentes comienza a arreglarlo todo. Han analizado la superficie de forma autónoma y el siguiente paso será comenzar a esparcir las semillas que otros vehículos voladores regarán después.
Esta iniciativa llamada «El Bosque de Deloitte», con la que se pretende reforestar 10.000árboles, es uno de los cientos de miles de proyectos piloto que tratan de demostrar, por todo el mundo, la utilidad de los drones como guardianes de la naturaleza. Y es que los drones ya no solo son concebidos como cámaras espía para los servicios de inteligencia, mensajeros de paquetería, cámaras o «juguetes» voladores. También se les programa para convertirse en los aliados más inteligentes del ser humano en la lucha contra el cambio climático.
Fue en 2016 cuando uno de los mejores fabricantes de drones del mercado los dotó de inteligencia artificial y los convirtió en unidades capaces de aprender automáticamente. Desde entonces, algunos modelos evitan obstáculos por sí mismos o pueden rastrear personas, animales u objetos de forma inteligente, sin ser teledirigidos y sin que tengan que limitarse a seguir una señal de GPS. Esto ha revolucionado sus aplicaciones. Por ejemplo, hay drones «activistas»que persiguen ejemplares en peligro de extinción y transmiten datos sobre su estado. En Australia, salvaron la vida de varios koalas tras un incendio. Y en Suráfrica se usan para vigilar a los cazadores furtivos.
Lejos de rebelarse a lo «Matrix», los «robots» voladores han refinado su capacidad para proteger a la naturaleza. Y así, no solo se están probando drones bombero [dirigidos por profesionales, extinguen incendios expulsando agua desde el cielo], sino que también se están diseñando guardabosques que detecten las llamas antes que el ojo humano.
En este sentido, en España encontramos el proyecto Drones Antiincendios, a través del cual se estudia la utilidad de drones durmientes conectados a las torres de Telefónica. Através de los sensores térmicos que incorporan estas infraestructuras, el vehículo volador recibe una alarma y despierta. De forma autónoma, se desplaza hasta el punto donde se ha provocado el incendio y, tras circundarlo, traslada en tiempo real toda la información que recoge a los servicios de emergencias.
También hay drones que miden los niveles de polución y gases de efecto invernadero en hábitats determinados, o que mapean y analizan los cultivos para que los y las agricultoras puedan optimizar la gestión de sus tierras y sus recursos (como el agua de riego o los fertilizantes), desde un punto de vista medioambiental y agronómico. El abanico de utilidades de los drones «climáticos» es amplio. Y los ojos de nuestros ojos en el cielo vislumbran un horizonte verde.
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