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Medio Ambiente

La ganadería extensiva, gran ayuda contra los incendios forestales

WWF propone en su informe anual sobre esta lacra intensificar el pastoreo como herramienta de prevención y aboga por una estrategia estatal para planificarlo

Aspecto de una zona quemada durante el reciente incendio de la Sierra de la Culebra
Aspecto de una zona quemada durante el reciente incendio de la Sierra de la CulebraBRAIS LORENZOBrais Lorenzo

Antes incluso del comienzo de la época del año considerada como de alto riesgo de incendios forestales, se ha producido el de la Sierra de la Culebra, un gran fuego que se ha llevado por delante 30.000 hectáreas de superficie forestal. Es solo uno de los 12 Grandes Incendios Forestales (GIF) habidos entre enero y junio de este año que han afectado a 70.000 hectáreas en diversos territorios.

En este contexto la organización conservacionista WWF ha presentado su informe anual sobre incendios forestales «Pastoreo contra incendios», en el que, además de analizar la situación y las causas de estos desastres, propone diversas estrategias y acciones para prevenirlos.

Menos pero inapagables

El documento repasa la incidencia de los incendios forestales entre 2002 y 2021, y destaca cómo, por una parte, su número ha disminuido en un 37%, pero la siniestralidad sigue siendo alta, con 10.500 fuegos de media al año. Algo que Enrique Segovia, director de Conservación de WWF España define como «insoportable para el monte, el territorio y las arcas públicas por los altos costes que supone la extinción». Para Lourdes Hernández, técnica del programa de bosques y experta en incendios, «los más preocupante es que cada vez tenemos más grandes incendios, más inabarcables y peligrosos para las personas, simultáneos, con comportamientos erráticos y explosivos, por lo que son inapagables para los medios de extinción. Y añadía que «aunque globalmente la superficie quemada es menor, el 19% en 20 años, el incremento de GIFs, solo este año ha habido un 10% más, hace temer que esa disminución no se mantenga en el tiempo».

Otro dato preocupante para la experta es «la alta tasa de intencionalidad. El 55% del total de los siniestros son intencionados, lo que da idea de que una cantidad de conflictos en el medio rural se resuelven prendiendo fuego».

Cuestión de estado

En esta situación confluyen una serie de circunstancias: el cambio climático, el abandono rural y la falta de prevención son las principales.

Como propuesta para «luchar contra esta lacra de todos los veranos, -en palabras de Enrique Segovia-, es necesario que lo s incendios forestales sean un asunto de estado. Porque es una cuestión de riesgo para las personas, para la naturaleza y para la economía del país. Solo así se podría elaborar una estrategia coordinada entre todos los sectores implicados».

Como acciones necesarias Segovia sitúa la «elaboración de un mapa de zonas de alto riesgo, en el que se definan las características de cada una. Que son diferentes y, por tanto, con cada una hay que seguir estrategias de prevención, gestión del territorio, etc., diferentes».

«Es un trabajo que hay que hacer, que se puede hacer en poco tiempo -continúa Segovia-, pero que requiere voluntad política, recursos y presupuesto. Que pueden ser públicos, pero también privados. Y ahí pueden estar los Fondos de Recuperación, que tienen que servir también para promover un cambio en la economía rural».

Por qué ganadería extensiva

Para WWF la ganadería extensiva puede tener un papel relevante en la prevención de los incedios forestales. Segovia incidía en que «está demostrado que es una estrategia buena y eficaz. Constituye una forma prevención activa, porque el territorio se conserva usándolo. Los bosques llevan años sin ser gestionados y son polvorines. Y, o los gestionamos, o los va a gestionar el fuego», aseveró Segovia.

Lourdes Hernández destacó que «la ganadería extensiva es crucial para recuperar un paisaje en mosaico, que alterne zonas de bosque autóctono con otras cultivadas y pastoreadas». Un territorio así es más resistente a la propagación del fuego, tiene más biodiversidad, está mejor adaptado al cambio climático y es más rentable. De ahí la apuesta por «un pastoreo ordenado, con especies aliadas, como vacas, caballos, ovejas y cabras. Estas últimas son especialmente eficientes, porque se adaptan mejor a terrenos agrestes y convierten el matorral leñoso en praderas de gramíneas».

De hecho, hay comunidades autónomas que apoyan las escuelas de pastores e iniciativas públicas que utilizan el pastoreo para desbrozar «porque el ganado tiene una enorme capacidad de controlar el crecimiento de arbustos. Pero, en general, no se está aprovechando el potencial del pastoreo», concluyó Hernández.

Para ello, en WWF abogan por una Estrategia Estatal de Ganadería Extensiva, que, «además, afrontaría la despoblación rural y mejoraría las condiciones de vida en ese entorno».

En este sentido, David Martín, coordinador de la Fundación Pau Costa, que participó en el acto, detalló cómo el proyecto Rebaños de fuego de la entidad «promueve la ganadería extensiva y apuesta por un sector primario rentable y muy útil para prevenir el fuego. Porque, lo que para un incendio es combustible, para el ganado es comida».

Cambios en la PAC

Fomentar la ganadería extensiva requeriría tratar de forma justa al ganadero y a los pastores pagándoles por los servicios ambientales que prestan y reducir las cargas burocráticas, así como «dar a valer los productos de los territorios con etiquetados que los diferencien. Pero, también, modificar el sistema de pago de la PAC (Política Agraria Común), que ahora trata de forma injusta al ganadero frente al agricultor», apuntó Celsa Peiteado, responsable de alimentos de la ong. Y puso como ejemplo que «solo una de cada cuatro hectáreas pastadas tiene ayudas de la PAC. A cambio, la ganadería extensiva no depende de piensos importados, lucha contra los incendios y crea vida en pueblos donde no hay otra actividad ». Como afirmó Martín, «con estas acciones se prevendrían incendios de dentro de 20 o 30 años».